El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (trigésima quinta parte)
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Hacia los orígenes y desarrollo de la psiquiatría, neurología y neuropsicología
Estimados lectores que con harta paciencia han seguido esta Breve Historia de la Medicina y de la Relación Médico-Paciente; considerando que hubimos descrito ya los antecedentes más importantes de la psiquiatría, así como también hemos presentado algunos de los aspectos que, según mi opinión, son inevitables en cualquier historiografía, puedo dar por concluida la descripción y reflexión sobre la psiquiatría como una rama de la medicina.
Ahora bien, pese a las vicisitudes que la psiquiatría ha enfrentado a lo largo de su historia, no puedo, antes de concluir esta larga serie de colaboraciones, dejar de mencionar que, a pesar de los diferendos que se muestran entre los psiquiatras, neurólogos, psicoanalistas, psicólogos o neuropsicólogos, aún debo esbozar las relaciones que se han dado a lo largo de este devenir entre la neurología (otra rama de la medicina), la psicología (rama del conocimiento psicológico que no es parte de la medicina) y la neuropsicología (rama del conocimiento psicológico).
Como bien documentado está, la psicología, como una disciplina del conocimiento científico, y a pesar de la crisis estructural que desde sus orígenes evidencia, surge como tal hacia fines del siglo XIX y principios del XX, mientras que la neurología y la psiquiatría vienen expresándose con mayor claridad desde la segunda mitad del siglo XIX. No podemos decir lo mismo con respecto a la neuropsicología que, habiendo derivado de los avances de la neurocirugía y de la neuropsiquiatría, además de considerar el desarrollo de la psicología misma; ésta halla sus orígenes de manera nítida al término de la Segunda Guerra Mundial.
Diversos estudios historiográficos, como el que hubiera publicado en el año de 1969, bajo el sello editorial Flammarion, Henri Hécaen y J. Dubois, La Naissance de la neuropsychologie du langage (1825-1865), afirman que: “La historia verdadera de la afasia, en tanto que problema de la facultad del lenguaje articulado, determinado por una lesión cerebral, comienza hacia principios del siglo XIX”. Empero, prácticamente a inicios del siglo XX es que puede ser considerado este evento como preludio de la neuropsicología.
A pesar de que el antropólogo francés P. Broca (1861) y el psiquiatra alemán K. Wernicke (1874) son considerados los fundadores de la teoría de la afasia, no cabe duda que el término original que propuso Broca fue el de “Aphemia” que, para el neurólogo francés Armand Trousseau era incorrecto filológica y semióticamente, por ello, éste último sugirió que el término debiera ser Aphrasie. Pese a ello, Broca, en carta dirigida al tercero y fechada en el año de 1864, defiende el término de “Aphemia”. Como hoy se reconoce, este síndrome se denomina “Afasia”.
Como también registra la historia, hacia el año de 1891, Sigmund Freud (creador del psicoanálisis y neurólogo, que no psiquiatra) publica su libro Ueber Aphasie, texto en el cual elabora una crítica demoledora a la teoría de la Afasia en boga y desbarata de un modo contundente las ideas “frenológicas” y “localizacionistas” que subyacían a éstas.
Como quedó demostrado, el Modelo Teórico de la Afasia dominante en esa época, conocido como el Modelo Lichtheim-Wernicke era insostenible teórica y prácticamente. Quien se encargó de evidenciar las limitaciones del mismo; como recién señalé, fue Sigmund Freud quien, hasta el año de 1900, con la publicación de su Interpretación de los Sueños se despega de la neurología y crea el psicoanálisis.
Todavía más, hacia los años de 1895-1897, Freud prepara un manuscrito intitulado Proyecto de una Psicología para Neurólogos que, según mi apreciación, ocupa el espacio intermedio o, metafóricamente dicho, le sirve de andamio para saltar de la neurología al psicoanálisis, que no a la psicología.
Según Freud: “La finalidad de este proyecto es la de estructurar una psicología que sea una ciencia natural; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales especificables, dando así a esos procesos un carácter concreto e inequívoco”.
(CONTINUARÁ)