No Bombardeen
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Cinco noches antes de que terminase 1982, en el estadio del Club Ferro Carril Oeste, el músico Charly García gritaba “no bombardeen Caballito”, haciendo alusión al barrio donde se encontraban los más de 25,000 asistentes del recital. Después de la frase, efectos especiales en forma de misiles simularon estrellarse con el escenario, todo ante el alarido de un público que, tal como lo cuenta el mismo García, presenció el mejor show que hizo. La gente quedó más que contenta, “con buena onda”, y por un momento, sintió una especie de catarsis.
En la primera mitad de ese año, específicamente de abril a junio, Argentina enfrentó la Guerra de las Malvinas, un conflicto que no tardó en demostrar, como tantos otros, las atrocidades características de las guerras. Se perdieron muchas vidas como fruto de un combate provocado esencialmente para mejorar la imagen de la dictadura, y los argentinos temieron las represalias que pudiese emitir el Reino Unido. Por eso, el icónico cantante del bigote bicolor lanzó la canción “No bombardeen Buenos Aires”, que después interpretaría en el concierto y cuya letra cambiaría para darle cabida a la frase ya mencionada. Así, Charly García, a través de esa súplica hecha más queriendo que sin querer, mostraba cómo el arte puede subsanar heridas tan profundas que escapan a toda explicación. Así, mostraba cómo el arte puede ayudarnos a todos, aunque sea un poco.