La promesa de Dinamarca: ¿Dónde Quedó?
En opinión de José María Román
En una de sus tantas promesas el presidente prometió que nuestro sistema de salud equivaldría al de Dinamarca. Dicho eso, canceló el Seguro Popular refiriéndolo como un sistema de los conservadores o del periodo neoliberal que no era acorde a las necesidades de los ciudadanos. Obvio, todos nos emocionamos ante tal idea que indicaba cambios radicales y ahora sí, el cumplimiento de la constitución que garantiza la salud para todos los mexicanos.
Con el paso de los meses nos fuimos percatando que solo había sido eso, una promesa que no se le miraba avances y sí lo contrario, se miraba retroceso ante el anterior sistema de salud y el nuevo Insabi no era, ni remotamente capaz de cumplir o estaba muy lejos de cumplir lo que el Seguro Popular ofrecía a la gente carente de seguridad social. Luego vino la pandemia que según dijo el presidente, le cayó como anillo al dedo. El Dr. Gatell se queda de hecho al frente de la pandemia y la minimiza tanto el propio presidente que debió haber nombrado un Comité Nacional como la propia ley de Salud prevé, formado por especialistas que debieron dictado las medidas a seguir, como el propio subsecretario López Gatell que de inmediato politizó la gravedad de la Pandemia al mencionar que no era importante y auguró no más de 5000 muertos. El propio presidente invitó a los ciudadanos a ejercer actos comerciales en negocios y restaurantes, invitó a que salieran a la calle, incluso durante ese periodo llegó a besar públicamente a una niña y en un afán triunfalista, ya en plena pandemia se negó a que le tomaran la temperatura al abordar un avión, requisito que su propia secretaría decretó como medida preventiva. Los muertos comenzaron a contarse en algunos días por miles, las colas para adquirir oxígeno eran tales que infinidad de mexicanos murieron par falta de un tanque que le salvara la vida. Una tragedia a la que evidentemente no estábamos ni preparados en vacunas y mucho menos en medidas preventivas lo que originó que naciones con la población semejante a la nuestra que sí tomaron medidas, tuviera significativamente menos muertos.
En esos meses críticos el presidente siguió negando la gravedad de la pandemia, junto con su escudero (según comentan es especialista en el tema) el señor Gatell que igualmente pedía calma y negaba como después siguió negando la eficacia de una medida tan simple como el uso de cubre bocas que hubiese salvado de la muerte a miles y tal más de eso si la simple orden de aplicarla hubiera salido del presidente o de Gatell que se le pedía por especialistas que la implantaran. Esos miles de muertos por la falta de esa decisión, son los muertos primero del presidente y luego del Dr. Doctor Gatell. En resumen, el costo de lo que dijo AMLO que le venía como anillo al dedo según las cifras del propio gobierno son un poco más de 500 mil personas, según organismos independientes nacionales y extranjeros, más de 600 mil. Una tragedia, que si la unimos con los muertos de la delincuencia que es igualmente otra promesa incumplida, estaríamos próximos a tener los mismos muertos que produjo la revolución de 1917 que dio origen a la actual constitución, pero algo más grave, muchos, pero muchos más muertos que la guerra civil de Siria que a la fecha se calcula en 350 mil en 10 años que ha durado.
La sensatez indica que a la fecha tanto el presidente como el Doctor Gatell, debieron entendido las consecuencias de no tomar medidas sanitarias y desde luego no impedir que el pueblo las tomara, aconsejando lo contrario. Lo grave es que al no aprender, seguimos observando decisiones absurdas y comentarios impropios, no ya tan solo de salud, sino de la libertad de los ciudadanos cuando hace unos días anuncia el Doctor Gatell que las farmacias populares como la Similares o del Ahorro, y otras tantas que tienen su consultorio anexos con precios de consulta sumamente bajos y medicinas de bajísimo costo, pretende eliminarlas. La locura desde el gobierno. Hay 15 millones de personas que no tienen los servicios de salud como IMSS, ISSTE y que el Insabi francamente no atiende además de que los otros servicios oficiales, son pésimos, lo que le queda al ciudadano para salvar su vida y su salud es refugiarse en este tipo de farmacias que hacen y cumplen lo que el gobierno no hace: precios accesibles, calidad y rapidez. Absurdo la posible medida que anunció Gatell, pero más absurdo es atentar contra la salud de los mexicanos si llegasen a cumplirla. Ahora sí que estamos como en el béisbol: el gobierno, ni picha, ni cacha, ni deja batear. Mientras posiblemente a los pobres les quitara su propio gobierno lo único que les queda: una salud a precios accesibles