El Agente Número 3 y otras historias de espionaje y disidencia.

En opinión de Aura Hernández

El Agente Número 3 y otras historias de espionaje y disidencia.

“Donde hay poder, hay resistencia al poder”.

Michel Foucault.

 

La historia que les contaré no es sobre Ayotzinapa, y lo es a la vez, aunque haya ocurrido hace 60 años. Lo es porque hay patrones que se repiten. Lo es porque al espionaje y a la infiltración en movimientos sociales disidentes del régimen siguió la tragedia. Lo es porque revela un antiquísimo modus operandi de control social y lo es también por los agentes del Estado que participaron tanto en el espionaje como en la represión. En el caso Ayotzinapa, había que agregarle un nuevo agente: el crimen organizado. Y no es, sobre todo, porque la historia que contaré es una historia de impunidad y en el caso Ayotzinapa, esperamos que este sea el principio del encuentro de la justicia y la verdad.

Esta es la historia, que quienes tenemos edad para contarla, la hemos visto repetirse una y otra vez, y otra vez, y otra vez:

[…] “el Agente Secreto Núm. 3; por razones de servicio y para los efectos de control, fue comicionado(sic) para que por todos los medios posibles mantuviera informada a la Dirección sobre las actividades que desarrollara(sic) los dirigentes del naciente núcleo de población llamado Otilio Montaño. En desempeño de su servicio fue como integrante y dirigente a la vez de los que el próximo pasado mes de febrero tomaron posesión de los terrenos denominados MICHAPA Y EL GUARÍN; y con este carácter fue apresado, junto con otros individuos permaneciendo actualmente recluido en la penitenciaría del Estado víctima del cumplimiento de su deber” [...]

De acuerdo con el informe que presentó Gustavo Ortega Rojas, director de Seguridad Pública del estado de Morelos en 1962, la detención por miembros del Ejército del Agente Número 3, infiltrado en el movimiento jaramillista ocurrió en el desalojo de éstos de los llanos de Michapa y el Güarín el 15 de febrero de ese año. Este desalojo, precedió al procesamiento penal de varios jaramillistas y al asesinato, tres meses más tarde, de Rubén Jaramillo y su familia.

El agente Número 3, no informó a sus captores que se encontraba en una comisión de trabajo pues confió en que sería excarcelado con la intervención de las autoridades del estado. Sin embargo, la situación se complicó debido a un Agente del Ministerio Público implacable y a que el tipo de delitos imputados eran de orden federal y considerados graves (narcotráfico, despojo y portación de arma prohibida).

Aparte de que lo clandestino era la naturaleza de su trabajo, el Agente Número 3 intentó mantener en secreto su identidad porque temía represalias dentro de la cárcel donde también se encontraban jaramillistas detenidos junto con él, y lo hizo hasta que al abogado designado por el Gobierno lo convenció de que, para obtener su libertad, debía declarar que su detención ocurrió mientras cumplía una comisión de trabajo.

Pero también, por una especie de orgullo dentro del movimiento, pues no sólo militó en él si no que se convirtió en una persona muy cercana al dirigente Rubén Jaramillo. Su activismo era razonable porque todos los campesinos que participaron en la toma de los llanos de Michapa y el Güarín sabían que era depositario de la confianza del dirigente campesino.

A él confió Jaramillo la custodia de los documentos que acreditaban que la colonización de los llanos de Michapa y El Guarín había sido autorizada por las más altas autoridades del país. A él encargó el resguardo de los mosquetones de la Revolución con que se vigilaba la seguridad del campamento, y fue él quien salió al encuentro de los militares y entregó sin menor resistencia los documentos que tenía en custodia y las armas.

Fue él quien portó un arma de uso prohibido ante los federales para agravar los cargos penales de los jaramillistas. Fue él quien se cargó en el morral porciones de marihuana para agregar al listado de delitos que se les adjudicaron el de “delitos contra la salud”. Y fue él quien señaló a Jaramillo como el instigador “del despojo” a los “propietarios” de Michapa y el Güarín, que después que permitió configurar otro delito grave a los jaramillistas.

El Agente Número 3 tenía una larga historia en el espionaje del gobierno del estado a los grupos disidentes. En 1958 sin pertenecer a la comunidad estudiantil, se unió al grupo de estudiantes de la escuela de Derecho de la Universidad de Morelos que organizó un movimiento para lograr la autonomía universitaria y destituir a un rector impuesto por el gobierno.

En agosto de 1958 este movimiento terminó con un operativo de recuperación de la universidad por un comando militar que balaceó a los estudiantes y encarceló a varios de ellos. Con el tiempo, esos estudiantes conformaron lo que llamaron después el Movimiento 26 de agosto y que logró finalmente la autonomía universitaria.

Aparte de haber sido un destacado jaramillista y un luchador por la autonomía universitaria, el Agente Número 3, era miembro de las fuerzas de seguridad del estado y desapareció de la escena como héroe porque su identidad no fue, hasta donde sé, conocida por los activistas a los que espió.