Masculinidades Igualitarias: herramienta de 3ª generación
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo

No existe una cifra exacta de generaciones necesarias para un cambio de mentalidad en una sociedad, ya que es un proceso complejo y depende de diversos factores, como es el tránsito del patriarcado hegemónico a la masculinidad consciente.
En este contexto también de carácter cultural se considera que, en promedio, un cambio generacional requiere de 20 a 30 años, período desde que nacen individuos hasta que tienen hijos a quienes se transmiten nuevos valores y creencias, es decir, es el tiempo medio que se calcula entre un orden de vida a otro.
Se podría considerar que en los 55 años transcurridos desde el movimiento por la liberación femenina de los años ’70 del siglo pasado, pasando por la lucha de la equidad de género de la primera década de los dos mil y la actual movilización por una vida libre de violencia contra las mujeres y sus derechos humanos, están por completarse dos generaciones de 30 años cada una.
Con los altibajos y claroscuros que todo cambio estructural de fondo implica, es necesario afrontar los desafíos que tal proceso implica, a fin de contar con innovadoras herramientas teóricas y conceptuales con los cuales fortalecer la continuidad del imprescindible cambio generacional.
Es así que hoy día aplicamos las Masculinidades Igualitarias que se refieren a una forma de entender y vivir la masculinidad basado en la igualdad de género y el respeto a los derechos humanos de todas las personas, es decir, de mujeres y hombres, grandes y chicos.
Esta herramienta de trabajo implica una redefinición de los roles y estereotipos tradicionales asociados con la masculinidad, para promover una sociedad justa y equitativa. Las características ticas de las Masculinidades Igualitarias incluyen el rechazo a la violencia: y la agresión como formas de resolver conflictos o demostrar poder.
Promueven además la empatía y la comunicación efectiva en las relaciones interpersonales, en los ámbitos de la familia, profesionales y de trabajo, mediante la promoción de la responsabilidad y el cuidado hacia los demás, incluyendo la familia, la comunidad y el medio ambiente, al tiempo que se reconocen y valoran la diversidad y la flexibilidad en la expresión de la masculinidad, sin estar limitadas por estereotipos tradicionales.
En el lustro que falta por completarse la segunda generación educada en términos de la liberación femenina y la equidad de género, las Masculinidades Igualitarias pueden mejorar las relaciones entre hombres y mujeres y, claro, entre hombres y otros hombres, al promover la comunicación y la empatía.
Como también reducir la violencia y las agresiones en la sociedad, al promover formas pacíficas y respetuosas de resolver conflictos y, no menos importante, fortalecer la igualdad de género y los derechos humanos de las personas, al cuestionar y desafiar los obsoletos estereotipos, con la mirada puesta en la tercera generación igualitaria.