Caricatura Política - Cuauhtémoc y el Lobito, ¿conflicto sin fin?
En opinión de Sergio Dorado
No se puede ser carpintero sin saber medir, cortar, ensamblar y lijar la madera con experticia. Tampoco se puede ser carnicero sin saber identificar, filetear o pesar las partes de una res o un puerco. ¿Se puede entonces ser político sin ser político? La respuesta es no, porque para ser político lo primero es creérselo, lo cual, desde luego, es importante aunque insuficiente. Para poder ser algo en esta vida, sí hay que creérselo, es cierto, pero luego es menester prepararse para ello a lo largo del tiempo, especialmente en política cuyas decisiones equivocadas afectan a la totalidad de la población.
En la campaña por la gubernatura del 2018, sonó bien el discurso “yo no soy político” de Cuauhtémoc Blanco, pues México estaba harto de los políticos que hasta entonces nos habían gobernado. La sociedad no podía aguantar más ni al PRI, al PAN o al PRD, que fue el último partido que desastrosamente gobernó Morelos mediante el Chamuco de Tabasco. Como lema político, el “yo no soy político”, convenció al grueso de los votantes morelenses y llevaron al futbolista a alcanzar el gobierno del estado de Morelos con amplio margen.
Hoy, sin embargo, después de más de un año de gobierno, el “yo no soy político” suena bastante obtusoen comparación con el año pasado, además de que ya es más que suficiente el tiempo para que el gobernador hubiera aprendido que para ser político hay que ser político y no futbolista. Si entendemos la política como la manera de ejercer el poder con la intención de resolver el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad, el no saber hacer política elemental perjudica severamente a Morelos.
Muestra clara de la falta de sensibilidad política en Morelos es la serie de descalificaciones que se arrojan a la cara tanto el gobernador como el edil de Cuernavaca, quienes se culpan mutuamente de la falta de trabajo conjunto pero sin hacer mayor esfuerzo por resolver el conflicto de lavadero político de tercera división, que en gran medida perjudica a la sociedad morelense, que es la que finalmente puso al gobernador en el cargo.
Luego del asesinato del encargado de la Seguridad Ciudadana de Cuernavaca, el mandatario estatal espetó contra el edil: “La verdad que me da tanta tristeza el alcalde, que quiera aprovechar estos momentos, yo creo que nunca me he metido con él y que se quiera hacer la víctima, es su problema, se le ha invitado a las reuniones de seguridad y el señor no ha asistido y manda a alguien o a nadie”.
Es cierto que el alcalde no canta mal las rancheras en cuanto a soberbia y frivolidad se refiere, pues éste también acusa al mandatario por la falta de cercanía para el trabajo conjunto en bien de la sociedad. El caso es que a más de un año de gobierno estatal, ambos, el gobernador y el alcalde, persisten en la misma tontería que tiene atorado el estado y a la ciudad capital en un embrollo ridículo que a nadie, incluso a ellos, beneficia.
Y luego, bravucón como es, el gobernador añade: “Si el señor se quiere ponerse a trabajar, hay que ponernos en contacto y coordinarse, y no poner los pretextos y echarle la culpa al gobierno del estado, porque ya estuvo bien de querer hacerse la víctima, el día que quiera nos sentamos, pero no tiene interés él”.
La verdad es que ambos gobiernos, el estatal y el municipal, andan por la calle de la amargura y en poco bueno han beneficiado a los morelenses, que están en el completo olvido mientras las comadres se jalan las trenzas, se pellizcan y se insultan con todos los trapos al sol expuestos y a diestra y siniestra.
A estas alturas del partido, los funcionarios de marras ya debieran haber aprendido a estudiar y ejercer política de ligas mayores, pero “Lobito” anda perdido en asuntos intrascendentes y el gobernador más entusiasmado con el partido de futbol donde Ronaldinho es la figura central. No recuerda que su principal papel es gobernar Morelos con congruencia política.
Después de poco más de un año de gobierno, todavía hay tiempo de enderezar la brújula, lo único que hace falta es que ambos le bajen diez rayitas a la soberbia y se pongan a trabajar en conjunto por y para el pueblo. De lo contrario, no nos sirven para nada.