Observador político - Traición, el origen de la pérdida de Morena en municipios

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Traición, el origen de la pérdida de Morena en municipios

La reciente derrota de Morena en diversos municipios del estado dejó perplejos a sus militantes que vieron cómo se pintó de guinda el estado y el país. ¿Cómo un partido que se vio imparable en las elecciones pasadas perdió terreno de manera tan contundente en algunos Ayuntamientos como Cuernavaca, Jiutepec, Temixco, Jiutepec y Cuautla, entre otros? La respuesta, aunque compleja, se resume, en una palabra: traición.

LOS ESQUIROLES.- La traición, ese acto de deslealtad que mina los cimientos de cualquier movimiento político, ha sido la causa principal detrás de la debacle en municipios donde se vía con mucha fuerza para mantener el control hegemónico y la reelección como se contemplaba en tres municipios gobernados por el partido que fundó Andrés Manuel López Obrador: Jiutepec,  Temixco y Cuautla, así como en la capital donde gobierna la oposición pero que la traición de supuestos aliados y candidatos internos debilitó la base misma del partido.

En Cuernavaca, las diferencias y enfrentamientos entre políticos que aspiraban a ser los abanderados a la alcaldía provocó una división al momento de que fue designada Alejandra Flores, ya que jamás tuvo el respaldo del candidato a diputado local Sergio "El Pirata" Pérez ni de los supuestos aliados, lo que contribuyó a su inminente derrota.

En Jiutepec, los seguidores de Rabindranath Salazar optaron por respaldar a un candidato de una coalición rival, socavando así los esfuerzos del partido, tras quedarse sin candidatura para conseguir un hueso, decidieron irse con Eder Rodríguez Casillas, quien es un hombre cercano a Graco Ramírez y apoyado por el casi desaparecido RSP y el inexistente PRD, así como el PRI y PRD que contribuyeron a su victoria.

ARIADNA BARRERA Y LOS RABINES EN JIUTEPEC.- Insisto, la traición no se limitó a los aliados externos. Dentro de las filas de Morena, hubo actos de deslealtad flagrantes, tal como ocurrió en Jiutepec, dónde Ariadna Barrera, al no conseguir la candidatura a la alcaldía sin importarle que ella iba para la el Congreso de la Unión (que a la postre ganó), lanzó a su propio padre Quintín Barrera Miranda, quien fue el primer presidente estatal y fundador de Morena en Morelos, como abanderado por otro partido como lo fue el Verde Ecologista, en un acto de clara deslealtad hacia su propio instituto y candidato.

Además, los grupos fundadores de Morena, liderados por Rabindranath Salazar, también desertaron en masa, respaldando a candidatos de la oposición y traicionando así los principios del partido que ayudaron a establecer el triunfo de Eder Rodríguez, hoy flamante alcalde electo de Jiutepec.

Y en Temixco, las luchas internas entre Jazmín Solano y Juana Ocampo jugaron un papel crucial y preponderante en la pérdida de la alcaldía. Estos actos de traición no solo socavaron las posibilidades electorales de Morena, sino que también destrozaron la confianza en el partido y el proyecto político que representa; la lealtad y la cohesión interna son fundamentales para cualquier partido político, y la falta de ellas puede llevar al desastre, como hemos visto en estas elecciones.

Margarita González Saravia y Morena deben hacer una reflexión profunda sobre las lecciones aprendidas de esta derrota, más aún de la unidad interna, la transparencia en los procesos de selección de candidatos y la lealtad a los principios del partido deben ser las piedras angulares de cualquier estrategia futura. De lo contrario, el riesgo de más deserciones y traiciones seguirá acechando, poniendo en peligro el futuro del partido y de los ideales que representa.

JUANITA GUERRA.- Pero no podemos limitar nuestra crítica solo a Morena. La instrumentalización de la marca y el oportunismo político han permeado todas las esferas de la contienda electoral. Ejemplos como el de Juanita Guerra Mena, quien logró ascender desde la diputación federal hasta el Senado de la República sin un verdadero respaldo ciudadano, son reveladores de la falta de integridad y autenticidad en la política actual.

El caso de Guerra Mena, quien apenas tuvo presencia real en la arena política más allá de la publicidad espectacular que hizo a lo largo y ancho de Morelos vestida de verde como intentando demostrar el por qué iba por el PVEM, evidencia la superficialidad y el vacío de contenido que a menudo caracterizan a las campañas electorales. La lealtad a un partido político o la capacidad para colgarse de una marca parecen ser más relevantes que el compromiso real con los problemas y necesidades de la ciudadanía.

EL CUESTIONABLE ELIACIN SALGADO.- En el reciente evento de entrega de constancias de mayoría de la gobernadora electa, Margarita González Saravia en el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac), sin guardar las formas y sin pudor alguno, se vio a un arribista Eliacin Salgado de la Paz, aún director del Instituto de Educación Básica del Estado de Morelos en el famoso “besamos” y quien pese a las críticas y descontento generalizado en su contra por su actuar en el IEBEM, acudió solo por quedar bien con quien será la próxima titular del Poder Ejecutivo estatal.

Su presencia, marcada por una actitud poco digna para su cargo, se vio empañada al hacerse notar sin pudor alguno durante la constancia que acredita a Margarita González como la gobernadora electa de Morelos, quien lejos de ser reconocido por méritos propios, ha sido señalado como un oportunista ávido de poder.

Eliacin Salgado de la Paz, un personaje que ha flotado en las aguas turbias de la política local, demostró con creces ser más un arribista que un servidor público comprometido con la educación y el bienestar de la comunidad. Durante la reciente campaña electoral, su intento fallido por obtener algún cargo de representación popular reveló su verdadera naturaleza oportunista y su falta de principios éticos.

Es lamentable ver cómo individuos como Salgado de la Paz buscan perpetuarse en el poder, aprovechando cualquier oportunidad que se les presente, sin importarles el daño que puedan causar a la institucionalidad y al bienestar de la sociedad. En lugar de buscar el beneficio común, parecen estar más interesados en satisfacer sus propios intereses y ambiciones personales.

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