Cuando sea demasiado tarde… - Supervivencia Vial: La Mujer y la Movilidad.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Supervivencia Vial: La Mujer y la Movilidad.

¿Qué tal, estimado lector? Nuevamente nos encontramos por aquí, para congregarnos entorno a estas líneas que cada vez me cuestan más escribir. No pienso que mis capacidades de lecto-escritura se encuentre comprometidas, para la decepción de muchos de mis fans, es sólo que la cantidad de ruido que hubo esta semana fue simplemente arrolladora. Aproveché que se publicó la última entrega de la línea de Supervivencia Vial, la cual lleva como subtítulo “Cultura del Riesgo” (Dorantes-Argandar, 2023), y que la siguiente entrega (de la cual no les voy a spoilear el subtítulo) ya está en marcha, para darme la libertad de pensar en la maqueta del siguiente libro, a ver cuántas colegas mías se animan a participar.

            Esta idea nace a partir de la constante impotencia que siento cada que una amiga, colega, estudiante, o desconocida me dice algo así como “me voy a ir caminando a mi casa, al fin que hace bueno” o cualquier frase similar que cualquiera de ustedes han escuchado en circunstancias moderadamente similares. Yo no sé lo que es ser mujer, me gusta ser hombre y me considero afortunado de serlo. No porque considere que ser mejor ser hombre que mujer, pero sí porque considero que (por lo menos) vivir la maravilla de la menstruación y el parto es algo que simplemente agradezco no tener que padecer. He visto (y ayudado) a suficientes mujeres sufrir los síntomas fisiológicos del síndrome premenstrual, que me ha dejado muy en claro de que no tengo la más remota idea de lo que sufren en estas o cualquiera otra de las circunstancias en situaciones relevantes. Sin embargo, eso no quiere decir que no vea las cosas, que no vea las noticias o que no me entere de lo que dicen mis amigas, colegas, estudiantes y desconocidas.

            No me voy a descocer en estadísticas y noticias al respecto del feminicidio y la agresión sexual en esta ciudad o cualquiera del país (por quedarnos en lo local) porque prácticamente ya no sirve de nada. Morelos tiene, ¿qué? ¿ocho municipios en alerta de género? ¿y eso qué ha resuelto? Creo que hasta ya no hace diferencia ser mujer u hombre, salir a la calle le puede significar a usted o a cualquiera de los suyos una sobredosis de plomo o fierro por intención o por accidente. Así que me di la libertad de redactar estas líneas, para dar por lo menos un par de consejos para todas aquellas mujeres (y casi que, para cualquiera, invariablemente de su sexo, género, orientación sexual o todo lo demás) con el fin de (tal vez) poder sobrevivir una semana más en este país que no tarda en colapsarse (ya digan la neta, ¿quién se surtió al López?).

            Así que aquí va una serie de consejos, ojalá les sirva de algo para llegar a sus casas al final del día en las mismas circunstancias en las que salieron de ellas al inicio de éste:

·         Prima por encima de todo la prevención. No importa si te sabes cuidar, o si te sientes segura, o si es tu camino habitual: tienes que asumir que en cualquier momento te van a agredir. En el mejor de los casos, te dirán de cosas y ya (cosa que no se condona en ninguna circunstancia). No puedes confiar en nadie y tienes que anticiparte a la mayor cantidad de posibilidades de que sufras daño. Esto incluye mirar por encima de tu hombro cada cinco segundos, traer la bolsa cerrada en todo momento (además de cuidar tus pertenencias), y no caminar por donde te de miedo. “Nada más es un callejón,” “nada más es una farola apagada,” “nada más es un grupo de borrachos.” Es mejor caminar dos calles más y regresarte, que pasar por ahí.

·         Si no te sabes defender, huye. Traer las llaves en el puño sólo hará que te rompas los dedos de las manos. Si no llevas por lo menos un año estudiando cualquier forma de defensa personal, no te sabes defender. Huye. Correr es tu mejor opción. Si traes gas pimienta, lo tienes que traer al cinto en todo momento y saber cómo se usa (permítame, señor maleante, en lo que extraigo de mi bolso mi gas pimienta, que no lo encuentro). Hoy en día que tan de moda está el fitness: piecitos ¿para qué los quiero?

·         Alguien tiene que saber en todo momento dónde estás. Dile a tu mamá, dile a una amiga, primo, pariente, sobrino, hermano, papá… tu seguridad está por encima de cualquier travesura. Consumir bebidas alcohólicas (o cualquier otra sustancia) más allá de las cinco de la tarde puede significar que no regreses. Una vez que pierdas el control de tus circunstancias, el resto ya sólo es cuestión de probabilidad. Anticipa tus salidas y consume en tu casa o en casa de alguien donde pernoctarás. Una tarde de diversión no vale el resto de tu vida.

Los siguientes cuatro meses van a ser muy difíciles. No me importa quién gane porque de todos modos nos van a llevar al rancho del López el año que viene. Nadie nos va a defender. ¿Esa canción de “y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”? Cántensela a la Secretaria de Seguridad, al Presidente Municipal, al Commander in Absence (que ayer estuvo muy present), al Fiscal, al Comandante, al Cártel (el que ustedes quieran), o al mismísimo pelmazo en turno. Mientras son peras o son manzanas, la que no vas a regresar eres tú y te juro que serán semanas antes de que se vuelva a saber de ti.

Porque la seguridad no ha muerto, pero les prometo que no vamos a sobrevivir el siguiente sexenio.

           

 

Dorantes-Argandar, G. (2024). Supervivencia Vial: Cultura del Riesgo. Cuernavaca, Morelos: Editorial UAEM.