El Tercer Ojo - Uno de Política ¡Perdón! Quise decir uno de Polémica.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Estimados lectores que siguen está columna semanal; como podrán darse cuenta, esta ocasión abordaré un tema de mucha actualidad y que, muy probablemente, será objeto de acuerdos, desacuerdos, imprecaciones o admoniciones y, por qué no, con base en lo que se afirmará o sugerirá ser, también yo, blanco de descalificaciones mediante el recurso no poco usual de la reductio ad absurdum.
Sabedores serán ustedes, porque ello es inevitable también, esta semana que recién se acerca a su término se encuentra dominada mediáticamente por la noticia nacional de que se decidió, mediante procedimientos un poco diferentes, quienes serán las candidatas a la presidencia de la república de los dos movimientos aparentemente en conflicto.
La decisión tomada por el Frente Amplio por México (PRI, PAN y PRD), aderezado con ciertos grupo de poder autodenominados “Grupos de la Sociedad Civil” y, la correspondiente al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), pese a las narrativas y términos que utilizan y propalan, parecen confirmar un estilo de comportamiento político a la vieja usanza (dedazos, acuerdos cupulares, “cargada” y discursos eufemísticos, entre otras acciones políticas y mediáticas).
Las narrativas en cuestión han resaltado un par de elementos de juicio que merecen ser subrayados: en primera instancia, por vez primera en la historia nacional, una dupla de mujeres son las aspirantes para poseer en sus manos la conducción del Poder Ejecutivo Federal –léase: la presidencia del gobierno– y, desde luego, dicen ellas mismas, con serias posibilidades de ser la “Sra. presidenta” y, en segundo lugar, los procedimientos que condujeron a la decisión de quién ocuparía el lugar de la candidatura son, en apariencia, diferentes; mientras que por MORENA ésta determinó su candidatura mediante encuestas sobre las preferencias de los grupos elegidos para la confección de las muestras, por su lado, la oposición a MORENA la determinó mediante acuerdos cupulares y de negociación entre los partidos políticos y grupos de interés.
Quiero destacar que MORENA, itero, para justificar su determinación se apoyó en un sistema de encuestas por muestreo; no hubo consulta a la población, tampoco se realizó plebiscito o elección. A pesar de ello, las narrativas del propio Movimiento, del Presidente de la República, de la propia Claudia Sheinbaum, magnifican este procedimiento afirmando sin tapujo alguno que: “el pueblo eligió a Claudia”, “el pueblo decidió”, “el pueblo me eligió”, en fin.
En contraste, los mismos voceros, expresan que por el lado de la oposición, de manera antidemocrática, cupularmente impusieron a Xóchitl Gálvez. Otra vez, en fin.
Será necesario preguntarnos, sin dudarlo ¿qué significación adquiere aquí la categoría “el pueblo”? y, todavía más ¿Acaso las muestras de población elegidas para la aplicación de las encuestas son “el pueblo”?
A un procedimiento utilizado por empresas encuestadoras –que, por lo demás, no han descrito metodológicamente los criterios geoestadísticos, sociológicos, económicos, etcétera, considerados para la elección de las muestras representativas— se reduce a la creencia de que “el pueblo decidió y eligió”.
Por otro lado, desconocemos cuántas personas fueron parte de estas muestras, de cuántas y qué regiones del país se eligieron, cuál era su condición social, económica o cultural, ignoramos si el procedimiento para realizar las encuestas fue casa por casa o por teléfono, no sabemos si incluyeron grupos de comunidades originarias, personas con discapacidad, migrantes, etc.
Sin embargo, la narrativa que nos enrostran torna superlativa la figura de un “pueblo” amplia y masivamente participativo, incluido en la toma de decisiones, que le “ordenó” a AMLO, a MORENA y a los suspirantes que Claudia Sheinbaum era la mejor y más atinada alternativa, en consecuencia, así lo decidieron.
Claro nos queda, bajo otro nivel de análisis, que hasta este momento, Claudia representa el “Proyecto de la Izquierda”, Claudia asegura la continuidad de la Cuarta Transformación (4 T), mientras que Xóchitl representa los intereses de la “derecha” de los “conservadores” y la contradicción se presenta como “continuidad” o “retroceso” entre una “izquierda” y una “derecha”.
Al parecer de estas narrativas y representaciones, así como de quienes las exponen, nuestra realidad social, económica y política se reduce a tal dicotomía; nada más existe, no hay de otra, o es Claudia o es Xóchitl.
Ahora bien, si admitimos y asumimos que ello es así será, sin duda, que nos hemos colocado los anteojos que circunscriben la realidad nacional a dicha dicotomía.
De ser este nuestro estado, estaremos como Hoffmann creyendo que tenemos frente a nosotros una “realidad” que se reduce a los deseos e intereses de quien nos ofrece tales anteojos del engaño.
A Hoffmann le ofreció los espejuelos Lindorf, pregunto: ¿A nosotros quién o quiénes nos ofrecen los lentes que nos colocamos para ver e interpretar la realidad?
Hasta aquí puedo considerar que es necesario quitarnos los anteojos del engaño y analizar críticamente la realidad para construir alternativas y proyectos a corto, mediano y largo plazo plausibles y con un horizonte de transformación radical –de raíz— de las calamidades que nos agobian.