Entre la verdad y la mentira
En opinión de José Román
La credibilidad y el respeto son el sustento de cualquier gobierno. La verdad y la razón son la esencia de cualquier gobernante.
Hace ya varios años descubrimos que la verdad como elemento primordial del gobierno dejó de existir, tanto como hace tiempo que el respeto y el orden dejaron de ser para nuestro actual gobierno. Una sociedad tiene derecho, más que el gobernante a saber siempre la verdad, porque la verdad de su entorno, de su gobierno, de “la cosa pública” forman el conjunto de una sociedad en armonía y generan las condiciones para su desarrollo. No enfrentar con la verdad en la mano el dilema diario de los actos de gobierno genera con el tiempo y al delatarse por si solos los hechos, más dudas, más desconfianza y sobre todo menos fe en los actos del gobernante. Lo que pudiese parecernos simple y fácil, se vuelve complejo y un estorbo para un gobierno o gobernante mentiroso.
La mentira no cabe ni puede tener lugar en los labios de quien es depositario de nuestro mandato para el gobierno, porque el gobierno es cosa sería, no es una broma del payasito de la escuela. No. Necesitamos un gobernante que nos tome en serio y que considere a sus gobernados como la masas con la que moldeará el futuro de todos o por desgracia es constante como hemos mirado que, desde el palacio, en las mañanas, la principal víctima de los labios del titular del ejecutivo federal, es la verdad en aras de conservar o incrementar un prestigio o alimentar un ego que está fuera de esa realidad o al menos fuera del entorno sobre lo que se habla. Un presidente mentiroso solo sienta las bases de su trabajo en arenas movedizas…y se destruye, cae en la vergüenza, en la mediocridad.
La manía de echarle la culpa al pasado, llamándolos conservadores o cualquier otro calificativo sin decir nombres, sin mencionar las omisiones de forma concreta y sin dejar de acusarlos todos los días es una manía tonta sin sentido porque no nos determina en concreto cuál es su falta y menos aún, cual deberá ser su castigo. Son más de tres años y AMLO sigue culpando a los mismos, es decir, a los fantasmas que llama conservadores. Pero no solo es eso, también es su realidad presente la víctima. La verdad, señor presidente, nos hará libres, la mentira como las que Usted muchas veces pregona, nos hace inútiles por no ser por su esencia, una realidad. ¿Señor, cuándo cambiamos, ese discurso perverso y dañino que solo nos conduce al odio y a la división entre los mexicanos? Ya es tiempo, pasó el termino de las mentiras por más inocentes de que se consideren, hoy ya tenemos un mundo más complejo en la economía que se nos desmorona, en la delincuencia que al común de nosotros nos abate y supera, un vacío de poder por tener un vacío de gobierno en estados como Michoacán, Zacatecas, etc. Ni se diga de amplias regiones en que la presencia del estado mexicano es y es una ilusión, porque el gobierno, sencillamente, no existe (tierra caliente, por ejemplo). Dentro de lo malo y en honor a la verdad, Usted no recibió un estado de cosas así, Usted ha permitido con su política que se genere un estado de cosas así. Es decir, las ha empeorado en lugar de mejorar. Nuestros enfermos tenían un mínimo de atención y medicamente que sobrellevaban su salud, nuestras guarderías funcionaban o medio funcionaban, hoy no existen, juró que bajo el esquema de corrupción se deshacía la construcción del aeropuerto del df y nos engañó, no hay ningún detenido pagando por eso, ni siquiera un denunciado legalmente. Nos dijo hasta el cansancio que los militares regresarían a los cuarteles, como debe de ser y fortalecería a las fuerzas civiles y ahora están hasta en la sopa de mi comida, contraviniendo las leyes. Me aventó en la cara su dicho de que la gasolina se reduciría a la mitad de precio y mire como estamos. Y así nos podríamos seguir en una inacabable letanía de mentiras dichas por Usted, prometidas por usted y una realidad totalmente opuesta que vivimos en nuestras calles…es tiempo de verdades Señor, pasó el tiempo de las ilusiones…y las mentiras si es que alguna vez en alguna reunión de amigos y por alguna ocurrencia, alguien (¿o Usted?) se le ocurrió que mentir era una política de estado…