Juego de Manos - SEMARNAT
En opinión de Diego Pacheco
De los creadores de “borregos”, “evolucionen” y “Para la próxima, infórmense y lean bien”, llega el más reciente comunicado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que pretende contrarrestar las críticas al Tren Maya, que han alcanzado la atención de Palacio Nacional a través de un video protagonizado por distintas personalidades públicas —algunas de las que anteriormente apoyaban al aspirante presidencial— titulado “Sálvame del Tren”.
Para no hacer el cuento largo, bajo la misma línea confrontativa que caracteriza a esta administración, el texto arranca con una pregunta: “¿Dónde estaban los pseudoambientalistas cuando hace años empezó la verdadera devastación en el sureste de México?”, procede señalando las acciones dañinas para el medio ambiente del sureste del país que se llevaron a cabo en administraciones previas, continúa argumentando que, desde el inicio de este sexenio, se llevan acciones para remediar este “desastre socioambiental” y finaliza justificando al Tren Maya como “un proyecto de justicia social y ambiental en el sureste de nuestro país de la mano de las comunidades”.
Ahora bien, el punto de análisis no debe ser si unos son más (o, probablemente, menos) ambientalistas que otros, los dimes y diretes serán discusiones eternas sin punto final. El tema de la desinstitucionalización de la comunicación oficial, lo que resta seriedad a los mensajes y abre la puerta a posibles errores que trascienden los costes políticos. Sí, la idea de la comunicación es volverla accesible para todas y todos, pero se deben cuidar las formas.
Por otro lado, hay que tener presente que la Semarnat no es una agencia política del gobierno y, si bien todas las instituciones gubernamentales complementan el trabajo político de la Cuarta Transformación, este tipo de comunicación se sale de sus responsabilidades, dicho de manera cotidiana, está fuera de lugar.
Una institución pública no puede confrontarse directamente con un grupo opositor, pues su responsabilidad no es tomar partido en disputas políticas, sino llevar a cabo las labores administrativas que le corresponden. El protagonismo se debe reducir a actores y actrices políticas, cuyas actividades incluyen la retórica social. Bajo esta misma línea de ideas, la Semarnat no tiene por qué justificar de esta manera sus actividades, ya que para eso existen los informes de actividades.
Ojo, que aquí no todo es negativo. Es de reconocerse la memoria ecológica del comunicado, que da cuenta de la existencia (discursiva) de dos factores: el entendimiento de la importancia del cuidado del medio ambiente (y su relación con el bienestar social) y el conteo de las acciones que nos afectan o benefician a todas y todos en materia medioambiental.
Finalmente, solo queda señalar que no se debe pecar de confiados por la bandera de la lucha medioambiental no se encuentra en la oposición o en el oficialismo. Es innegable el daño medioambiental que se llevó a cabo en administraciones anteriores, pero tampoco podemos ignorar las acciones presentes que generan un daño ecológico. Ejemplo de ello es la reforma energética que se encuentra bajo análisis en el Congreso de la Unión, que sobrepone el rescate de la CFE sobre la inversión en energías limpias. Entonces, ¿a quién le vamos, a los mamuts o a los marnats?
¿Levantar uso de cubrebocas?
A nivel nacional, las cifras de contagios y fallecimientos por covid-19 van a la baja. Afortunadamente, factores como la vacunación y la evolución del virus brindan un paraguas para todas y todos en estos tiempos de tormenta. Este escenario ha sido celebrado por el presidente de la República, así como su equipo de trabajo dedicado a la pandemia, quienes contemplan una actualización de las normas en la materia.
De igual manera, el mandatario federal ha hecho hincapié en la libertad de cada estado de determinar la obligatoriedad del uso del cubrebocas. Al momento, Nuevo León, Coahuila y Quintana Roo han decidido retirar el uso de la mascarilla en espacios públicos como una medida necesaria para prevenir el avance del virus. Asimismo, la Ciudad de México analiza la pertinencia de levantar esta medida para abril de este año.
Ojo, mientras que México experimenta un descenso considerable de sus cifras, al otro lado del globo, en China, se presenta un pico de contagios importante, al punto de que medidas restrictivas como el confinamiento masivo se lleva a cabo en ciudades importantes como Shanghái y, si bien las condiciones particulares de cada país juegan un papel importante en el crecimiento de esta enfermedad, no debemos ignorar los casos ajenos, pues nos permiten ver un adelanto de los posibles escenarios que podrían ocurrir en tierra propia.
Aunque esta medida resulta sumamente llamativa, no debemos saltar a ciegas a la tentación. Debemos recuperar la normalidad que perdimos, sí, pero cada paso que demos debe ser estratégico, y debe contemplar el contexto en el que se desarrollarán, así como las posibles consecuencias. En este caso, los riesgos son altos por dos factores principales. En primer lugar, por la cercanía con Semana Santa y al Día de las madres, dos festividades que llevan a cabo de manera masiva.
Por otro lado, basta mirar a la experiencia propia para dar cuenta que, con cada luz verde que se ha dado, los contagios por covid-19 se disparan. Lo hemos visto con los cambios de semáforo, con los comunicados triunfalistas y los mensajes que subestiman la gravedad del virus. Levantar el uso del cubrebocas es un mensaje simbólico que representa una presunta victoria de la humanidad (o la mexicanidad), sobre el virus, y este no es el caso. Prudencia y paciencia.
Por cierto
La Secretaría de Gobernación (Segob) dio a conocer que el 61.3% de las personas periodistas que se encuentran dentro del Mecanismo de Protección del gobierno federal cubren temas sobre política, cerca de 20 puntos porcentuales por encima de quienes se dedican a la fuente policiaca. Asimismo, del total de las personas registradas dentro de este mecanismo de seguridad, más del 50% radican en la Ciudad de México, Guerrero, Tamaulipas, Quintan Roo, Veracruz y Oaxaca.
El escenario es preocupante, pues es reconocido abiertamente el riesgo que implica dedicarse a investigar e informar respecto a las actividades de personalidades públicas, políticas y gobiernos. Gran parte de la violencia contra las personas que comunican se encuentra, presuntamente, en su fuente, que —en la teoría— tiene la obligación de brindarles la seguridad necesaria para llevar a cabo su profesión.
Estos no son gajes del oficio: