Secreto a voces - Ciencia, vacuna y pueblo Rafael Alfaro Izarraraz
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
Uno de los científicos más destacados del siglo XX y XXI, afortunadamente sigue entre nosotros, Edgar Morín, escribió un texto que se llama “Ciencia con Conciencia”. En ese texto ya clásico para los estudiosos de la ciencia, expuso que la ciencia se encontraba en una disyuntiva: si la ciencia no se manejaba con una conciencia social, la ciencia seguiría el impulso que había tomado en el siglo XX, que era una ciencia al servicio de los enormes intereses económicos que estaban y están detrás de su enseñanza y de su puesta en práctica en la sociedad industrial.
Lo que ha ocurrido durante el año que ahora está a punto de concluir, es que la ciencia se encuentra en manos de las grandes corporaciones financieras mundiales como Vanguard Group, BlackRock (el mayor concentrador de recursos financieros del mundo) y SSgA (ver artículo del profesor Jalife en La Jornada del 06 de diciembre de 2020, en su columna “Bajo la Lupa”), quienes a su vez son las que invierten en las vacunas que el mundo occidental pondrá disposición de una parte de la humanidad.
Debemos reconocer que el hecho de que se cuente con una vacuna ya, a un año de que apareciera la pandemia es un hecho que nos muestra lo inaudito que todavía la ciencia es capaz de hacer. Lo digo, independientemente de que me parece que la vacuna potencialmente inmunizará principalmente a las poblaciones de las naciones ricas, sin atender realmente el problema de fondo que ha ocasionado el fenómeno pandémico, que es la crisis ambiental que se ha venido agudizando al paso del tiempo y que tiene que ver con el modelo de producción industrial.
Y no cabe duda que la actuación del gobierno mexicano ha sido muy importante, porque la aplicación de la vacuna empezará en la tercera semana de diciembre de este año. Y en esto no debemos ser mezquinos porque ante la mezquindad, lo queramos o no, la vacuna se va imponer porque la población la buscará ante la inminencia de la amenaza de muerte que significa el virus. Ahora se menciona que no se debe aplicar en épocas electorales, como si la amenaza de muerte no estuviera por encima de cualquier miserable voto. Este gobierno, el de la 4t lo ha hecho y punto, qué más se quiere.
La vacuna ya se empezó a aplicar en Inglaterra y así empezará Europa y Estados Unidos. En Rusia ya se aplica y lo mismo se iniciará en China. Claro que la vacuna tiene sus problemas técnicos, como el de la refrigeración, y puede generar desconfianza la manera en cómo se ha producido sobre todo la europea y los avances de otras que están en proceso en los mismos Estados Unidos. Sus costos la van a significar un problema para los países clasificados como pobres, principalmente las naciones africanas.
La ciencia que llegó a nuestro continente fue primero la de la conquista (como diría Enrique Dussel), embarcaciones, mosquetones, bayonetas, pólvora, armas de acero, con las que ejecutaron la conquista de la mano de la cruz del catolicismo despojado de sus raíces sociales por el Imperio Romano. Después que las naciones de esta parte del continente lograron su independencia, nuestros gobernantes se dejaron encantar por la herencia cultural que nos dejaron, como una especie de manzana envenenada.
Tomamos el pensamiento más rancio europeo como el utilitario, el positivismo y el liberalismo. Se convirtieron en nuestros guías los teóricos del industrialismo como Bentham, Spencer y Comte. Y con todos ellos su ciencia que llegó a las instituciones educativas que inicialmente se formaron en América y en América Latina.
Es muy complicado que la ciencia tal y como la conocemos tome conciencia y un rumbo distinto al que ha tomado, que es ponerse al servicio de los intereses que gobiernan el destino de la sociedad industrial. La ciencia es una entidad que toma el rumbo que los humanos le dan. Si la ciencia se aplica a favor o en contra de la sociedad o del pueblo. Mientras gobiernen el mundo las grandes y enormes corporaciones serán ellas las que marquen la pauta en materia de ciencia.
Desde nuestra geopolítica latinoamericana no podemos ni debemos seguir las pautas de otras naciones ni siquiera de un sentido del tipo de ciencia pensada desde un lugar y espacio que no es el que nosotros ocupamos. Esto no quiere decir el asumir una especie de auto creación local sin vínculos con el mundo de los saberes. Lo que deseamos expresar es que Latinoamérica y México, por supuesto, debe entender que sus productos asociados a la ciencia posee intereses específicos, que es su pueblo.
La ciencia debe estar al servicio del pueblo. Y aquí, cuando decimos que debe estar al servicio del pueblo, también nos inspira el espíritu de servir al pueblo, entendiendo por “pueblo” a los grupos sociales que tradicionalmente han sido excluidos de los beneficios que deja la ciencia inventada por Europa, así como por el progreso que se piensan como un discurso para la humanidad y terminan por servir en los hechos a las grandes empresas mundiales y, por supuesto, a las naciones hegemónicas en el mundo.
En México y en las naciones desarrolladas, la ciencia tuvo un continuo en el que se ha separado a sus creadores de los intereses populares. Se ha copiado la idea de los grandes centros universitarios y los cuerpos académicos de especialistas que investigan y forman parte de un escalafón en el que todos luchan por ascender (El Sistema Nacional de Investigadores), olvidando para quién hacen ciencia y quién les paga. También ha ingresado a la academia el espíritu de empresa, dándose facilidades a la empresa académica disfrazada de centros de investigación. Todo ello ha redundado en un tipo de saber dislocado de los intereses de la población.
Estamos a buen tiempo de reformar la ciencia y crear un tipo de ciencia que sirva a los intereses del pueblo y evitar, como en otras naciones, que nos permita ver el problema de la pandemia más allá de una vacuna, sin quietar la importancia que ello tiene.
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