El gigante olvidado
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Por más que varios bulevares llevan su nombre, nos acordamos mucho más (aunque no sin razón) de Juárez, Ávila Camacho o Cárdenas. Sin embargo, no darle el debido reconocimiento a don Adolfo Tomas Ruiz Cortines como uno de los mejores presidentes de nuestra historia, es ser víctima de la ignorancia.
Nacido en Veracruz en el penúltimo día de un lejano 1889, Ruiz Cortines, a pesar de sus escasos estudios, desde su juventud se encaminaría a convertirse en una figura importante, primero a través de su carrera militar como revolucionario, y luego ya en su “vejez” siendo el elegido por Miguel Alemán como candidato a la presidencia. Pero este “anciano”, del cual dudaron varios gobernadores, no tardaría en demostrar una vez más que era un líder avispado, sobrio, serio y honesto.
A pesar de que ejerció una política de austeridad, gracias a una administración impecable, logró impulsar múltiples proyectos de infraestructura, además de crear el Programa de Bienestar Social Rural, el Instituto Nacional de la Vivienda, promovió una ley para reformar la Constitución y así lograr reconocer el derecho de las mujeres al voto en 1953, seguido de impulsar fuertemente la educación e iniciar un proyecto para subsidiar las universidades de todo México. Pero también supo manejar una crisis y devaluación, al grado de lograr un alto crecimiento económico, incrementar el salario de los trabajadores e incluso instaurar la gratificación anual del “aguinaldo” para servidores públicos.
Una política de austeridad sí puede ser el camino para el saneamiento y crecimiento económico, pero solo si surge de la verdadera sobriedad, y no de un mero intento para ganar votos, queriendo alimentar el ego de un megalómano