De la familia y la cuarentena
En opinión de Amador Ocampo Flores
Desde el mes de marzo debido a la pandemia del coronavirus por disposición oficial nos tuvimos que ausentar de la mayoría de los espacios en los cuales realizábamos diferentes tipos de actividad, ya sea del lugar de trabajo, centros recreativos y de socialización, de la escuela e inclusive de la calle. Y empezamos a habitar 24 horas por siete días a la semana nuestras casas. Esto ha propiciado que la mayoría de los integrantes de la familia se encuentren más tiempo en el mismo espacio.
Se pensaría idílicamente que es un buen momento para aumentar la convivencia entre los diferentes miembros de la familia, hacer actividades juntos, conocernos más y un sinfín de cosas que pensamos que se podrían realizar en este periodo de tiempo. En algunos casos quizá fue posible, en otros se intentó y otros más ni se pensó.
Entonces… ¿qué pasa cuando los miembros de una familia se encuentran? Es una pregunta difícil de contestar pues depende de la propia historia de la familia y la propia dinámica familiar. Debido a que diferentes personalidades, gustos, intereses y motivos de cada integrante de la familia empiezan a confluir unos con otros en donde el desenlace es incierto. Debido a esto hay que analizar varios aspectos para llevar a nuestra familia a buen puerto. A continuación, se enumerarán algunos puntos a considerar.
El primero, crear espacios propicios en donde se puedan encontrar y reconocer los diferentes actores, puede ser la hora de la comida, ver alguna película, etc. un espacio donde se pueda hablar con el otro, sobre situaciones actuales o situaciones del pasado sin forzar a hablar. Ahorita se tiene la ventaja de que ya estamos todos presentes, quizá sea buen momento para reconocernos.
El segundo, permitir que los integrantes de la familia tengan espacios de individualización, espacios que sean solo de ellos donde puedan desarrollar actividades de interés propio e incluso actividades personales que les permitan formar su individualidad y por consiguiente llegar a la formación de la autonomía.
Tercero, no enfrascar a la familia en proyectos muy ambiciosos o proyectos postergados por años ¿qué les hace pensar que algo qué no se hizo en mucho tiempo se puede resolver por generación espontánea? Todo requiere tiempo. Poner proyectos grandes en estos momentos puede generar tensiones al interior de la familia, estrés y sobre exigencia en todos los miembros. Esto puede deteriorar las relaciones familiares y constantes fricciones en casa.
Cuarto, tratar de mantener los ritmos de la familia como: hora de sueño, actividades recreativas, descanso, comida, aseo e higiene, etc. Mantener un ritmo hace que sigamos manteniendo la estructura, al mantener la estructura se tiene mayor seguridad y control de los eventos disminuyendo la ansiedad y el estrés. Debemos recordar que eventualmente regresaremos a todos los espacios que hemos habitado.
En estos momentos de incertidumbre, la familia puede ser el último baluarte de protección que brinde seguridad y certeza a los miembros de la familia sobre todo a los más pequeños.