Juego de Manos - Escudo desgastado
En opinión de Diego Pacheco
Una vez más, la insensibilidad y el distanciamiento de los problemas por parte del presidente, Andrés Manuel López Obrador, le han dado un lugar antagónico en las páginas de medios nacionales e internacionales. Durante la conferencia de prensa mañanera del 2 de abril, el presidente abordó la pandemia de covid-19 que vivimos con un enfoque central en el proyecto de transformación que lo abandera. Evidentemente, este mensaje no fue bien recibido.
Desde su perspectiva, el país se en encuentra en un proceso de transformación que no puede detenerse. Por ello, consideró que existen muchas personas que están esperando a que fracase y que detenga su proyecto de transformación. A este momento lo denominó “temporada de zopilotes”.
Posteriormente, el Ejecutivo federal abordó las afectaciones del coronavirus en materia económica, manteniendo el centro de atención en sus estandartes pues, de acuerdo con él, a pesar de que atravesemos un momento crítico en materia económica, el hecho de que se mantenga el curso de transformación y combate a la corrupción será suficiente para salir adelante. Por ello, “Vamos a salir fortalecidos, o sea, que nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”. Es decir, que a pesar de los problemas sociales, políticos, económicos y sanitarios que esta emergencia pone frente a nosotros, si el barco mantiene su curso, todos los que los abordamos estaremos a salvo. Menos mal…
De inicio, es importante resaltar la contradicción que este discurso tiene con sus mensajes cercanos. El Andrés Manuel ha denunciado en múltiples ocasiones la voluntad que tienen sus adversarios por aprovecharse de esta crisis para desestabilizar su gobierno y ponerle el pie a la construcción de sus megaproyectos. Sin embargo, es en este mismo comunicado él hace un uso político de la crisis que atravesamos como país para hacer promoción de su proyecto de gobierno y de su imagen como transformador y, por más que se trate de una medida de sanidad, mantener tanta distancia entre el discurso y los actos no es saludable.
Asimismo, el mensaje, por más llamativo que sea, no debe causar sorpresa. Ya en múltiples ocasiones hemos visto como se pretende anteponer la imagen del presidente y su proyecto sobre los demás temas que puedan existir en la agenda. Esta estrategia de comunicación hace uso de distintas herramientas como los símbolos patrios e históricos, el combate a la corrupción y el mito del cambio o la descalificación de las opiniones contrarias con la máscara de conservador, fifí o neoliberal.
Esta insistencia en mantener inmaculados los estandartes presidenciales la hemos podido observar durante todas las crisis a las que este gobierno se ha enfrentado. Desde la cancelación del NAICM —y el desgaste económico que implicó—, hasta las recientes manifestaciones realizadas para alzar la voz por violencia contra las mujeres que permea en el país.
Ahora, si bien en un primer momento esto funcionó para cerrar filas en torno al Ejecutivo y su proyecto de nación, hoy se puede notar el desgaste en su imagen y sus estrategias. De acuerdo con las últimas cifras del #AMLOTrackingPoll, estadística de medición de la aceptación presidencial realizada por Consulta Mitofsky, la aprobación del López Obrador para el 3 de marzo había caído a un 48.6%, una disminución de 15.9 puntos porcentuales respecto al mismo mes del año pasado.
Esta emergencia sanitaria que se converge con una crisis económica preexistente causada por la guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia —y que a su vez tiene consecuencias negativas graves en la política, economía y sociedad mexicana— está resultando muy costosa para el presidente y su gobierno. Su falta de seriedad a la hora de abordar el tema, la inflexibilidad de sus respuestas, la terquedad que mantiene durante sus discursos y su postura defensiva están teniendo el efecto opuesto al deseado.
Hoy, el presidente está obligado a hacer cambios importantes en su comunicación y su administración para reducir los costos que esta crisis tendrá sobre su gobierno. Asimismo, deberá adoptar medidas efectivas para proteger la salud y economía de las y los mexicanos; así como que combatan el déficit humano y de infraestructura que existe en el sector salud nacional. Porque la salud nace de la esperanza y la gente no come de discursos.
Santa distancia
Durante la conferencia diaria de covid-19 realizada el pasado lunes, el Consejo de Salubridad General —en voz de canciller Marcelo Ebrard— declaró un estado de emergencia sanitaria por causas de fuerza mayor consecuencia del esparcimiento del coronavirus en suelo mexicano. El mensaje del secretario de Relaciones Exteriores fue acompañado con las medidas y el acuerdo al que llegó el Consejo en la reunión que sostuvieron horas antes (y de la cual formó parte el presidente de la República).
Aquí es importante resaltar un par de cosas. Primero, la importancia (sobre la que se ha hecho hincapié todos los días) de mantenerse en casa. Este año añadiremos una Santa Distancia de un mes a la Semana Santa. Independientemente de creencias o preferencias, debemos ser responsables y prudentes en nuestro actuar por el bien de nuestra gente.
Este periodo de aislamiento no son vacaciones, hay que evitar mezclar círculos, asistir a lugares conglomerados (los que sea que aun pudiesen existir), y apoyar en la manera de lo posible a nuestra comunidad, lo que puede ir desde consumir local y hacer donaciones hasta quedarse en casa y no salir.
La eficacia de lo anterior será determinada por la cooperación y solidaridad que exista dentro de la sociedad; sin embargo, debemos comprender también el cumplimiento de todas las medidas de sanidad será posible únicamente por un sector privilegiado de la población. Por ello, es importante que cada una de las personas haga una reflexión para determinar qué acciones son posibles (ojo, no confundirse con fáciles) de realizar y de qué manera se puede apoyar a quienes enfrentan mayores dificultades. De no ser así, las consecuencias que enfrentemos todas y todos más adelante serán severas. Del cuidado personal y comunitario depende la estabilidad de nuestro futuro.
Por cierto
Hay que tener muy presente que, a pesar de encontrarnos en una emergencia sanitaria, los problemas que anteriormente existían continúan y algunos inclusive van en aumento. La inseguridad, la violencia contra las mujeres, el asesinato a periodistas, el estancamiento económico, entre otros problemas que ya enfrentábamos siguen presentes, aunque se mantengan en la sombra del covid-19. Podemos tomar como ejemplo de ello el mes de marzo que, de acuerdo con cifras oficiales, se convirtió en el mes más violento de lo que va del año con más de 2 mil 500 homicidios dolosos.
Ello demuestra que a pesar de que nosotros nos hayamos detenido, el planeta gira y gira a la derecha, hay que seguirle el paso para que no nos deje atrás y estar atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor. La pandemia sanitaria no debe impedir que observemos los demás males que hemos padecido por años.
A ver que pasa en el siguiente día:
diegopachecowil@gmail.com