El que nada debe ¿Nada teme?
En opinión de Carlos Morales Cuevas
La violencia se ha normalizado, frase ya de lugar común, dicen. Morelos es tierra de nadie, dicen también; yo creo que no, que es tierra de todos, no de todos los que la habitamos¡Claro que no!, sino de todos los que tienen el poder de hacerse pasar por dueños de ella; de aquellos que son tan dueños que pueden cobrar “derecho de piso”, que pueden salir a secuestrar, robar, matar, “levantar”, y tantas otras actividades de moda; moda entendido en el sentido estrictamente matemático; es decir, el de la repetición.
¿Alguien lleva la cuenta de los asesinados en Morelos en los últimos tiempos? ¡Imposible! Podemos ver a muchos muertos, pero aún no vemos a través de las paredes, por debajo de la tierra; aún no vemos con los ojos cerrados.
La muerte violenta es cada vez más violenta. La frase no es meramente redundante, ojalá y simplemente lo fuera; lo redundante son los balazos, las desapariciones forzadas, y todo eso que los medios de comunicación venden como Nota roja.
Hay quien afirma que le están incendiando la casa al Lopezobradorismo, y eso parece posible; pero quien dude, que hace un rato ya, que está en llamas la cuna del General Emiliano Zapata, con el debido respeto, no tiene la más remota idea de lo que es un incendio de gran magnitud.
Si hablamos de llamas, casi por antonomasia, podemos pensar que los indicados para resolver el problema, son los bomberos; pero el jefe, en este caso, el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, tampoco sabe nada de incendios; bueno, si nos sinceramos un poco, podemos decir que en realidad no sabe nada de eso ni de prácticamente ninguna otra cosa.
Los muertos los pone el pueblo, desafortunadamente es también otra frase que podemos catalogar de “lugar común”. En los últimos días (muchos días ya) invariablemente tenemos muertos para comentar durante cualquier sobremesa; y no es que carezcamos de capacidad para hablar de otros temas, sino que a pesar de que no vemos a todos los muertos, sí vemos a unos cuantos que tienen la puntería de dejar la vida tirada en alguna calle, o en algún “lugar público”; otros de plano hacen de su muerte involuntaria un espectáculo con asistentes (también involuntarios), con cámaras, etcétera. Un escenario desgarrador sin duda alguna.
Ahora bien, ya que por petición del gobernador morelense, Cuauhtémoc Blanco Bravo;el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, decidió que nuestra tierra (ya quedó claro que esto de “nuestra” es un mero decir y nada más) esté incluida en el primer bloque de las entidades en las que comenzará a actuar la Guardia Nacional, quizá haya algunos que tengan fe en que la presencia de dichos uniformados apaciguará la violencia; sin embargo, hay un problema innegable: esto no se trata de un acto de fe.
Recordemos también, que en palabras del Almirante José Antonio Ortiz Guarneros, quien es Comisionado Estatal de Seguridad Pública en Morelos, el Plan de Seguridad Estatal se apega al Plan Nacional y, por ende, pretende “combatir la violencia sin violencia” (sic). Lo que significa, según los entendidos, que dichos Planes aspiran a atender la violencia desde sus causas originales; cosa que estaría muy bien, si se pudiera poner a la violencia en stand by durante algunas generaciones, en lo que la estrategia comienza a dar sus frutos ¿Luego entonces…? (para no salirnos del contexto y seguir redundando) Pues nada, parece que el panorama pinta borrascoso y que habrá que seguirse encomendando a la deidad de la preferencia de cada morelense, o al menos a la que mejores garantías en materia de seguridad ofrezca. Morelos, lamentablementeestá tan mal, que hay tantas balas que han perdido ya la brújula, como muertos en nuestro día a día; así que hoy, mañana, o vaya usted a saber cuándo, cualquiera podría pagar, sin deberla ni temerla, la ineficacia, corruptela y estupidez de los gobiernos de los últimos tiempos.
En fin, ya veremos (si sobrevivimos), dijo un ciego.