Serpientes y escaleras - Política
En opinión de Eolo Pacheco
Muchos acceden a un cargo público, pero pocos saben hacer política.
Política
En muchos sentidos el servicio público se ha abaratado, porque ahora cualquier persona que accede a un cargo o a un puesto de elección popular se asume como un actor político; el uso de la política parece cada vez más apremiante en un estado en donde desde hace mucho tiempo se ha dejado de hacer política y se gobierna por ocurrencia. El riesgo de ejercer el poder sin hacer política es que continuamente caemos en escenarios de caos y conflicto, como los que padecemos actualmente en Morelos. ¿Quién hace política actualmente?
Cuentan los que saben que la política es el arte de lo posible, no de lo deseable, que en ejercicio del poder público es fundamental el diálogo, la comunicación y el manejo correcto de la percepción. Hace algunos años, allá por el año dos mil se puso de moda el término ciudadano para participar en cosas de la vida pública; candidatos gobernantes y muchas figuras dedicadas a la actividad pública se asumían como “ciudadanos, no políticos” suponiendo que ese era el camino para que las cosas mejoraran.
Veinte años más tarde vemos que esa generación de “políticos no políticos” fracasó, porque antepusieron los intereses personales a los generales y manejaron las instituciones públicas como si se tratara de empresas privadas. “Los funcionarios tienen que ganar bien, deben tener buenos salarios para que estén contentos y rindan mejores resultados” decía al final del milenio pasado el alcalde Sergio Estrada Cajigal, al justificar el sustancial incremento a su sueldo y prestaciones en su gobierno.
Las administraciones municipal y estatal de Estrada Cajigal marcaron un antes y un después en el servicio público y en la política morelense; el mecánico se asumía como un ciudadano, despreciaba la política y presumía que administraba al estado como siempre había administrado sus empresas. El punto es que entre una administración pública y una privada existe un mar de diferencia y en el caso particular de “las empresas” del exgobernador, de lo que se trataba era de un pequeño negocio dedicado a la mecánica automotriz con cuatro empleados, él incluido.
Lo de fondo en esta reflexión está en la forma como desde hace varios años se ha ejercido el poder en el estado, en la manera como se frivolizó la investidura de los representantes populares y el cambio en la relación entre la sociedad y su gobierno. Pongámoslo de esta forma: hasta antes de la llegada del gobierno panista los actores políticos se controlaban, se cuidaban de no hacer públicos sus excesos, respetaban la investidura y mantenían una línea permanente de comunicación con la sociedad a través de diversos representantes sociales y actores políticos. A partir del año dos mil eso cambió y bajo la lógica de que se trataba de ciudadanos (no políticos), se normalizaron los escándalos, los abusos y las frivolidades.
Por supuesto que al recordar esto no paso por alto los abusos, arbitrariedades y tropelías cometidas por muchos gobiernos del PRI; a lo que me refiero es al ejercicio del poder con límites, con contacto social y con prudencia. Cuando el gobernante y su familia se volvieron depredadores de las instituciones públicas, todos los demás funcionarios hicieron lo mismo y las cosas se fueron de control.
Recordemos, por poner un ejemplo, cuando hace años ocurría un hecho de violencia y todas las instituciones del estado reaccionaban de inmediato, cuando el gobernador o los alcaldes eran cuidadosos de sus mensajes, de sus palabras y hasta de sus promesas, porque sabían que sus expresiones representaban al poder ejecutivo y a todas las instituciones que lo integran. Desde hace años la palabra de los gobernantes vale muy poco porque ellos mismos la han abaratado con expresiones insulsas, con promesas huecas y discursos sin contenido.
Los problemas que enfrenta Morelos son muchos y el hilo conductor de todos es la falta de operación política; tengamos claro que al hablar de política la referencia no es a ningún partido o persona, sino al arte de ejercer el poder son inteligencia, con mesura y con sentido, buscando el bien general, evitando problemas y desde todos los ángulos apostando por la gobernabilidad y la paz social.
A nadie puede sorprender hoy que a nuestras autoridades no les interese la gobernabilidad, porque ni siquiera conocen el significado del término; poco debe asombrarnos el caos social que deriva de los problemas delictivos y de la violencia, si ahora a ninguna autoridad le preocupa siquiera informar porqué pasan las cosas.
Veámoslo en aspectos tangibles: hace años una marcha, un plantón o un cierre de cualquier vía de comunicación obligaba al gobierno a reaccionar de inmediato, antes las autoridades identificaban los problemas antes de que ocurrieran y trabajaban para anticiparlos, pero cuando estos explotaban el cabildeo iniciaba de inmediato para diluir cualquier tipo de manifestación pública. ¿Hoy a qué autoridad le interesan los movimientos sociales o el descontento ciudadano? ¿Quién hace algo para evitar los problemas o los atiende una vez que aparecen?
Cosa similar ocurre en términos de seguridad pública: antes el manejo de las policías era un terreno no apto para la grilla política, su referencia en los discursos era cuidadosa y de ninguna manera se intervenía en la operación de las corporaciones, porque todos entendían que se trataba de un tema muy delicado que debía ser manejado por profesionales, sin intereses ni intervención partidista. Hoy la inseguridad es moneda de cambio y las policías se volvieron terreno político para que las diferentes fuerzas de poder metan posiciones o intervengan en favor de alguien. Cuando la seguridad se politizó, las cosas se fueron de control.
Hace mucho tiempo que en Morelos no vemos políticos de altura que generen respeto, que tengan liderazgo y enarbolen causas sociales; ahora pululan personajes que juegan a la política, que piensan que con dinero pueden acceder a posiciones y que las instituciones se pueden manejar como empresas. El lenguaje que utilizan hoy nuestros políticos es absolutamente bajo: se olvidaron las referencias históricas, de los datos estadísticos y de las citas de grandes pensadores; ahora predominan los adjetivos, las amenazas, la especulación y las ocurrencias.
La falta de profesionales en los cargos públicos tiene al gobierno estatal, al congreso y a los municipios en una situación compleja, porque la política se mercantilizó, se abarató y se acorrientó; cualquier personaje con un cargo público se asume como un profesional de la política, supone que su voz está certificada y que cada idea que tiene es brillante.
La falta de preparación y capacidad de nuestra clase política se refleja claramente en su falta de humildad, en la soberbia con que actúan sus integrantes y la manera como de un día a otro cambian su estilo de vida. La primera señal de ello aparece con su cambio de indumentaria y la compra de vehículos nuevos. El poder entorpece a los inteligentes y vuelve locos a los tontos.
Mientras no se vuelva a hacer política seria en el estado es muy difícil que la situación mejore.
- posdata
Lo cuentan dentro del propio congreso: cada vez es más difícil que se apruebe el Fondo de Bienestar para los Morelenses, conocido también como el “Fondo de Moches” que hace unos días propuso el diputado priísta Eliasib Polanco.
Lo primero que se debe decir de esta iniciativa es que no tiene el consenso de todos los diputados y dificilmente tendrá el aval de los representantes de Morena y del PES, porque va en contrasentido de lo que a nivel federal propone el presidente Andrés Manuel López Obrador; cuentan algunos legisladores que detrás de esta idea están los hermanos Julio y Roberto Yáñez, quienes de manera burda “copiaron y pegaron” la iniciativa que en el 2015 presentó el panista Alberto Mojica y que sirvió para que los diputados de la 53 tuvieran recursos para “operar” políticamente en sus distritos.
Personalmente creo que Eliasib Polanco es un hombre inteligente, con experiencia y uno de los diputados a los que hay que observar en esta legislatura. Si se confirma que es aliado de los Hermanos Lelos tendré que reconocer mi error, pues estaríamos viendo a un sujeto de la misma calaña y con la misma capacidad neuronal.
El fondo en cuestión solo proporcionará bienestar a quienes lo voten.
- nota
La semana que concluye no fue buena para los graquistas, por el contrario, generó nerviosismo en más de uno luego de que un juez determinó vincular a proceso a varios exfuncionarios de la Secretaría de Obras Públicas, incluyendo a Patricia Izquierdo y a Sergio Beltrán Toto, los dos relacionados con la asignación irregular de un contrato y acusados por el ejercicio indebido de sus funciones.
El tema es llamativo porque aunque por el momento se trata solo de un contrato, la vinculación a proceso abre la posibilidad de que finalmente la Fiscalía Anticorrupción haga valer la ley y actúe contra quienes en el pasado reciente malversaron recursos públicos.
Luego de varios intentos fallidos de procesarlos, los personajes antes mencionados ya se sentían intocables y presumían que tenían un acuerdo con el fiscal Juan Salazar; “Estamos en el mismo equipo y respondemos a los mismos intereses; si actúa contra nosotros tendrá que actuar contra Graco y eso no lo va a hacer nunca” presumen confiados.
Puede ser que, como aún lo comentan personas allegadas a estos personajes, la actuación de la FECC sea de mero trámite, para callar voces, pero sin la intención de actuar realmente contra los responsables del millonario quebranto; por lo pronto los exfuncionarios vinculados a proceso ya no están tranquilos porque las denuncias en su contra comienzan a tomar forma jurídica y ello, aún con pacto, los tiene sentados en el banquillo de los acusados.
Y eso que aún no revisan a fondo lo que se hizo en el fideicomiso Unidos por Morelos, que manejó más de siete mil millones de pesos para la reconstrucción de las zonas afectadas por los sismos.
- post it
“Me retiraré por un lapso (sic) de la vida pública, regresaré a lo que antes me dedicaba, que eran los talleres de hojalatería y pintura, a vender y a comprar carritos que es lo que normalmente se hace cuando alguien pasa por momentos de no empleo; tengo invitaciones de administraciones públicas de otras entidades…
Así responde Antonio Villalobos a la pregunta de un reportero sobre su futuro, después de dejar la presidencia municipal de Cuernavaca.
El “lapso” que refiere el edil saliente es indefinido y las ofertas de empleo que presume no son creíbles, porque luego de la desastrosa labor que ha tenido en la capital su mejor escenario es ser olvidado. Pero eso difícilmente pasará.
Salvo que el alcalde electo José Luis Urióstegui asuma sus culpas y limpie su tiradero, lo que le espera al señor Villalobos son procesos legales derivados de las irregularidades que cometió al frente del gobierno de la ciudad. Hablamos de cientos de contratos que tienen estampada su rúbrica, del manejo poco transparente de miles de millones de pesos y del enriquecimiento inexplicable de quien antes “compraba y vendía carritos” y rentaba un modesto departamento de interés social; ahora Antonio Villalobos Adán es poseedor de una numerosa colección de autos y motocicletas y tiene propiedades inmobiliarias en varias partes del país y al menos una en el extranjero.
En lugar de inventar propuestas inexistentes de empleo, Antonio Villalobos tendría que comenzar a contratar abogados para que lo defiendan, porque lo que ha hecho a Cuernavaca amerita sanciones penales y acciones resarcitorias. El gobierno actual de la ciudad ha sido tan malo que su titular no tiene ningún aliado político que meta las manos por él o que en el futuro inmediato le ayude a resolver las innumerables denuncias que van a presentarse en su contra.
Es tan grave lo que Villalobos le hizo a Cuernavaca en tres años que perdonarle sus faltas representaría una enorme ofensa para los ciudadanos y marcaría de por vida a quien se atreva a solaparlo.
El futuro para el todavía alcalde de Cuernavaca debe ser la cárcel y la reparación del daño que causó a la ciudad.
- redes sociales
La crisis de agua en Cuernavaca no ha terminado, pero los cortes de energía han sido suspendidos momentáneamente gracias a la intervención de Cuauhtémoc Blanco ante la Comisión Federal de Seguridad. La grave situación en la que se encuentran las calles de la capital también está siendo atendida directamente por el gobernador, quien ayer supervisó el proyecto de rehabilitación de vialidades en cuatro colonias.
Lo critican mucho, pero por el momento Cuauhtémoc Blanco es el único que está haciendo algo por la ciudad.
Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx
Twitter: @eolopacheco
Facebook: Eolopachecomx
Instagram: eolopachecomx