Ayudemos a evitar las salidas falsas
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo
Pese a algunas críticas en contra, el operativo alcoholímetro en cualquier ciudad del país arroja resultados positivos, en materia de prevención y disminución de accidentes fatales, si consideramos que el elevado consumo de alcohol. En particular el uso excesivo entre la población de mayor edad, en menores de edad y lo más preocupante, es el abuso etílico entre mujeres adolescentes y jóvenes.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSN) 2018-19, el consumo mensual de bebidas alcohólicas entre los adolescentes hombres de 10 a 19 años fue de 29.8% y del 22.5%, mientras que en las mujeres adolescentes fue del 26.6%, cifras que contrastan con las de hace una o dos décadas, cuando este último rubro era prácticamente nulo.
La ingesta excesiva de alcohol se considera a partir de cinco copas o más por ocasión, en el último mes para los hombres; en el caso de las mujeres, cuatro copas o más por ocasión en el último mes. El 19% de los adolescentes mexicanos lo consumió de manera excesiva en el último mes de esos años, siendo más frecuente en los hombres (22.3%) que en las mujeres (14.7%).
Aquí es donde debemos detenernos, para reflexionar sobre los factores que influyen en el dispendio de bebidas alcohólicas entre adolescentes y, entre ese segmento de población, el aumento de esa práctica entre mujeres. La soledad, sufrir una depresión, dificultades económicas y con la pareja, presentar baja autoestima o falta de afecto, son factores de riesgo que empujan a una mujer a refugiarse en la adicción.
El perfil de la mujer que consume alcohol de forma descontrolada suele ser una mujer de entre 17 a 30 y hasta 60 años, con baja autoestima o con sintomatología depresiva o ansiosa. Cada vez es más común encontrar a chicas o maduras con este problema, debido que el consumo de alcohol -como ya se mencionó- entre los jóvenes y mujeres se ha disparado y normalizado.
Por todo lo anteriormente expuesto es la urgencia de que, a nivel social, familiar y personal, exista un compromiso real y efectivo, no sólo para atender las recomendaciones de los operativos del alcoholímetro que es atacar el problema en sus consecuencias, es decir, en el abuso de las bebidas etílicas, sino también ir a la causa del mismo.
Cualquiera que sea nuestra instancia, pública o privada, tenemos la obligación ética y moral de prestar atención a nuestro entorno familiar y social para detectar si una persona cercana a nosotros sufre de alcoholismo. Por ejemplo, si observamos que mezcla diferentes bebidas alcohólicas durante una reunión o festejo, si durante la cita sólo se dedica a beber, si bebe de forma compulsiva, entre otras señales evidentes.
Por todo lo anterior es que en la trinchera del Instituto de la Mujer de Cuernavaca (IMC) reforzamos con los recursos disponibles, las acciones de prevención, detección y atención a factores como los ya mencionados de ansiedad, depresión, violencia, entre niñas, adolescentes y mujeres; como también el reforzar actitudes para no normalizar situaciones que llevan a las mujeres a buscar salidas falsas a sus conflictos.