Eterno Villano
En opinión de César Daniel Nájera Collado
“Estoy listo” pronunció el hombre de negro, aunque ni siquiera unas copas de vino lograron apaciguar las ráfagas de adrenalina. Subió al carruaje, y aunque no sabía la hora, sintió como si en sol brillara en el cenit; por un momento casi logra recordar el calor de una tarde tranquila en Cuernavaca. Deseó con toda su alma solo pensar en su madre, pero la verdad es que nada más había decepción. No hubo gloria ni paz.
Se supone que las piedras de la colina donde llegaron sonaban de manera especial, pero ese día casi parecía que cada centímetro del universo estaba de humor fúnebre. Aún así, ni una sola alma plañó, puesto que el hombre de negro y los dos generales que se paraban a su lado ya abrazaban su destino. Cinco soldados cerraron su ojo izquierdo, encogieron el cuello, y al oír la voz de Montemayor, dispararon inmediatamente. El hombre de negro tardó en morir, pero eventualmente, las balas en su corazón lograron el cometido de los republicanos. Porque eso no solo fue obra de Francia.
Maximiliano de Hapsburgo murió un 19 de junio de 1867. Y si bien su deceso puso fin definitivo a una abusiva ocupación francesa de México, además de que la violación a la soberanía no es defendible bajo ningún concepto, este hombre no fue el típico villano que muchos retratan. De hecho, los conservadores y opositores de Juárez, que en un inicio eran partidarios de Maximiliano, terminaron despreciando sus reformas de carácter liberal. Desde transformar las leyes agrarias, reducir la jornada laboral a diez horas, prohibir los castigos corporales, anular deudas de jornaleros y peones, hasta incluso promover la libertad de culto, el emperador fue simplemente un soñador al que su contexto lo convirtió en enemigo. La vía no fue la correcta, pero no por eso hay que descalificar que algunas de sus propuestas, sí lo fueron.