DELAY - Simplicidad y fineza
Leonardo Compañ Calzada en Cultura
Dulce tinta de agua que pinta el rostro en eterno resplandor, la belleza resguarda la verdad en confusión. Sin un solo suspiro, el atardecer recorre los límites de la visión, ocultando la inmensa estrella que nos abriga con su luz. En ausencia del calor, la lucidez del blanco color le hace compañía al obscuro esmalte, y con su alineada formación, conforman el mapa que guiará al solitario caminante entre los confines del maravilloso cosmos.
En esta ocasión, por su noventaicuatroavo aniversario luctuoso, recordaremos a un personaje de suma importancia para la historia de la música, una gran influencia por ser el precursor del Minimalismo, el Serialismo y del Impresionismo. Alfred Eric Leslie Satie, mejor conocido como Erik Satie, compositor y pianista de origen Francés, nacido en Honfleur el 17 de mayo de 1866 y fallecido en París el 1 de julio del año 1925. Sus primeras lecciones musicales fueron a través de un organista local, donde demostró una buena disposición para la música. Años más tarde, en 1879 ingresó al Conservatorio de París a la clase de Émile Descombes (1829 – 1912), uno de los últimos alumnos del virtuoso compositor y pianista polaco Frédéric Chopin (1810 – 1849). Pero Satie fue etiquetado inmediatamente por sus maestros como un estudiante muy flojo, con algunas fallas técnicas ,al poco tiempo fue expulsado y enviado de regreso a casa. Podemos conocer algunos comentarios que hacían los maestros de Satie en los informes del Conservatorio sobre sus interpretaciones, gracias al libro del musicólogo británico Robert Orledge, titulado “Satiethe Composer” (Satie, el compositor), donde dice lo siguiente: Descombes escribe sobre Satie en 1880: “Calidad en el tono; escaso criterio para medir los compases; debería trabajar más duramente. Estudiante muy dotado pero muy haragán”, también en 1880, el compositor de ópera Ambroise Thomas opinaba que “podría hacerlo mejor, pero no trabajaba lo suficiente”. Émile Descombes, afirmaría un año después: “El estudiante más haragán del Conservatorio. Sonido agradable. Espléndido ataque. Tiene excelentes cualidades que el trabajo duro puede desarrollar. Lectura con esfuerzo”. En 1882 fue rechazado por el Conservatorio, ya que no alcanzó los requerimientos mínimos que exigían al alumnado. Años más tarde, volvió a ser aceptado en clase de piano, pero no aguantó mucho en esa segunda oportunidad, pues en noviembre de 1886, por la falta de “interés” o entusiasmo, y a problemas con varios profesores, se decidió a hacer su servicio militar de forma voluntaria por un periodo de tres años, pero no duró más de cuatro meses debido a una enfermedad. Esto fue a causa de que Satie, cansado del ejército, salió sin camisa a cielo abierto, exponiéndose al frío de la noche en pleno invierno, provocándole una bronquitis aguda, y apartándolo del servicio militar definitivamente. Bien es sabido que Erik Satie nunca tuvo simpatía por los principios de la academia, prueba de ello es su “Carta abierta al Conservatorio”, que muy probablemente no envió. Escrita en 1892, demuestra en ella su desprecio por la institución, la cual está anclada a unos métodos de enseñanza tradicional y cerrada a cualquier innovación.
En las Gimnopedias, Satie reduce la música a su esencia más pura, sin tener algún artificio o ambición, es por lo que Erik Satie, se sitúa en un plano que es contrario a las fuerzas dominantes del último romanticismo, tal como lo vemos con la grandeza en las obras, el cromatismo y la intensidad pasional. Citando al poeta, novelista, ocultista, dramaturgo, diseñador, pintor, cineasta y crítico francés Jean Cocteau (1889 – 1963), “la música de Satie, va completamente desnuda”. Ya que economiza los medios hasta el límite, utilizando material compartido en las distintas piezas, afirmando como dice Mary E. Davis, citando a Roger Shattuck (1923 – 2005), que una misma idea musical es estudiada “brevemente desde tres puntos de vista diferentes”. Aplicando está idea en las indicaciones de carácter de las tres Gymnopédies o Gimnopedias, muy parecidas entre ellas: Primera Gimnopedia: lenta y dolorosa. Segunda Gimnopedia: lenta y triste. Tercera Gimnopedia: lenta y grave. Pero a pesar de que el carácter es pausado, encontramos un aire dancístico, insinuado por el tiempo ternario de las tres piezas, recordándonos la medida de un vals. Contrario a esto y a través de la regularidad rítmica que aparece en el acompañamiento, permaneciendo en las tres piezas, la Gimnopedia nos trasmite un efecto estático. En el acompañamiento y en la melodía, encontramos tintes modales. La línea melódica es fluida, pero ésta no tiene un gran desarrollo, conservando una gran simplicidad con ideas que se repiten y se yuxtaponen. También vemos que la armonía está ligeramente alejada de lo tonal, presentando algunas disonancias y el uso de texturas muy simples.
Dentro de todas las anécdotas, estudios, análisis y biografías de Satie, podemos encontrar a un genio musical que no le interesa desarrollar un papel de músico virtuoso en su carrera como pianista y compositor por la complejidad técnica, si no que con la simplicidad, la economía de sonidos, armonías, melodías, ritmos y contrapuntos, nos expone la sencillez con la que puede alterar nuestras emociones, hasta el punto de sensibilizarlas para poder sentir la belleza en cada nota. Desnudando nuestra alma para abrigarla con fina elegancia entre los acordes de su universo musical.
Links: Erik Satie – Gymnopédies:
https://www.youtube.com/watch?v=_fuIMye31Gw
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