Cuando sea demasiado tarde… - Vicisitudes de la vialidad

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Vicisitudes de la vialidad

¿Qué tal, querido lector? Una vez más nos encontramos entorno a estas letras para celebrar el paso de una semana más de vida y salud moderadamente estable. Las noticias de la semana estuvieron harto variadas. Le encontraron otra casa al hijo del López y luego los vieron en un vuelo en primera clase a Barcelona, supongo que se puso triste el muchacho y hubo que consolarlo, así que vámonos a unas saludables vacaciones familiares en Barna (además de los 100 millones de pesos que se han encontrado en contratos que, en palabras del pelmazo en turno, son poca cosa). Personalmente va para un año que no salgo de vacaciones, y fuimos a Acapulco a darnos un baño de pueblo y mar. ¿Cómo van sus planes de vacaciones para este verano? ¿Tierra del Fuego? ¿Tal vez Capadocia, para ver el festival de los globos aerostáticos? Supongo que uno se puede consolar yendo a Teotihuacán, pero no recomendaría subirse a una de esas cosas por aquellos lares.

            Las noticias han sido una constante en estas últimas semanas. Entre el fentanilo que se supone que viene de China, que los chinos dicen que no es de ellos y que la bronca es de los gringos, el desgobierno de nuestro país insiste en colgar culpas en todos menos en la casa propia. Tampoco vamos a ahondar en el tema de Segalmex y las baterías que se venden en Polonia, o que tal hecho tal vez esté relacionado con la cancelación del INAI, ya ve usted que el cronómetro ya viene haciendo tick tock (el teléfono el teléfono hace rin rin) para el 2 de junio de 2024, escasos 13 meses. Sin embargo, ya ve usted que el tema de la movilidad es de mis favoritos, y de siempre he dicho que una manera de medir la temperatura social es a través de la agresividad vial. Mientras más agresiva sea nuestra manera de conducir, más es evidente el estado de resentimiento social que se vive por las particularidades que estamos viviendo. El Commander in Absence casi no ha figurado estas semanas, el ayuntamiento de Cuernavaca simplemente ya no da la nota (y mire usted que para cómo están las cosas, tal cosa es un logro), aunque habría que tomar en cuenta que la nota de la semana fue que se está en pláticas para reforzar la seguridad de la capirucha guayaba.

            Esta semana pude ver dos hechos viales que me dejaron bastante impactado al respecto de las características de las circunstancias en la movilidad. El primero de ellos es sencillo y diría que, hasta habitual. Sin embargo, no deja de darme vueltas en la cabeza. Circulaba su servidor sobre la autopista en el carril de alta velocidad, a unos 100 km/h. Delante de mí había un auto compacto y detrás de mí otros dos o tres autos de moderado tamaño y marca, nada espectacular. Llamó mi atención que el auto que circulaba frente a mí solicitaba el paso al vehículo que venía delante de él, cosa que no parecía rendirle grandes frutos. Al final, tal conductor decide rebasar por la derecha en una oportunidad y lo consigue con poca dificultad. La escena que aparece ante mis ojos no ha dejado de alarmarme en toda la semana. Circulaba por el carril de alta velocidad un muchacho de unos veinte años, con una muchacha de moderadamente la misma edad, apretada fuertemente contra él, ambos en una motocicleta de no más de 300 cc. Detrás de mí ya se habían acumulado unos ocho o diez coches, y podía ver que comenzaban a perder la paciencia. No había habido oportunidad de rebasar por la derecha, pero en cuanto la hubiera, la cosa se podía poner interesante (por decirlo de alguna manera). Supongo que después de 10 minutos o así, el muchacho se cansa y decide pasarse al carril de baja velocidad para permitirnos a todos pasar. Cuál es mi sorpresa descubrir que la muchacha viene apretando férreamente al muchacho con el brazo derecho, mientras que con el izquierdo aprieta contra sí un bebé. Apenas es visible, un pequeño bulto envuelto en una cobija de bebé (ya ve usted mis poderes de deducción, pudo haber sido un balón de futbol americano), pero cabía perfectamente en el cuenco de su brazo izquierdo. ¿De dónde vendrían? ¿A dónde iban? ¿Cuáles fueron las circunstancias que los orillaron a transportar a un bebé de meses en una motocicleta de poca potencia en el carril de alta velocidad incordiando a la mayor cantidad de vehículos posibles?

            El segundo hecho tiene que ver con el transporte público colectivo de la ciudad de Cuernavaca, ya ve usted que el presidente municipal (que aún no tiene apodo y todo apunta a que se irá limpio en tales menesteres, en realidad creo que es poco trascendente) ha manifestado querer modernizar la ciudad de Cuernavaca. Bajo el puente de Boulevard Cuauhnahuac, para dar vuelta en U a la altura de la Fiscalía, pude ver a una poderosísima “rush” embestir un deportivo negro debido a que el deportivo tuvo la osadía de impedir su paso sobre la avenida. Esa incorporación es muy complicada, los coches que se quieren dar la vuelta o incorporar a la autopista deben de enfrentar a los coches que vienen sobre la avenida sin la más mínima intención de ceder el paso, lo cual ocasionó que el deportivo quedara mal acomodado a la mitad de la vía. Pues bien, el conductor del transporte público colectivo manifestó su desacuerdo impactando el deportivo para hacerle saber cuál es su lugar en la sociedad. No pareció haberle hecho mucho daño, y su servidor ya iba tarde a clase por lo que me tuve que retirar, pero si conocen ustedes a tal conductor (no dude usted que haya presumido la hazaña con sus compañeros), dígale que el transporte público es la primera línea de bienestar en una sociedad. No creo que sea necesario invitarlo a leer estas líneas (porque es posible que no sea capaz de hacerlo), pero si de verdad está orgulloso de sus acciones, poco hay para hacer por su persona y su salud mental, ya deje usted la de sus hijos.

            Sin embargo, me dio la idea para otro proyecto que por ahora no puedo llevar a cabo (tengo un libro de capítulos y mi primer novela para estos meses), pero lo estaremos realizando el siguiente semestre. Ya estaremos platicándoles los hallazgos por las vías académicas y tal vez hasta me anime a compartirles un poco de los resultados por aquí.

Por ahora no queda más que esperar, todavía quedan cinco semanas de clases y mucho trabajo por hacer, porque el semestre no ha muerto, pero ni el calor podrá adelantar sus semanas.