Escala de Grises - Alerta migratoria
En opinión de Arendy Ávalos

Luego de que el pasado fin de semana el gobierno de Donald Trump ordenara redadas masivas y arbitrarias en contra de las personas migrantes que se encuentran en Estados Unidos, tanto la comunidad internacional como el gobierno de Claudia Sheinbaum se han posicionado al respecto.
Desde el domingo y durante las conferencias matutinas de esta semana, la presidenta de México aseguró que atendería urgentemente la problemática migratoria con una reforma integral que considere los derechos humanos como eje principal. Sin embargo, parece que Estados Unidos no está tan interesado en el tema.
El martes de esta semana, el despliegue de 700 marines y 4 mil guardias nacionales comenzó en Los Ángeles, California, con la intención de amedrentar a las personas que se manifiestan desde hace cuatro días para posicionarse en contra de las políticas migratorias de Trump.
La mandataria aseguró que el fenómeno migratorio no debe abordarse con violencia. Esta misma declaración fue retomada por la Secretaría de Relaciones Exteriores. La dependencia aseguró que vigilaría que los procedimientos migratorios de los 35 mexicanos que fueron detenidos el fin de semana se realizarán con el debido proceso.
Sin embargo, no basta únicamente con desear que el panorama mejore. El gobierno de México ha tenido en sus manos la posibilidad de abordar el fenómeno migratorio de manera pacífica y ordenada; pero parece que resulta más importante cumplir con las exigencias de Donald Trump y reaccionar por impulso, sin planes, sin estrategia que resulte suficiente o respetuosa, por lo menos.
Si bien, no podemos comparar la situación en Estados Unidos con lo que se vive en México, es necesario que consideremos el hecho de que ninguno de los países involucrados ha sabido responder a la altura de lo que exigen los derechos humanos (incluido el derecho a migrar y a buscar mejores condiciones de vida). Mucho ojo con querer defender al “menos peor”, ¿eh?
Por otro lado, mientras en México se condenan enérgicamente las represiones y criminalizaciones a compatriotas, el discurso de odio de Donald Trump crece con cada día que pasa, con cada víctima de sus promesas de campaña, sin que las exigencias de nuestro gobierno hagan mucho efecto.
Condenar enérgicamente no es suficiente. Frente a la amenaza real que representa el discurso de odio y las acciones sistemáticas del gobierno estadounidense, México necesita pasar de la retórica a la acción.
Es urgente que el Estado mexicano despliegue una estrategia sólida, con base en el derecho internacional y en la defensa activa de los derechos humanos de las personas migrantes. No basta con hacer llamados diplomáticos que se pierden en el vacío: se requiere una postura firme, coherente y proactiva que proteja a quienes hoy están siendo perseguidos, detenidos y violentados.
La decisión de militarizar el estado y la segunda más poblada de Estados Unidos no es al azar. Es un mensaje claro de que Donald Trump hará lo necesario para demostrar que su plan sigue en pie, independientemente de las solicitudes que hagan los países por “hacer la paz”.
La migración es un derecho, que no se nos olvide:
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