Neno
En opinión de Carlos Morales Cuevas
Abraso tus rodillas,
mujer de vida,
fuego que ilumina el volcán a la distancia.
Sobre esta tierra,
aldea fortuita y fría,
beso tus piernas,
raíces de vendaval.
Tienes las llaves de la cerradura del mundo,
tinta dibujando brújulas sobre mi piel,
hojas en blanco por arder,
refugio para mis huesos,
y esos charcos de pupila adamantina
en los que mis miedos se atestan de fe.
La remodelación no nos ha parado,
ni el tejado que alguna vez nos derrumbó.
Tenemos celos de lo que murió en las entrañas del tiempo,
miedo cósmico;
calicantos del corazón.
Mas recuerda,
también tenemos tu lumínica sonrisa,
alegres ánimas que pasan
como pasan tus manos haciéndome cafuné,
amor a todas horas,
otro lunes mañana y
la oportunidad de besarnos el alma.
Neno, que no nena,
recuerda que aquí hay un poeta
lamiéndose las heridas,
clavado a su cruz,
esquivando lagrimas furtivas,
gritándole al mundo que no hay mundo sin tu luz.
Nena, disculpa si no te llamo Neno
y te digo simplemente Amor.