¡La legislatura no es eterna!!!
En opinión de Mirna Zavala
Con la llegada de la primavera finalmente también se instala la cotidianidad de la vida. No es que no lo haya sido los anteriores meses, sino que concluidas las festividades de fin de año, que prácticamente prolongan todo el mes de enero y febrero constituye un paulatino reajuste de las actividades, como si se saliera de una temporada de hibernación, poco a poco va regresando el dinamismo de la vida común. De aquí a prácticamente fin de año, todos nos esforzamos por realizar nuestras actividades con normalidad en mayor o menor medida, el trabajo esta volviendo a ser mayoritariamente en los centros de trabajo habituales, los hijos regresan a clases presenciales, las actividades comerciales van cobrando su dinamismo pre-pandemia, las universidades reabren sus puertas y las oficinas gubernamentales federales, estatales y municipales buscan reactivar la vida administrativa. Sin embargo, no todo será igual, quedó un sedimento latente que abona a considerar la vida, sus prioridades y nuevos desafíos con otra visión. Infinidad de personas, sobre todo jóvenes, se animaron a entrar de lleno en el mundo digital, ese medio ambiente que, aunque virtual, también es una completa realidad. Desde ese universo tecnológico veremos surgir nuevas relaciones humano-digitales interconectadas de una forma novedosa pero siempre esencial. No parece que ese cambio haya motivado algunas conciencias legislativas, de hecho, parece que se pasó de noche.
Sin embargo, en ese contexto se moverá el Congreso del Estado con sus propias dificultades que, por lo que se ve, no se conjuraran en el corto plazo, ojalá me equivoque; en este mundo que no es digital, la interacción todavía es muy tradicional, un forcejeo del juego político que obedece a reglas verdaderamente anquilosadas, no juzgo, es lo que se ve, aunque haya quienes no lo quieran ver. No cabe duda de que el mundo de la política es el más atrasado en las vanguardias de desarrollo y lo es por la obcecada intención y acción de mantener un statu quo de conservación de poder que obstaculiza la mejora continua de los ciudadanos. Fue guardado con doble candado aquello de no repetir la parálisis de anteriores legislaturas, ahí está una contundente prueba de lo dicho. Quizá se deba también a que nuestra experiencia democrática es francamente reciente, dos décadas no son suficientes para arraigar sus valores, aunque también hay que decirlo, la voluntad política no aflora con facilidad.
En tanto no apuremos la salida del conflicto más tardará en concretarse un amplio beneficio para los morelenses que ofrecimos se daría. Sigo exigiendo acercamientos con resultados positivos. Un saludo estimado lector(a).