Serpientes y escaleras - Puertas abiertas

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Puertas abiertas

Comenzó una nueva etapa de gobierno; lo que viene debe ser mejor

 

Puertas abiertas

Los mensajes de la gobernadora Margarita González Saravia son promisorios, aunque no todos en su equipo lo entiendan. Gobernar en territorio, acabar con la corrupción y abrir las puertas del palacio de gobierno a la gente son señales muy sólidas que debían ser resaltadas por la nueva administración, porque representan los ejes del cambio prometido. La narrativa del sexenio debe caminar por ahí.

La transformación ofrecida desde la campaña por Margarita González Saravia habla de humanismo, cambio de actitudes y acciones que modifiquen la manera como se ha ejercido el poder en los últimos años. No se trata solo de hacer más obra, sino de modificar la manera como se ha conducido el gobierno en los últimos años, para que la gente vuelva a reencontrarse con sus autoridades.

La gobernadora ha reiterado que su lucha es contra la corrupción, afirma que mejorará la seguridad y acabará con la impunidad, destaca que apoyará a los pobres, atenderá a las comunidades indígenas, a las mujeres y a los sectores más desprotegidos, siempre bajo la regla de predicar con el ejemplo.

El discurso de González Saravia es simple, pero no todos lo están dimensionando: en su toma de protesta la jefa del ejecutivo habló de conciliación, de diálogo, empatía social y de salir adelante juntos; hizo énfasis en la apertura de las puertas del palacio de gobierno para que la gente pudiera entrar, algo que dejó de ser posible desde hace doce años.

Hay que poner atención en esto último porque lo que para algunos podría parecer una decisión simple o intrascendente, tiene un fondo enorme: representa una apertura total al diálogo y a la gente, algo que los últimos dos gobernadores rechazaron desde que hicieron de la sede del ejecutivo un bunker inaccesible, al que solo se podía entrar con invitación o si se era cercano a la clase gobernante.

En su primer día despachando en la oficina de palacio Margarita González Saravia enfrentó su primera manifestación y a diferencia del pasado reciente, cuando la reacción inmediata era cerrar las puertas y dejar que la gente se cansara de gritar, la gobernadora bajó a dialogar con los quejosos y lo que parecía una demanda ciudadana concluyó con muestras de apoyo a su persona.

Margarita es una figura que cambia la lógica operativa de los últimos años, cuando las oficinas política y de comunicación blindaban al ejecutivo ocultando sus faltas, matizando sus excesos y callando a los inconformes; hoy la gobernadora es pieza central de la estrategia de gobierno porque dialoga, concilia, escucha y tiene claridad de lo que ocurre a su alrededor. Más que una carga, la gobernadora es una ayuda para su equipo.

La primera semana de trabajo ha sido trompicada porque el proceso de entrega recepción no fue tan terso como se decía públicamente y porque los nuevos encargados de las áreas están encontrando un absoluto desorden en las oficinas; el problema no es solo la manera como actuaron, sino las irregularidades financieras cometidas en perjuicio del erario.

En el arranque de gobierno la narrativa es clave y las pautas a seguir las está marcando las acciones de la jefa del ejecutivo; el equipo político y de comunicación deben sincronizar el mensaje y enfatizar en aquellos puntos que hacen la diferencia entre el gobierno que se fue y la administración que acaba de comenzar.

En esta nueva etapa la historia se escribirá con hechos, dice la gobernadora, no se trata solo de hablar bien por consigna, sino de cambiar el estado de las cosas para que la narrativa sea otra y la percepción comience a cambiar.

Margarita González Saravia recibió un estado que ocupa el último lugar nacional en calificación, que encabeza la lista de los delitos más sensibles y acumula retrasos en todas las áreas de la administración pública. A ello se debe sumar el enorme descontento social que hay por la manera como se actuaba en el pasado reciente, el maltrato al personal y el desprecio a los ciudadanos. Morelos no puede estar más abajo del lugar 32 porque ya no hay más estados.

El reto es cambiar esa realidad y el camino empieza con la actitud; la gobernadora ha demostrado desde antes de tomar protesta que tiene el vigor y el deseo de trascender, que quiere cambiar las cosas, hacer el bien y erradicar las malas prácticas; abrir las puertas del palacio de gobierno no es una acción intrascendente, tiene un enorme significado porque habla de un gobierno que mandará obedeciendo.

La primera semana de trabajo del nuevo gobierno ha sido intensa, pero fructífera; Margarita González Saravia está mostrando que es distinta, que intentará cambiar las cosas, erradicará malas prácticas como la corrupción y la impunidad y que será un gobierno de puertas abiertas en donde la gente podrá hablar, expresarse o manifestarse sin temor a represalias.

Lo que parecería algo natural no lo ha sido en Morelos desde hace muchos años; las últimas dos administraciones rompieron su relación con la gente, se distanciaron de los sectores, abusaron del cargo y robaron con absoluta desfachatez. Los resultados de lo que hicieron se contabilizan más allá del dinero, esa forma de gobernar abrió la puerta a la delincuencia, provocó rompimiento social y retrasó el desarrollo económico.

El nuevo gobierno debe revertir eso y los primeros pasos para lograrlo comienzan con la actitud de una gobernadora empeñada en mostrar que no será lo mismo, que el cambio propuesto es real y que las autoridades, empezando por la titular del ejecutivo, harán todo lo que está de su parte para que las cosas sucedan.

Lo que hace Margarita González Saravia no es poca cosa, se ha echado a los hombros la responsabilidad de que provocar un cambio con acciones, decisiones y mensajes que vayan en el mismo sentido y no queden, como ha sucedido siempre, en demagogia o letra muerta.

Para que el esfuerzo se aprecie, su equipo de comunicación tiene que decirlo.

·         posdata

El extitular de la Comisión Estatal de Agua se esforzó más en hacer política electoral que en resolver los problemas de su área. Desde hace al menos dos años, Jaime Juárez López canalizó los recursos económicos de su dependencia a la promoción de su figura, situación que llegó a incomodar al propio gobernador Cuauhtémoc Blanco, quien en más de una ocasión lo recriminó en gabinete.

Algunos miembros de esa administración aseguran que Juárez López intentó ser candidato a la gubernatura o al senado de la república; otros comentan que quería llegar al congreso local o federal o “de perdida” mantenerse en el gobierno de Margarita González Saravia. Nada le salió.

Todos en ese equipo sabían que el personaje en cuestión era una gente muy cercana al gobernador, le atribuían familiaridad sanguínea y una muy profunda relación con Ulises Bravo, a quien reportaba todas sus acciones.

Hábil en el manejo político, Juárez López supo construir una buena relación con muchos presidentes municipales a quienes luego presentó como capital electoral propio, dicen, a las dos candidatas a la gubernatura de Morelos.

Pero independientemente de su capacidad para construir estructura y sus aspiraciones personales, lo que queda es el desastre financiero que dejó el exsecretario en la dependencia a su cargo.

Pasada la elección, la Fiscalía Anticorrupción y la Entidad Superior de Fiscalización hicieron públicas las observaciones que responsabilizan a Jaime Juárez López por manejos irregulares en su dependencia. Y no se trataba de cosas menores, al funcionario le atribuyen diferencias millonarias y acciones que por su forma son punibles y merecedoras de acciones legales.

“Me matan de risa” escuche decir en alguna ocasión a Jaime Juárez López en referencia a las observaciones en su contra. “Son ataques políticos… acciones desesperadas porque saben que me incorporaré a la siguiente administración… me quieren chantajear”, aseguraba.

Pero lo que para el funcionario parecía algo intrascendente, a la vuelta del tiempo se ha convertido en un punto crítico, algo que genera mucha tensión y eventualmente lo llevará a comparecer ante las autoridades.

Los ataques políticos, como los describía el titular de Ceagua, fueron tan sólidos y contundentes que lo expulsaron del gobierno de Margarita González Saravia y luego lo hicieron confrontarse con su protector, Ulises Bravo, a quien amenazó con “hablar” si no detenían las acciones judiciales en su contra.

Aunque hábil en el manejo de estructuras, Jaime Juárez fue burdo en el manejo informativo; durante mucho tiempo movió su imagen personal a través de portales fantasma y cuentas anónimas que ensalzaban su figura; ahora que su ciclo profesional concluyó, sigue moviéndose a través de esos espacios intentando sin mucha fortuna generar percepción favorable y la idea de que “entregó cuentas claras. Nada más alejado de la realidad.

El caso de Jaime Juárez no es único, ni diferente al de la mayoría de los secretarios que tuvo Cuauhtémoc Blanco. Aunque oficialmente nadie del nuevo gobierno ha dicho algo al respecto, extraoficialmente se sabe que en prácticamente todas las áreas se están detectando malos manejos y acciones irregulares que obligarán a la nueva administración a actuar en consecuencia.

Que nos perdone el presidente, pero aunque sea un exgobernador de Morena y diputado federal en funciones, es imposible pasar por alto todo lo que hicieron” comentan en el primer círculo gubernamental.

Y es cierto: el gobierno anterior se caracterizó por las ocurrencias, frivolidad y la vulgaridad de su titular, mezclado con la improvisación en la mayoría de sus integrantes. Lo inocultable es la manera como hicieron negocios al amparo del erario.

Lo que parecía imposible comienza a escucharse. “Fue peor que Graco”.

·         nota

El viernes pasado la gobernadora convidó a dialogar a directivos de medios de comunicación del estado; se trató del cuarto encuentro en esta etapa: el primero ocurrió unos días después de que Margarita González Saravia fue designada candidata, hubo un segundo a mitad de la precampaña y el tercero fue un día después de que el Impepac le entregó su constancia de mayoría como ganadora de la contienda electoral. El más reciente fue en la residencia oficial y representó el primer acto oficial del sexenio en ese espacio, tan solo tres días después de que protestó como gobernadora.

En las cuatro ocasiones la charla fluyó libre, sin guiones preestablecidos; en este último caso hablaron la coordinadora de comunicación Margarita Estrada, el secretario de gobierno Juan Salgado Brito, el jefe de la gubernatura Javier García y la jefa del ejecutivo Margarita González Saravia.

La regla no escrita, pero entendida por todos, fue hablar con franqueza y así fue. Se presentó la nueva imagen del gobierno y se explicó su simbolismo, que va más allá de un diseño espectacular: representa identidad plasmada en un slogan que en seis palabras dice mucho: Morelos, la tierra que nos une.

Cambiar la percepción es el reto de todos en esta nueva etapa y la coincidencia generalizada es que el cambio no es viable si no va acompañado de hechos. Imposible hablar bien de algo que está mal, vender una idea que nadie quiere o una realidad que nadie ve. El primer paso es actuar para que el cambio de narrativa sea natural, con fundamento.

La reunión fue cordial y significativa; la última vez que se realizó un ejercicio de este tipo en la residencia oficial, sin filtros o preselección de asistentes, fue con el gobernador Marco Adame Castillo. Después de él las pocas reuniones que hubo fueron solo con algunos.

Debemos cambiar la percepción a partir de una nueva narrativa que responda a una realidad distinta, dijo Margarita González Saravia; recibí un estado que está en el lugar 32 y es urgente sacarlo de ahí, porque eso lastima a todos los morelenses.

El reto de la gobernadora no es menor, ni se logrará con un esfuerzo individual. De manera conjunta debemos cambiar la percepción, pero eso solo se logrará si la realidad que viven los casi dos millones de morelenses es diferente.

La confianza de la gente en la gobernadora es grande, pero la paciencia es poca.

·         post it

El exgobernador Cuauhtémoc Blanco anda tranquilo en San Lázaro; reparte autógrafos y graba mensajes para quien se lo piden. No deja de ser una celebridad.

Lo que hizo y dejó hacer en Morelos, empero, es imperdonable. Quizá ni el cariño del expresidente alcance para librarlo del brazo de la justicia.

·         redes sociales

La presión interna y externa hacia Margarita Estrada es notoria; algunos no la quieren ahí. ¿Ya se dio cuenta?

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