Observador político - Candidatos piden protección; ¿Y al pueblo, quien le da seguridad?
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
En la tierra donde los ideales revolucionarios de Emiliano Zapata deberían resonar con fuerza, lamentablemente lo que predomina es el sonido de la violencia y la impunidad. Con más de cinco mil 500 personas asesinadas y un alarmante 99 por ciento de los delitos sin resolver, la situación de seguridad en nuestra región es más que preocupante. Y ahora, en medio de este clima de inseguridad, los candidatos políticos solicitan protección para llevar a cabo sus campañas electorales. Pero, ¿qué hay de la protección y seguridad para el pueblo que dicen representar?
HAY POLÍTICOS QUE COBRAN Y ANDAN EN CAMPAÑA.- Es indignante ver cómo muchos de estos candidatos, provenientes de diversos partidos políticos, disfrutan de privilegios y recursos mientras la ciudadanía sufre las consecuencias de la negligencia y la corrupción; algunos siguen cobrando sus sueldos como ocurre con alcaldes y diputados, sin siquiera tomarse la molestia de solicitar licencia para ausentarse de sus funciones. Un claro ejemplo de esta desfachatez es Paco Sánchez Zavala, presidente del Congreso del estado, quien sigue percibiendo su quincena mientras ignora las necesidades apremiantes de la población.
El reciente inicio del proceso electoral ha destapado aún más la vulnerabilidad de nuestros líderes políticos; el gobernador interino, Samuel Sotelo Salgado, ha admitido públicamente el aumento en las solicitudes de seguridad por parte de los candidatos, muchos de los cuales han recibido amenazas. Si bien es loable que se ofrezca ayuda en este sentido, resulta desalentador que la ciudadanía común y corriente no reciba la misma atención y protección.
Es cierto que se han implementado algunas medidas de seguridad, como el uso de brazaletes para los candidatos en riesgo, sin embargo, estas acciones parecen insuficientes frente a la magnitud del problema. ¿Qué pasa con el resto de la población que vive con miedo constante a convertirse en una estadística más de la violencia desenfrenada?
Es hora de que las autoridades reconozcan la urgencia de la situación y actúen en consecuencia, ya que no basta con reunirse en mesas de coordinación y discutir estrategias; se necesitan acciones concretas y efectivas para proteger a todos los ciudadanos, no solo a aquellos que buscan ocupar un cargo político.
La seguridad no debería ser un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho fundamental de todos los habitantes de esta tierra; es tiempo de que el gobierno demuestre un compromiso real con la protección y el bienestar de su pueblo, antes de que sea demasiado tarde. Porque en la tierra de Zapata, la lucha por la justicia y la seguridad aún está lejos de llegar a su fin.
OPACIDAD LEGISLATIVA EN TIEMPOS ELECTORALES.- Hoy en día, hay diputados ausentes y un pueblo abandonado. Y es que, en medio del torbellino electoral que sacude a Morelos, la opacidad y el desinterés por el bienestar público parecen ser moneda corriente entre nuestros representantes en el Congreso del Estado, puesto que mientras el pueblo enfrenta una realidad marcada por la crisis económica y social, la mayoría de los diputados brillan por su ausencia, ocupados en campañas para reelegirse o alcanzar otros puestos de poder.
La reciente afirmación del presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Francisco Sánchez Zavala, de que el trabajo legislativo continúa sin obstáculos, cae como una burla para aquellos que padecen las consecuencias de la negligencia política. ¿Cómo puede afirmarse que el Congreso sigue funcionando cuando la mayoría de sus integrantes están ocupados en sus intereses personales y de campaña en lugar de atender las necesidades del pueblo?
Es lamentable constatar que la voz del pueblo es silenciada por la ambición desmedida de aquellos que fueron elegidos para representarlo; a manera de ejemplo, la penúltima sesión legislativa, convocada por presión del Tribunal Estatal Electoral, revela la desidia con la que se trata la responsabilidad pública. Mientras tanto, el pueblo se enfrenta a problemas urgentes que requieren atención inmediata, como la crisis de seguridad, la falta de empleo y el deterioro de los servicios públicos.
El discurso de Sánchez Zavala sobre la importancia del trabajo conjunto entre los poderes del Estado suena vacío cuando la realidad muestra una clara falta de compromiso por parte de quienes ocupan cargos de responsabilidad. ¿Cómo puede esperarse estabilidad en Morelos cuando quienes tienen el poder de influir en el cambio están más preocupados por sus carreras políticas que por el bienestar de la población?
LA TRAGEDIA AMBIENTAL POR EL CRIMEN ORGANIZADO.- En el corazón de Morelos, un escenario de desolación y desatención nos enfrenta, sobre todo, porque los pulmones verdes de nuestra tierra, los bosques que deberían ser santuarios intocables, están siendo asediados por grupos criminales, desatando una ola de devastación ambiental sin precedentes.
Beatriz Padilla Martínez, presidenta de la Fundación Biosfera Anáhuac A.C., fue quien dio la voz de alarma que todos necesitábamos para despertar del letargo de la indiferencia, al reconocer como innegable que el crimen organizado, con sus garras de voracidad sin límites, busca apropiarse de nuestras reservas ecológicas, saqueando recursos naturales para su beneficio ilícito.
Pero, ¿dónde está el Estado en todo esto? ¿Dónde están las autoridades federales y estatales que deberían proteger nuestros tesoros naturales con uñas y dientes?
Padilla Martínez no hace más que poner el dedo en la llaga al señalar la desatención estatal hacia estas áreas vitales para nuestra supervivencia; la falta de recursos destinados a la conservación y protección de los bosques es un síntoma de un gobierno que prioriza el lucro sobre la vida misma. ¿Acaso no comprenden que la destrucción de nuestros ecosistemas conlleva consecuencias irreparables?
El agua, fuente de vida, se ve amenazada por esta vorágine de negligencia. La escasez de agua no es solo una posibilidad lejana, sino una realidad que ya enfrentamos, una realidad forjada por la indiferencia de aquellos que tienen el deber de velar por el bienestar de todos; y el cambio climático, esa espada de Damocles suspendida sobre nuestras cabezas, avanza sin freno debido a la inacción de quienes deberían liderar la lucha contra él.
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