Serpientes y escaleras - Rabín Salazar ¿Subió o bajó?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Rabín Salazar ¿Subió o bajó?

El morelense cambió de oficina: dejó el palacio de Cobián y se fue al Palacio Nacional

 

Rabín Salazar ¿Subió o bajó?

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de observar la manera como se ejerce el poder en este país entiende la importancia de estar en contacto permanente con quien gobierna; la relación cercana con el poder en un estado o en el país es un elemento de mucho peso, aunque también puede llegar a ser peligrosa si no se maneja adecuadamente. En lo profesional y en lo personal Rabindranath Salazar se ha acercado más al presidente Andrés Manuel López Obrador y ese puede ser el elemento que haga la diferencia en el proceso electoral del 2024. O se afianza o se cae.

La designación del otrora subsecretario de asuntos religiosos y participación democrática de la secretaría de gobernación como nuevo coordinador general de política y gobierno de la presidencia de México no es poca cosa, aunque algunos así la consideren. Empezando porque se trata de un nombramiento presidencial, la nueva encomienda del morelense resalta porque lo ubica físicamente en el Palacio Nacional y lo mantiene en comunicación diaria con el jefe de la república.

Jerárquicamente el coordinador general de política y gobierno Rabindranath Salazar está al mismo nivel del vocero Jesús Ramírez, del coordinador de asesores Lázaro Cárdenas Batel y del secretario particular Alejandro Esquer; tendrá entre otras encomiendas, el manejo de las giras de Andrés Manuel López Obrador, la relación con los sectores públicos, las dependencias federales y el trato con los gobernadores.

Con César Yáñez esa posición pasó desapercibida durante tres años porque se le consideró una congeladora después del escándalo de su boda, pero el enroque con el subsecretario muestra dos cosas: a Yáñez le perdonan su falta y lo envían a un lugar donde podrá moverse y a Rabindranath lo colocan en un espacio donde operará temas del jefe del ejecutivo en un momento clave del sexenio.

Pero más allá de las tareas formales que tendrá el morelense, el hecho de tener contacto diario con el presidente Andrés Manuel López Obrador lo coloca en una posición envidiable para muchos. Lo mismo que el vocero, el coordinador de asesores y el secretario particular, Salazar Solorio se incorpora al selecto grupo que tiene la posibilidad de ver y acordar cotidianamente con el ejecutivo federal, se vuelve un filtro para acceder a él y por la historia que ambos comparten en la lucha política, seguramente lo incorporarán al grupo que analiza los asuntos que más importan a López Obrador.

Estar cerca de quien ejerce el poder es un arma de dos filos: puede ser sumamente peligrosa si se maneja mal o se abusa de la confianza, pero también se convierte en un valor agregado que permite a quienes la tienen, tener información de primera mano, conocer el estado de ánimo del gobernante e influir en decisiones que a suelen beneficiar o afectar a muchas personas.

Pongámoslo en un contexto local: históricamente los gobernadores están rodeados de amigos y familiares que sin ejercer formalmente un cargo tienen una enorme influencia en las decisiones y se convierten en factores que hacer caer la balanza en muchas cosas; a veces los gobernantes colocan a gente de su confianza en posiciones que aparentemente son menores, pero desde ahí operan y actúan con todo el peso que les brinda la cercanía con quien gobierna. Lo mismo pasa en el gobierno federal.

Los morelenses hemos sido testigos o víctimas de la influencia de personajes que le hablan al oído a los gobernadores, que son su correveidile, que lo ayudan o muchas veces son quienes lo confrontan con los demás. La cercanía con el gobernante no es poca cosa, desde ahí se construyen o se destruyen carreras políticas, se hacen negocios y se toman decisiones que impactan a individuos e instituciones.

La designación de Rabindranath Salazar como coordinador de política y gobierno de la presidencia ha sido interpretada de diferentes maneras por quienes observan la política en el estado, algunos celebran el enroque y la cercanía que retoma el morelense con el presidente de México; para otros se trata de un descenso que lo aleja de su aspiración de gobernar Morelos en el 2024 y lo mete en la congeladora que era cuando estaba ahí César Yáñez.

Cada uno es libre de sacar sus conclusiones y observar este tipo de movimientos desde la óptica que considere mejor; personalmente veo un tercer cargo para el morelense en el gabinete federal, un segundo nombramiento presidencial y un salto del Palacio de Cobián al Palacio Nacional; desde cualquier ángulo que se observe tener una oficina cerca del presidente de México no es poca cosa. ¿Cuántos morelenses quisieran estar en este momento en los zapatos de Rabindranath Salazar, despachando en una oficina contigua a la de Andrés Manuel López Obrador?

Recordemos algo más: la relación de Salazar Solorio y López Obrador no es nueva: el morelense fue el primer senador mexicano que se manifestó abiertamente morenista cuando Morena aún no estaba constituido como partido político, acompañó en muchas marchas y manifestaciones a quien en ese momento se denominaba el “presidente legítimo” de México y junto con Adán Augusto y Alejandro Encinas se solidarizaron con quien hoy encabeza el gobierno de la república. La relación entre el morelense y el tabasqueño no es nueva, ni empieza en palacio nacional.

Cuando a Rabindranath Salazar lo pasaron de Bansefi a la subsecretaría de Gobernación hubo quienes lo consideraron un descenso en su carrera política, un castigo y una manera de sacarlo de la jugada política; en Bucareli el morelense creció hasta convertirse en el brazo derecho del actual secretario. En este nuevo enroque su designación nuevamente es presidencial y a diferencia de otros reacomodos en el gabinete, el suyo lo coloca cerca del jefe del ejecutivo federal y cercano a quien lleva las riendas de la política interna del país. Item más: a pesar de que a partir de esta semana despacha en palacio, por decisión de Adán Augusto el morelense también tendrá una oficina en Bucareli.

De cara al 2024 la llegada de Rabindranath Salazar a la presidencia de la república lo coloca en una posición inmejorable por su trato directo y permanente con el presidente de México, pero también lo obliga a actuar con mucho cuidado y mesura; desde ahí el de Jiutepec podrá consolidar su proyecto político estatal, tendrá mayor margen de maniobra, cercanía con el primer círculo del presidente y diálogo constante con el gran elector de Morena, pero también quedará a la vista del presidente, por lo que cualquier error o descuido lo puede sacar de la jugada.

Desde su nuevo espacio en la sede del gobierno de la república el de Morelos podrá ser un catalizador de la información que llega a López Obrador, para abonar o corregir los datos que le acercan desde diversos lados, incluyendo Morelos. En esa posición Rabindranath Salazar puede ser un gran aliado del gobernador Cuauhtémoc Blanco, abonando a fortalecer su imagen frente al presidente o también, un conducto que le acerque datos que no conoce sobre la situación del estado. Depende de qué rol quiera jugar: aliado o enemigo.

Electoralmente hablando el cambio fortalece a Rabín, porque lo pone todos los días junto al gran elector de Morena; desde una óptica política lo convierte en un personaje muy peligroso, porque dada su cercanía con Andrés Manuel López Obrador estará en capacidad de estar al tanto de sus estados de ánimo y puede aprovecharlos para otorgarle información en el momento más oportuno.

El nuevo cargo puede fortalecer o debilitar a Rabindranath Salazar, todo depende de su habilidad, de su desempeño profesional, de los resultados que brinde y de la manera como maneje su relación con el presidente.

Estar cerca de quien gobierna nunca es poca cosa.

  • posdata

El conflicto post electoral de Xoxocotla ha subido de tono y llegó hasta la sede del ejecutivo; el problema en esa comunidad indígena no es menor, ni se circunscribe a la contienda democrática. Detrás, dicen funcionarios estatales, existen intereses que van más allá del ayuntamiento.

La manifestación de ayer en el primer cuadro de la ciudad fue violenta, una de las más duras que se han visto a lo largo del sexenio; los inconformes llegaron hasta Cuernavaca y atacaron la sede del poder ejecutivo porque los operadores políticos de la secretaría de gobierno no pudieron o quisieron desactivar el problema. La presencia de un numeroso grupo de pobladores en la plaza de armas es la prueba de su ineficiencia.

¿Qué hay detrás del conflicto en Xoxocotla? ¿Por qué una lucha tan violenta por un ayuntamiento quebrado, endeudado y con mínimas posibilidades de generar recursos en el corto plazo?

Según lo comentan algunos operadores políticos gubernamentales, en esta zona del estado hay presencia de grupos criminales que tendrían interés de controlas diversas posiciones estratégicas, entre ellas el gobierno de dicha comunidad. Suponiendo que eso sea cierto y lo saben ¿Por qué no actúan en consecuencia e intervienen de manera categórica para evitar que una discusión política por un proceso electoral se convierta en un conflicto social y un problema más de seguridad?

La llegada de Samuel Sotelo a la secretaría de gobierno generó la esperanza de que habría un cambio de ritmo en esa dependencia; al nuevo secretario le conceden buena voluntad y conocimientos jurídicos, pero es unánime el comentario de que no tiene experiencia en operación política y el equipo de trabajo que tiene a su lado no está al nivel de las necesidades de un gobierno que encara la parte más dura del sexenio.

La operación política tiene varios rostros, uno es el de la conciliación con los grupos sociales para abonar a la gobernabilidad y otra es la anticipación de problemas, el cabildeo y la atención de crisis. En la primera prueba los resultados de la secretaría son malos.

Dígase lo que se diga, con Pablo Ojeda no pasó lo que vimos ayer. 

  • nota

Veamos la cercanía con el poder desde otro ángulo:

Al gobernador Cuauhtémoc Blanco le ha resultado sumamente complicado sacar adelante al estado, por un lado porque heredó una pesada carga social, política y económica que limita su capacidad operativa y lo obliga a vivir al filo de la navaja; por otro porque el equipo político que le acompañó durante la primera mitad de su periodo no tuvo la capacidad profesional para sacar adelante los retos y por el contrario, rápidamente entraron en una lucha de poder que afectó el funcionamiento del gabinete.

A lo largo de tres años hemos sido testigos de muchos conflictos derivados de la inseguridad, enfrentamientos políticos, movimientos sociales, escándalos personales y múltiples acusaciones y denuncias contra el gobernador, su familia y personajes cercanos a su gobierno.

Por conflictos menores a los que ha vivido Cuauhtémoc Blanco en estos últimos tres años otros gobernadores entraron en crisis, tuvieron que enfrentar procesos legales y la presión política de la federación. No ha sido así en este sexenio porque el presidente Andrés Manuel López Obrador estima al gobernador de Morelos y ha puesto el pecho por él en todas y cada una de las acusaciones y crisis que ha vivido. Ningún presidente había cuidado tanto a un gobernador como lo hace ahora AMLO con el de Morelos. ¿Por qué?

La respuesta está a la vista: después de Claudia Sheinbaum, Cuauhtémoc Blanco es el mandatario más cercano al afecto del presidente; no importa lo que hagan o digan de ellos, Andrés Manuel López Obrador siempre ha estado ahí para respaldarlos y descartar cualquier tipo de acusación en su contra.

Ahí podemos ver lo que vale la cercanía con quien gobierna.

  • post it

La legislatura 55 comenzó bien, luego se puso mal y recientemente ha entrado en un punto neutro, de reencuentro, pero sin avances.

¿Es real reconciliación que ahora pregonan los diputados? Y si es así… ¿Hasta cuándo durarán las banderas blancas?

Recordemos algo: en menos de dos meses el congreso local deberá discutir nuevamente la asignación de las comisiones y toca, teóricamente, una rotación en las presidencias; como lo hizo Alfonso Sotelo, el actual titular de la mesa directiva Francisco Sánchez se puede quedar tres años.

Ojo: ceder esa posición implica entregar el manejo financiero de la legislatura y por tanto, el control de la chequera. ¿Se lo dejará el G11 al G8?

Yo creo que no.

  • redes sociales

Los panistas exigen el regreso de Pablo Aguilar a la secretaría de desarrollo sustentable a pesar de su evidente responsabilidad en el accidente del puente colgante.

Veremos de qué está hecho el alcalde: Si cede a las presiones de los hermanos Martínez Terrazas quedará claro en manos de quién está el gobierno de la capital.

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

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