La crisis del pensamiento moderno

Alejandro Cruz Solano en Cultura

La crisis del pensamiento moderno

Una pregunta que todos deberíamos plantearnos es ¿Por qué estamos en crisis? ¿Por qué pensamos como pensamos? ¿Acaso hemos dejado de construir un pensamiento que contribuya a cuidar a nuestro planeta, un retorno a la ética, un mundo más humano? Pareciera que vivimos en una crisis del pensamiento, ¿Desde dónde nos situamos para pensar? ¿Es importante pensar desde el pasado, desde el presente o desde el futuro? Quiero contribuir reflexionando que, es fundamental partir a formularse preguntas sobre los problemas cruciales en los que vivimos. Para pensar hay que preguntar y preguntar implica cuestionar, tal como lo decía Descartes, pensar es dudar, la primera certeza del pensamiento es la duda. Los grandes sistemas de pensamiento fungían como autoridad, algo colocado en el centro que constituía explicaciones y valores de lo práctico. Segundo, pensar el presente, nos permite iluminar alumbrar la multiplicidad de las emergencias frente al futuro. El tiempo pasado, el presente que constituye el devenir dado que allí se registra el acontecimiento o los acontecimientos y, el futuro que constituye lo que está por venir son las referencias del tiempo. En el pasado contábamos con un horizonte histórico que constituía el vértice del saber, mismo que sostuvo una racionalidad orientada a cuestionar los modelos políticos y económicos a los que podíamos recurrir para darnos certezas o instancias definitivas de solución a muchos problemas. Sin embargo, hoy pareciera que estamos en un punto de atasco, sin salida, no hemos podido solucionar problemas que nos ayuden a direccionar el futuro, no hemos podido construir horizontes como por ejemplo, para salvar nuestro planeta de las catástrofes y depredación humana, pareciera como lo señala Zizek que vivimos en un pensamiento pesimista donde creemos posible más “el fin del mundo, que el fin del capitalismo” Hemos perdido toda referencia de autoridad y, los problemas de hoy nos acucian, nos empujan, nos gritan que tenemos que trazar un horizonte posible, un mapa, instaurar un plano y hacer un corte en el devenir que es la condición trascendental para la sobrevivencia. El presente es lo que somos, pero también es lo que estamos dejando de ser. ¿Cómo no estamos pensando? Nos pensamos como una sociedad moderna racional pero actuamos como una sociedad moderna irracional. Tenemos que pensarnos desde esa dimensión de la realidad que no está incluida en ese mundo racional, esa dimensión que se expresa a través del dolor humano, de la injusticia, del cambio climático, de la destrucción del planeta, pero para hacerlo necesitamos desmontar, desarmar nuestro marco de pensamiento, necesitamos cambiar, construir otro marco categorial. Otro mundo es posible. ¿Qué me hace pensar cómo pienso? Pareciera que actuamos en función de una lógica instrumental, es decir, un mundo práctico utilitario; pensar desde esa referencia nos sitúa en una posición pragmática, es decir, destruir todo para ganar. Vivimos en la urgencia de poseer, tener, consumir; ya es necesario construir una realidad alternativa; el presente constituye una realidad abierta no determinable, allí es donde estamos construyendo el futuro, pero se nos está agotando. Postulo la idea de que hagamos una pausa y construyamos círculos de reflexión para salvarnos de lo que viene, no es alarmismo, pero no se ve que la razón esté sirviendo para poner en duda las amenazas, sino todo lo contrario para amenazarnos más, para darnos incertidumbre de nuestro futuro.