Repaso

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso
  • PES: prácticas clientelares

La reunión fue en el restaurante “Los molcajetes”, por el rumbo de Ocotepec. Sucedió el pasado 18 de julio. Acudieron líderes de colonias y ayudantes municipales, principalmente de Cuernavaca, convocados aparentemente por dirigentes del Partido Encuentro Social (PES), Nos dicen que la condujo gente muy allegada a Hugo Eric Flores, delegado federal para los programas de bienestar social en Morelos.

El motivo de la convocatoria fue simple, si bien deleznable: “invitar” a los concurrentes a sumarse al proyecto de ese partido o, mejor dicho, de quienes lo regentean, empezando por respaldar el proceso de registro ante la instancia electoral correspondiente. Se anda buscando que a nivel nacional se denomine Partido Encuentro Solidario.

Los que dieran el sí, engrosarían una lista de prospectos para apoyar su gestión como representantes, bajando recursos federales a su favor. Los que no, pues tendrían que rascarse con sus propias uñas, como seguramente lo han hecho. Y además, con el riesgo de quedar mal parados con los de “arriba”, quienes usufructúan los recursos públicos de la entidad.

La reunión a la que me refiero fue previa a la tercera asamblea constitutiva, celebrada en la capital del estado, de la cual salieron como delegados ni más ni menos que Hugo Argüelles Victorero y Eric Hugo Flores. El reporte informativo de su realización fue el siguiente:

“Con asistentes de los municipios del primer distrito correspondiente a la región centro del estado, se dieron cita este sábado 20 de julio, en la Casa Ejidal de la colonia Chipitlán, en Cuernavaca, donde representantes del INE en Morelos comprobaron la asistencia y aprobación del quórum legal…”

Similares asambleas, se decía, estaban por realizarse en Jiutepec y Yautepec. Se realizaron, reitero, para la consolidación en Morelos de la Asociación Encuentro Solidario, pero sin duda al mismo tiempo para colocar en la dirigencia estatal a un miembro del grupúsculo que busca el monopolio del poder partidista.

Para el 22 de julio, cubiertas todas las formalidades y trámites necesarios para el registro ante el INE, Jorge Argüelles Victorero asumía la presidencia del PES, elegido por 23 de 28 delegados. Una cantidad muy a modo para evitar cualquier manifestación de inconformidad, como en efecto ocurrió. Los quisquillosos no fueron tomados en cuenta, faltaba más. Para eso es el poder público que se detenta, con el cual se ofrece a los incondicionales acomodos, prebendas y hasta regalos de santos reyes.

Las promesas-amenazas para conseguir el apoyo necesario y estar en condiciones de que el control del partido no se les salga de las manos, resultaron efectivas.

Preparado todo el espectáculo aparentemente democrático, el gobernador balompédico Cuauhtémoc Blanco Bravo, le tomó la protesta en su condición de miembro distinguido de ese partido. Desde luego, anduvo por allí, José Manuel Sanz, gurú principal del mandatario estatal.

De todo lo anterior, se puede inferir que poco a poco se hará más evidente la utilización de los recursos institucionales en manos de quienes ahora nos gobiernan, para presuntamente integrar una plataforma de acción y una estructura territorial que pudiera poner en condiciones verdaderamente competitivas a los pesistas.

Como afirman que lo hacían los priístas cuando eran los repartidores de canonjías; como lo hicieron los panistas durante dos sexenios y como, de manera escandalosa, lo hicieron los perredistas acaudillados malévolamente por Graco Ramírez y Rodríguez Gayosso.

Las prácticas clientelares a las que acudieron no evitó su derrumbe frente a ciudadanos que les tomaron la medida. Lo más reciente es la intentona perredista.  Con Gayosso a la cabeza como candidato a la gubernatura morelense, repartieron favores a sus supuestos simpatizantes, ofrecieron el oro y el moro, colocaron en algunos puestos públicos de cierta relevancia a aquellos que desde otras parcelas podían girar el timón y sumarse al “poderoso” candidato perredista.

En el Congreso local, durante la pasada legislatura, corrían comentarios del casi seguro triunfo de Gayosso. Todo lo tenía controlado, suponían. Los hechos los pusieron en su lugar y la derrota sufrida fue vergonzosa.

Ahora, por lo que se aprecia, los del PES, que ya empiezan a cultivar esas prácticas clientelares, se enfilan por el mismo vericueto de sus antecesores. Suponen, pienso, que la ya dudosa popularidad de Cuauhtémoc Blanco será garantía para arrasar en las elecciones intermedias que vienen y después en las de cada seis años.

Suponen mal. El ex futbolista terminará desacreditado o, por lo menos, sin ese supuesto carisma que lo llevó al triunfo. Y si eso le ocurrirá, el fantasmal partido que es el PES, con sus desconocidos cuadros militantes se enfrentarán seguramente a su insignificancia. Apuesto doble contra sencillo.

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