La maldición
En opinión de Carlos Morales Cuevas
La maldición de no poder poner mis manos en donde pongo mi mirada,
me sigue causando dolor de espalda, de cabeza, fiebre, pesadillas, vómitos y ansiedad.
¡Maldita sea la hora en que mis ojos vuelan!
¿Por qué no pueden aterrizar mis labios en donde mi mirada se posa, sueña, se excita, arde, enmudece, se agazapa y muere?
La flecha está bien afilada, la cuerda del arco bien tensada; mi mirada se clava en el blanco, no toca los botones, llega limpia hasta tu carne, hasta la luz de tu piel; hasta esos archipiélagos que Satanás sostiene con un brasier.
La maldición de no poder poner mis manos en donde pongo mi mirada,
me sigue causando dolor de espalda, de cabeza, fiebre, pesadillas, vómitos y ansiedad.