Cuando sea demasiado tarde… - Una raya más al tigre.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Me esperé hasta la conferencia de prensa que el Dr. Enrique Graue Wiechers, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, ofreció al respecto de los señalamientos de plagio de la tesis de licenciatura de la aún Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la todavía Dra. Yasmin Esquivel Mossa. El mensaje es escueto, no duró más de 30 minutos, y no abonó mucho a la discusión. La tesis de la ministra Esquivel está plagiada del trabajo de uno de sus compañeros, rescindieron el contrato de la directora de tesis responsable, y se está trabajando todavía en el análisis del caso. Al final cierra con el argumento más importante, aunque considero que valdría la pena enfatizarlo más: el procedimiento. La poquita experiencia que tengo en administración universitaria me enseñó que las cosas se hacen al pie de la letra, y en este caso, la letra es el estatuto universitario y todos los reglamentos derivados. Los reglamentos universitarios son tan complejos que se requiere de un gran número de abogados para guiar el trabajo administrativo académico. Como bien sostiene el Dr. Graue, el Rector no se puede salir del marco de la legislación universitaria. El presidente López vive en un mundo en el que la ley no le aplica a él, no me vengan con que la ley es la ley porque interfiere con que su santísima voluntad se cumpla. Lamentablemente, el resto de los mortales, incluyendo el Rector de la UNAM, sí estamos sujetos a tales marcos.
He consultado con varios colegas, unos abogados y otros que han trabajado en niveles superiores de la administración universitaria, y el resultado es que no hay consenso. Los abogados dicen que sí es posible quitarle el título a la ministra, pero la experiencia en menesteres relacionados con los servicios escolares manifiesta que el tema no está tan claro. Por lo general, las instituciones deben cumplir con un gran número de requisitos para poder expedir títulos, y el estudiante debe cumplir con los requisitos académicos para obtenerlo. Una vez que la institución determina que el estudiante merece un título, realiza una serie de actos burocráticos que termina en la entrega del documento al estudiante. Una vez que se expide y se entrega, ya es de él o ella. La única figura que tiene la atribución de “quitar” lo que sea en este país, es el poder judicial (y el crimen organizado, pero eso es harina de otro costal).
Ahora bien, la UNAM empieza por el camino correcto, por lo académico. ¿Cometió plagio? Pues bien, la tradición académica, para casi todos los menesteres de su cotidianeidad, navega a través del “consenso de pares.” ¿Qué es el consenso de pares? Pues la institución selecciona a un grupo de especialistas en la materia que se reúna para determinar un hecho, en este caso determinar si se cometió plagio. Vamos, todos leímos la tesis de la ministra y para mi siempre y muy humilde punto de vista, la tesis está plagiada. Sin embargo, firmar un dictamen que diga que tal tesis de tal estudiante está plagiada es un documento legal, por lo que tal documento debe realizarse por consenso de pares. Un grupo de especialistas se sentó a leer la tesis, discutir los elementos, y en conjunto tomar una decisión. No es el Rector, ni la Dirección de la FES Aragón, ni ninguna otra figura de autoridad de la Universidad.
El Dr. Graue sostiene que, en compañía del equipo de su Abogado General, ya se determinó que la tesis es plagio, y se rescindió el contrato de la directora. La única pregunta que queda es si el título es válido o no. La Secretaría de Educación Pública se lavó las manos, no se le puede quitar el título a la ministra. ¿Por qué? Porque sólo el poder judicial tiene esa atribución. Un título universitario es un bien, si fuera fácil obtenerlo, uno no necesitaría navegar los pasillos de una universidad por 5 o 6 años para conseguirlo. De la misma manera, al rato todas las universidades estarán quitando títulos a diestra y siniestra porque por supuesto el mundo académico está completamente exento de sus vicisitudes políticas.
Políticamente, la ministra se encuentra al final de su carrera. Personalmente sostengo que no se puede juzgar a una persona por el más grande de sus errores, pero pensaría que una cosa de esta naturaleza tiene sus consecuencias en el mundo de los abogados, quienes tampoco tienen su lado político. Me duele que la lógica de tener figuras de autoridad con antecedentes impecables es una cosa del pasado. Tengo por ahí en el recuerdo otro escándalo de otro ministro al que se le encontró que no pagaba su pensión alimenticia porque su niño tenía necesidades especiales. No recuerdo los detalles, pero diría que en aquél entonces, dicho personaje sí presentó su renuncia. Dado que desde hace más de un sexenio la ley y la reputación en la política son papel de baño, al rato vamos a tener a Sergio Andrade como ministro de alguna corte.
Por lo pronto, la cosa se pone más interesante. Sigo viendo que el tema de la reelección está en el aire (hasta viaja por las redes el hashtag #quesigaamlo), el metro está a dos de colapsarse pero los polidados de alguna manera lo impedirán, en Cuernavaca ya comenzaron los meseros a exigir propina a base de golpes, casi no se dijo nada de García Luna, y ya viene la tercera temporada de The Mandalorian (para todos aquellos que gustan de espetar un “Dank Farrik” de vez en cuando), y como siempre, apreciado lector, si no tiene usted a qué salir, le ruego no lo haga, que la vergüenza en México no ha muerto, pero ¿qué necesidad se tuvo de ella desde un principio?