Observador político - Abuso de poder familiar en el PAN: una historia de nepotismo y corrupción
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
En el turbio mundo de la política mexicana, el nepotismo y la corrupción parecen ser prácticas recurrentes que envenenan la democracia desde su núcleo; tal es el caso del Partido Acción Nacional (PAN) en Morelos, donde el abuso de poder familiar ha alcanzado niveles preocupantes, evidenciando una vez más la descomposición ética que lo aqueja.
“LOS HERMANOS TERRAZAS”.- El protagonista de esta trama de nepotismo descarado es Juan Carlos Martínez Terrazas, cuyas maquinaciones han permitido el retorno de sus hermanos a posiciones claves dentro del partido, sin que ningún panista con verdadera convicción democrática pudiera detener estos atropellos. Y es que desde la Secretaría General Adjunta del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, bajo el liderazgo de Marko Cortés, se ha tejido una red de influencias que favorece exclusivamente a los intereses de la familia Martínez Terrazas.
Este flagrante ejercicio de poder político ha sido ejecutado con total desdén por las aspiraciones legítimas de militantes auténticos, quienes ven cómo los cargos de representación popular son repartidos como botín desde hace al menos un lustro entre los carnales de Martínez Terrazas.
Uno de los casos más notorios es el de Óscar Daniel Martínez Terrazas, quien, a pesar de su turbio historial, ha logrado resurgir de las cenizas y colocarse una vez más en una posición de poder. Recordemos que este individuo fue señalado por falsificar su constancia de autodescripción indígena en un intento desesperado por asegurar su permanencia en el Congreso de la Unión en el 2021, episodio que lo condujo a una sanción por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al bajarlo de una manera grotesta de la curul que estaba a días de ocuparla en San Lázaro.
Empero, lejos de aprender de sus errores, Óscar Daniel persiste en su afán de mantenerse en el círculo del poder, violando repetidamente la ley y recurriendo a prácticas ilegales como los actos anticipados de campaña; ahora, sin ningún pudor, es candidato a diputado local por el primer distrito local electoral sin embargo, se agandalló el primer lugar de la lista plurinominal para ser legislador si o sí, y evitar que una luz de la esperanza como ocurrió en el 2021 con el TEPJF lo bajen del cargo. Una desfachatez plena y al 100%.
Además, hay que decirlo, recientemente, se le acusó de distribuir despensas en la colonia Universo, en un claro intento de comprar votos y manipular la voluntad popular a su favor sin que aún sean los tiempos oficiales para ello; este comportamiento corrupto solo puede entenderse en el contexto de un sistema político que premia la impunidad y la connivencia, gracias a la complicidad que hay con su hermano Juan Carlos Martínez Terrazas, Marko Cortés y otros líderes panistas revela una red de tráfico de influencias destinada a consolidar el poder de su clan familiar sobre las instituciones democráticas.
Además, resulta especialmente indignante la pasividad de figuras como Dalila Morales Sandoval, dirigente estatal del PAN en Morelos, quien, lejos de ejercer su liderazgo de manera responsable, se ha convertido en cómplice silenciosa de estos actos de corrupción; por lo que su complicidad es un reflejo de la decadencia moral que permea en las altas esferas del partido, donde los intereses personales y familiares prevalecen sobre el bienestar de la ciudadanía.
La complicidad de líderes como Lucía Virginia Meza Guzmán, candidata a la gubernatura del Estado de Morelos, es también alarmante, sobre todo porque su participación en alianzas y acuerdos oscuros evidencia una falta de integridad que socava la confianza en el sistema político y en las instituciones democráticas.
ADRIÁN MARTÍNEZ, DE REGIDOR A DIPUTADO FEDERAL.- Insisto, en un país donde la democracia debería ser la piedra angular de cualquier partido político, el dedazo sigue reinando supremo en las altas esferas del poder y otra vez, Juan Carlos Martínez Terrazas, quien después de concluir su mandato como dirigente estatal del PAN donde se reeligió, fue designado secretario adjunto en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), convirtiéndose así en el dedo chiquito de su líder panista, Marko Cortés.
Pero lo que más escandaliza es la forma descarada en la que se ha utilizado este poder y al PAN como si fuera de su propiedad para beneficiar a sus allegados; es decir, a sus hermanos y posicionar a Adrián, quien ya en dos ocasiones ha sido regidor del Ayuntamiento de Cuernavaca, siendo este último parte de administraciones marcadas por la corrupción, como la del alcalde Antonio Villalobos Adán en Cuernavaca y ahora con José Luis Urióstegui.
El nepotismo parece ser la regla no escrita en el PAN de Morelos; a pesar de contar con militantes y fundadores con una trayectoria sólida y capaces de generar votos, se opta por privilegiar a los integrantes de la familia Martínez Terrazas, conocidos irónicamente como la "Santísima Trinidad" dentro del partido, en alusión a su supuesta vocación religiosa.
Este círculo cerrado de poder no solo se limita a cargos locales, sino que ahora se proyecta a nivel federal. Víctor Adrián Martínez Terrazas, actual regidor municipal, ha sido inscrito como candidato a diputado federal plurinominal, ocupando el sexto lugar en la cuarta circunscripción, que comprende los estados de la Ciudad de México, Tlaxcala, Puebla, Guerrero y Morelos.
De ahí que es un claro ejemplo de cómo el PAN, en lugar de renovarse y abrirse a nuevas ideas y liderazgos, prefiere aferrarse al poder de una élite familiar que solo busca perpetuarse en el poder, sin importar el costo para la democracia interna del partido ni el bienestar de la ciudadanía.
Y estos panistas son los que pedirán el voto por el supuesto cambio, y quizá, pero solo de cargos de representación entre los hermanos: Juan Carlos, Víctor Daniel y Adrián Martínez Terrazas quienes desde ahora se preparan para que uno de ellos sea el candidato a gobernador en el 2030 por Acción Nacional.
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