Itinerario Hacia La Escritura - Otro mundo es posible

Alejandro Cruz Solano en Cultura

Itinerario Hacia La Escritura - Otro mundo es posible

Circula un mensaje donde dos personas de frente miran en el piso un número, de tal forma que, uno observa qué es un número 6 y el otro observa un 9.

Lo que importa en este caso es que ninguno de los dos tiene la razón, dado que cada quien observa, interpreta y cree lo que percibe. De la misma manera, afirmamos que esta realidad, es “su” realidad de cada uno, entonces no hay una verdad sobre lo que percibimos, construimos socialmente nuestra manera de ver el mundo.

Un problema es un estado no deseado, una solución es un estado deseado; en este sentido, cada problema en la vida desde lo cotidiano, pasando por los problemas de la ciencia, los económicos, los políticos y los sociales constituyen esquemas perceptivos de los que se encuentran involucrados en ellos.

Visto así, entonces podemos afirmar que la manera de percibir nuestras realidades las traducimos a través del lenguaje en un discurso; todos buscamos la verdad de las cosas, su razón de ser y lo hacemos construyendo discursos.

El discurso es lo que se dice, pero puede significar algo distinto de lo que se desea; ejemplos hay muchos, alguien puede decir que te “ama” pero dista mucho de saber si el significado de amor es coherente con lo que se vive o se siente, por lo tanto el discurso solo representa una manera de ver la realidad y puede ocultar la verdad de un deseo o de una intención.

Los discursos políticos pueden ocultar la intención de ganar justificando los medios, su verdadera intención de un candidato puede ser ganar sin importar los medios, incluyendo la mentira. Ningún discurso refleja la realidad objetiva, solo el deseo de quien lo dice.

Aquí hay un dilema ético, el discurso de poder se sigue manteniendo en el plano de la ética como algo cuestionable frente a los problemas cruciales que estamos viviendo en nuestras realidades, como la pobreza, el hambre, la violencia, la discriminación, etcétera. ¿Alguien puede entender la indiferencia de los gobiernos europeos frente a una balsa llena de inmigrantes africanos hundiéndose en el mediterráneo?

La pregunta quizá no sea la indiferencia pese a que es una realidad dolorosa. ¿Dolorosa para quién?

Para quienes abstraemos ese corte de la realidad expuesta por los medios. ¿Entonces la indiferencia de los gobiernos la tenemos que legitimar?

La perversidad de esa actitud no tiene otro sentido que intenciones discursivas, justificar, expulsar en bien de la política europea o seguridad nacional, o lo que sea. ¿Hay una salida para esto? ¿Es posible mirar otro mundo?

Me parece que sí, pienso que las realidades tienen que acaparar nuestra atención, tenemos que girar en torno a identificar las coordenadas políticas y sociales que nos hagan sensibles y abrir nuestras voces, ejercer nuestro poder para aplacar la indiferencia, el egoísmo; es importante abandonar la indiferencia, construir experiencias desde el ámbito de la injusticia, del dolor social, desentrañar la pasividad humana, mostrar nuestro lado humano y mirar a los otros como próximos a mí; insisto en que otro mundo es posible siempre y cuando lo que enunciemos sea lo que refleje afuera, que haya una concordancia entre la solidaridad y el grito de nunca más niños muertos en las aguas del mediterráneo, nunca más mujeres asesinadas, nunca más discriminación por pertenecer a otros grupos sociales; solo así podemos seguir caminando hacia otro mundo posible.

 

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