Cuando sea demasiado tarde…
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Facultad de Psicología
Tenemos al presidente que nos merecemos.
Una persona que está dentro del “top ten” de mi aprecio en una lista que debe de llegar a 5 personas (ok, 6) es de derecha moderada. A lo largo de mi vida, mi interés por participar en la vida política de mi entorno ha variado en gran medida, casi diametralmente de un lado del espectro al otro (el que lo entendió, lo entendió). Sin embargo, cuando esa persona me dijo que Felipe Calderón había sido el mejor presidente que ha tenido este país en los últimos tiempos, tuve una serie de montaña rusa emocional que empezó en el “¡POR LOS CLAVOS DE CRISTO!”, pasó por el “Bueno, tienes que tomar en cuenta que no había mucho de dónde escoger”, hasta el “qué afortunados somos de tener el presidente que tenemos”. Ahí, en ésa última estación del tren del pensamiento, pensé que valdría la pena esperar a la siguiente estación para desabordar.
Sostengo la opinión de que las elecciones fueron mayormente democráticas. Es posible que hubiera uno que otro intento bizarro por darle la vuelta al fenómeno, pero la ola era tan contundente y el hartazgo tan enardecido que no podría haber tenido un resultado diferente al que se tuvo. En efecto, considero que tenemos al presidente que eligió la mayoría, pero no estoy seguro si eso fue bueno o malo (sin entrar en rollos del presupuesto y la cantidad que este país invierte en democracia y compararlo con lo que invierte en salud y/o educación). Ideológicamente me considero de izquierda moderada (probablemente por culpa de la persona a la que me refiero en el párrafo anterior), pero debido a mi experiencia personal y profesional, he llegado a observar que el fenómeno de la ideología y el del partidismo son cosas ampliamente diferentes en todos los países donde el partido político es parte de la administración pública. De por , consideraría información poco profunda el que alguien me diga que es un “político de tal partido”, de “tal color” o de “tal ideología”, debido a que la problemática (desde mi muy humilde punto de vista) yace en que los temas de política y de partidos tienen que ver primero con el dinero y luego con las alianzas. Además, encuentro que las competencias en administración pública son transversales a la posición en el espectro de los partidos políticos. Al final viene la ideología, lo que sea que eso sea (sin entrar en debates terminológicos, estoy siendo retórico).
Así que efectivamente, tenemos al presidente que nos merecemos. Un político que no sólo es considerado como de amplia carrera, conocidos logros y fracasos, experto en ideología, partidismo, administración pública, política, dinero y alianzas, sino que también cuenta con el aval de unas elecciones democráticas, lo cual significa que fue electo por la mayoría y cuenta con el respaldo del pueblo a quien gobierna.
Lo que sea que todo eso sea.