Escala de Grises - Propuestas simplonas
En opinión de Arendy Ávalos
El pasado lunes, durante una conferencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Jesusa Rodríguez declaró que las becas que otorga el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes deberían desaparecer y que ella no está de acuerdo con el arte subsidiado: “yo siempre trabajé fuera del presupuesto gubernamental, porque así considero se puede ser libre como artista”, dijo. La razón de estas declaraciones se resumen que el proyecto de la nueva administración consiste en anteponer a las personas pobres, aquellas que no han tenido nada nunca.
“Tenemos que aguantar sin privilegios” fue la frase que utilizó para insinuarle al público que deberían desaparecer todos los estímulos que el Estado le brinda al diferentes gremios (académico, científico, político, empresarial); no porque no se lo merezcan, sino porque estos recursos deberían ser para los más necesitados.
La senadora de Morena, además, exhortó a las y los artistas a que sigan siendo excelentes, pero yéndose a la iniciativa privada para que “dejen de vivir del presupuesto”, tal como hizo ella en su época de actriz. “No dudo que haya artistas pobres, habrá que apoyarlos, pero primero los pobres”, remató.
¿De qué cree ella que vive entonces? Es la crítica principal y, aunque un tanto obvia, no deja de ser pertinente. Sin embargo, la situación no se debe minimizar únicamente con reprocharle a Jesusa su sueldo mensual de más de cien mil pesos. Hay cosas más complicadas de hacer; por ejemplo, modificar las normas y cláusulas de las administraciones para un mejor empleo de los medios a los que tienen acceso.
La solución no está en cortar de tajo los apoyos (de por sí precarios) a los sectores enunciados anteriormente, sino en modificar la forma en la que se pretende resolver los problemas. A pesar de que todavía no hay ninguna iniciativa en la que se plasmen las intenciones de la senadora, se deben tomar en cuenta sus declaraciones porque —como digo siempre— las palabras nunca son inocentes.
No se trata de perjudicar a un sector quitándole recursos para beneficiar a otro, aunque parezca la solución más sencilla. La senadora no está tomando en cuenta todas las cosas que implica la pobreza en el país. No se puede hablar únicamente de economía, sino de todo lo que se desprende de la misma. Los sistemas de seguridad, salud o educación no van a funcionar mejor ni de manera eficaz nada más porque se cancelen las becas y los apoyos que brinda el Estado a otros grupos.
Hay problemas mayúsculos en cuestión de administración de recursos, es cierto. La pobreza en México es un tema preocupante que debe resolverse, también es cierto; pero la solución no se reduce únicamente a darles dinero a las personas cada mes o a implementar una austeridad republicana. Se debe trabajar en conjunto, generar estrategias y no sólo lanzar propuestas simplonas que buscan ser la solución definitiva a conflictos que llevan tanto tiempo abordándose de la manera equivocada.
#NosFaltaUno
Norberto Ronquillo, un estudiante de 22 años, salió de clases el 4 de junio por la noche. Abandonó el plantel de la Universidad del Pedregal en la Ciudad de México y horas después sus familiares recibieron una llamada de rescate en la que pedían medio millón de pesos para liberarlo. El pago se realizó y, tras seis días sin noticias, el cuerpo de Norberto fue localizado con señales de tortura y asfixia.
En Facebook y Twitter se difundieron textos que expresaban dolor, indignación y miedo con las etiquetas #NosFaltaNorberto y #NosFaltaUno. La empatía reflejada en las publicaciones fue casi unánime. Se leían comentarios de personas que han sido víctimas de la violencia en el país, personas que han sufrido de cerca la misma situación, madres que siguen sin tener noticias de sus hijas o hijos, estudiantes sintiéndose vulnerables, ciudadanas y ciudadanos sintiéndose impotentes porque casos como este se viven todos los días.
Esta situación provocó conmoción en todo el país y fue el detonante para que la ciudadanía exigiera (de una manera u otra) seguridad y justicia a las autoridades. El aumento en las tasas de desapariciones forzadas y secuestros han aumentado en los últimos meses y el asesinato de Norberto es un recuerdo innecesario de la situación bajo la que nos hemos acostumbrado a vivir.
La violencia y el incremento en los índices delictivos a nivel nacional no muestran cambio favorable alguno. El primer trimestre del 2019 fue catalogado como el más violento de la historia y, si la presente administración pretende seguir gobernando nada más con esperanza y buenas intenciones, la crisis en materia de seguridad será cada vez más difícil de controlar, no digamos de resolver. Hay contradicciones entre lo que las autoridades hacen, lo que dicen que hacen y las pruebas irrefutables de lo que les hace falta por hacer. No nos falta solo uno, nos faltan miles. Nos falta justicia.
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