La Hidra contemporánea del cáncer

En opinión de Lorena Elizabeth Castillo

La Hidra contemporánea del cáncer

En materia de perspectiva de género existen también riesgos compartidos, entre hombre y mujeres, debido a cambio de hábitos que implican a la salud emocional, mental y física. Uno de esos riesgos que no es reciente, pero sí en cambio, su drástico incremento, es el de padecer algún tipo de cáncer.

El pasado 4 de febrero, precisamente, se conmemoró El Día Mundial de Lucha contra el Cáncer en una jornada que se realiza a nivel internacional desde el año 2000, a iniciativa del gobierno de Francia, aceptado y promovido por la Unesco para  reflexionar y concientizar sobre esta enfermedad que afecta a millones de seres humanos. 

La prevalencia del consumo de tabaco entre las y los jóvenes es similar en ambos sexos desde los inicios de este siglo, según demuestran las encuestas nacionales de salud de varios países. Esto no es una buena noticia, ya que esto se debe al notable descenso del consumo entre hombres, pero no tanto en las mujeres, pues algunas de ellas asumen esta práctica como una prerrogativa de equidad e igualdad.

De ahí que uno de los retos al recordarse el Día Mundial en la Lucha contra el Cáncer, es dar prioridad a la prevención del tabaquismo ante la epidemia de cáncer de pulmón en mujeres a edades más tempranas, por lo que se ha incrementado la difusión contra el uso de tabaco como factor de riesgo y, en años recientes, del vapeo o cigarros electrónicos.

Frente a las cifras del incremento del tabaquismo en mujeres jóvenes y sin importar condiciones socieconómicas, las autoridades sanitarias de México y muchos países más han asumido  la urgencia de las acciones preventivas del cáncer, con énfasis en la perspectiva de género, es decir, combatir y erradicar la falsa noción de que el uso de tabaco es un distintivo de autonomía femenina y de igualdad ante los hombres.

Otra vertiente a considerar como parte del Día Mundial contra el Cáncer, son factores compartidos por otros estilos de vida similares entre hombres y mujeres, como lo son, la obesidad y el sobrepeso debido a hábitos alimenticios erróneos; además de carcinógenos ambientales, como la exposición excesiva al sol y algunos más de tipo social y laboral, así como la prevención del consumo inmoderado de alcohol, de igual manera, entre hombres y mujeres jóvenes. 

Como puede advertirse en este breve repaso de los factores sociales propicios del cáncer, falta por incluir aquellos determinismos y predisposiciones biológicas, genéticas, psicológicas y culturales que están en el espectro de riesgos del cáncer, por lo que estamos ante la encarnación del mito de La Hidra de Lera que poseía la facultad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada.

Sin embargo, al igual que el héroe griego Hércules quién, en uno de sus doce trabajos mató al antiguo y despiadado monstruo acuático gigante, así hoy podemos y debemos descabezar al monstruo del cáncer agazapado en destructivos estilos de vida que a mediano y largo plazo, significan casos de hombres y mujeres con baja calidad de vida y umbral de mortandad temprana.  

 

 

 

Entre estos, podemos destacar el tabaquismo y el sobrepeso, sobretodo en edades jóvenes, la prevención de Un objetivo específico del cáncer es la prevención de la exposición excesiva al sol y la vacunación sobre la hepatitis B y el virus del papiloma humano.      

 

 

En el #DíaMundialContraElCáncer La perspectiva del género en el cáncer ha formado parte de la gran mayoría de análisis del impacto de esta enfermedad, dada su indudable relevancia. Los retos Un tercer ámbito en el cual la perspectiva de género es muy relevante es el análisis de los factores de riesgo relacionados con el cáncer. Nos centraremos en el tabaquismo como factor más reconocido e investigado por su fuerte, consistente y establecida asociación con numerosos tipos de cáncer, aunque otros factores como la obesidad y el sobrepeso o la exposición solar intensa también tienen aspectos de género muy relevantes. Como hemos comentado previamente, un aspecto que durante muchos años ha definido la incidencia del cáncer en nuestro país ha sido la muy baja frecuencia de los tumores relacionados con el tabaco y singularmente, el cáncer de pulmón al ser el que ha mostrado un mayor riesgo atribuible, en torno al 80% de estos cánceres se asocian al tabaquismo.

Desde hace algunos años, se han reconstruido las cohortes históricas de inicio del consumo de tabaco en nuestro país y se ha podido observar que las mujeres no empezaron a fumar de forma importante hasta los años setenta y solo en las cohortes jóvenes; y que la epidemia del tabaquismo empezó en las mujeres de nivel socio-económico más elevado para posteriormente difundirse entre las de nivel bajo, mientras que en los años ochenta el proceso de abandonar el hábito tabáquico se inició también en las de nivel socio-económico más elevado (Borras et al., 2000). En este sentido, la diseminación de la epidemia del tabaquismo siguió un patrón de difusión de la innovación muy marcado. La epidemia del tabaquismo se sigue habitualmente de la epidemia del cáncer de pulmón al cabo de 35-40 años, lo cual estamos comprobando actualmente en nuestro caso, tal y como era previsible (Bilal et al., 2014). (Tabla 1). Los esfuerzos de prevención deben ser diferenciales según género, porque las motivaciones para fumar y para dejar de hacerlo pueden ser también distintas (Dixon y Banwell, 2009). Un elemento clave es el retraso en la edad de inicio para fumar y el adelanto de la edad de abandono del tabaquismo y este debe ser un objetivo crucial de las estrategias preventivas del consumo de tabaco en nuestro país. Los progresos son manifiestos, pero queda mucho por hacer en este ámbito clave de la prevención del cáncer y de múltiples enfermedades crónicas. Los datos de la Tabla 1 y de la Figura 1 muestran gráficamente el progreso y el reto de continuar el mismo en los próximos años.

Los principales objetivos en el ámbito preventivo son compartidos con otras estrategias al tener en común muchos factores de riesgo con patologías crónicas. Los objetivos de cribado se centran en el de cáncer de mama bienal entre 50 y 69 años mediante mamografía, la detección precoz del cáncer de cuello uterino mediante citología, aunque evidencia reciente también permite utilizar la detección del virus del papiloma humano en la citología; y la de cáncer colorrectal mediante detección de sangre oculta en las heces bienalmente entre 50 y 69 años.