Cuando sea demasiado tarde… La muerte de la estadística

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… La muerte de la estadística

Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a un evento sobre la Violencia en Morelos. He de admitir que la organización del mismo pudo haber estado mejor, pero esto se debió a que pretendía tener un formato muy original. La idea de conjuntar política, medios, y academia, me parece muy original y en definitiva es un buen intento por acercar a aquellos que generan el conocimiento con aquellos que se deberían de beneficiar de ello, y aquellos que lo promueven. No me pude quedar todo el evento por razones de trabajo y personales, pero me fui muy enriquecido y conocí a dos personas que más adelante buscaré para trabajar con ellos.

Sin embargo, hubo un hecho que me llamó la atención. Ya sabía de él, ya sabía de ese fenómeno que está promoviendo que la dinámica social, académica, política y económica del país se estanque, y es la muerte de la estadística. La estadística no es una ciencia exacta, dura; he conocido matemáticos que me han desdeñado por pretender hacer ciencia a partir de la estadística. “No se puede hacer toma de decisiones con datos inexactos, Gabriel” me dijo alguna vez un colega matemático. La estadística busca precisamente abstraer la realidad a través de criterios compactos que nos permiten realizar una mejor toma de decisiones. En efecto, no es exacta, pero aquellos que nos consideramos descendientes académicos de Jakob Bernoulli, Friederich Gauss, y Amos Tversky, hemos aprendido a vivir con ello. La estadística es arte, así como es ciencia. La frontera entre uno y otro no está claramente dividida entre uno y el otro.

Entonces, en este mundo inexacto e improbable, nos hemos hecho maestros de la toma de decisiones. ¿Por qué se desdeña a la estadística? Porque tiene margen de error. Hoy en día, lo más importante son los resultados de las decisiones, más allá de la decisión misma. ¿Por qué hay un centro comercial en esta avenida? Porque tiene el propósito de promover el comercio, el flujo de capitales y la economía en general. Nadie se preguntó si era necesaria un centro comercial sobre esta avenida. Nadie se preguntó si beneficiaría a la comunidad en la que se estableció. Nadie se preguntó cómo afectaría la vida de aquellos que pertenecen a la comunidad. Nadie se preguntó si afectaría a la movilidad. Nadie se preguntó si impactaría al medio ambiente. Nadie se preguntó si era necesario hacer un estudio estadístico, porque no sólo sería inexacto, sería incómodo. 

Tiene algunos años que me dedico a estudiar la movilidad y el tránsito vehicular. Hay miles de millones de estadísticas que se pueden generar de los datos que ya hay. Durante un periodo se mantuvo la estadística de los puntos carreteros más accidentados del país. Cosa curiosa, el libramiento de Cuernavaca es uno de los 10 puntos negros más accidentados del país. Pues bien, como se atravesó el sexenio de Peña Nieto y se instauró una política institucional casi salida de los manuales de Josef Goebbels, fue más fácil eliminar la estadística de los 10 puntos negros carreteros del país, que resolver la accidentalidad de los 10 puntos carreteros más peligrosos del país.

Ése es el trato que le han dado a la estadística en este país. ¿La violencia nos mata y estamos hasta las rodillas en sangre? Hagamos de cuenta que no hay cifra negra de delitos sin denunciar y promovamos verdades históricas que tapen la poca o nula capacidad que todos los niveles de gobierno tienen para resolver las problemáticas de esta naturaleza. Muy en el fondo se entiende, para ello les daré un ejemplo un tanto pedestre, pero muy ilustrativo. Hace un año o dos, un familiar fue víctima de la delincuencia (como una tercera de las familias de este país, otra estadística que se busca matar). Unos maleantes vieron la oportunidad de hurtar los faros delanteros de su coche, y no la desaprovecharon. Pues para poder cobrar el seguro, hubo que levantar la denuncia correspondiente, cosa que ya trae consigo problemáticas secundarias. Era sábado después del mediodía, por lo que no se encontró ningún ministerio público abierto, lo que resultó en una visita a la Fiscalía misma, sobre avenida Emiliano Zapata. Cuando ingresamos a la Fiscalía, el policía que custodiaba la entrada nos preguntó cuál había sido nuestra razón para levantar una denuncia. “Robaron los faros de mi coche”, fue la respuesta de mi familiar. El policía nos miró incrédulo. ¿Les robaron el coche? No, sólo los faros. ¿Sólo los faros? Así es, sólo los faros y queremos levantar la denuncia. El policía, sonriente, dijo “pues pasen, es en esa puerta”. Ocupamos el lugar número 10 de la lista de espera, detrás de denuncias de asesinatos, secuestros, violaciones y violencia intrafamiliar. Después de 45 minutos de espera nos fuimos. Entendimos por qué las autoridades no le dieron prioridad a nuestra problemática. 

Lo mismo está pasando en todas las aristas de la función institucional. Estas semanas le tocó a la educación. ¿Por qué se está boicoteando el trabajo de las instituciones de evaluación educativa? Porque la educación es un fenómeno complejo nivel Edgar Morin. Entre los temas laborales, sindicales, institucionales, políticos, el ego, la alcurnia y la corrupción, la educación en México no tiene para dónde caminar. Es más fácil eliminar la estadística de la educación que resolver los problemas que a ella la atañen. No se equivoquen, es una realidad que la educación en México se va a colapsar. Tengo 10 años impartiendo docencia a diferentes niveles de la educación superior, y los egresados de preparatoria vienen visiblemente PEOR en 2019 en comparación a aquellos que egresaron en 2010. No se les proveyó de competencias básicas de escritura, gramática, ortografía, matemáticas, historia, biología. Tomando en cuenta el cada vez menor porcentaje de adolescentes que llegan a la educación superior sin haber procreado por lo menos una “bendi”, sólo la mitad de ellos lo han hecho por tener conocimientos básicos de salud sexual y reproductiva. ¿Para qué arreglar el fenómeno de la educación en México? Es imposible proveer educación gratuita, de calidad e incluyente para 130 millones de mexicanos. Países como Finlandia o Países Bajos pueden hacerlo porque la Ciudad de México tiene más habitantes que esos dos países JUNTOS. El fenómeno de la educación se resuelve de manera más económica (en todos los sentidos) eliminando su estadística. Hacemos de cuenta que vamos bien, y lo que diga mi dedito.

La estadística ha muerto, nosotros la hemos matado.

 

*Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología

Universidad Autónoma del Estado de Morelos