Juego de Manos - La media naranja

Los roces al interior de Movimiento Ciudadano han ido en aumento conforme se acerca la fecha para definir candidaturas, con motivo de las elecciones de 2024. El debate principal: sumarse a la coalición del Frente Amplio por México y, en conjunto, enfrentarse al grupo cuatroteísta o; en su defecto, competir en solitario y crecer la identidad e imagen del partido en el tablero nacional, con miras a volverse una fuerza competitiva en el periodo electoral consecutivo.

La semana pasada, un grupo de figuras naranjas con base en Jalisco, el bastión del partido, lanzaron una carta en la que sientan un distanciamiento con la dirigencia nacional, que se mantiene en contra de sumarse a la coalición opositora. En el mismo periodo, el dirigente del partido, Dante Delgado, llevó a cabo una reunión partidista en la Ciudad de México —con la ausencia del grupo inconforme— para dialogar sobre los pasos que tomará el MC el próximo año.

El encuentro es una demostración de fuerza por parte de la dirigencia nacional, que ha declarado una falta de preocupación ante la aparente separación del grupo Jalisco. La experiencia más cercana que tenemos con un fenómeno como este podría verse con la disidencia al interior del PRI, entre figuras llamativas del partido y el dirigente nacional, Alito Moreno.

No obstante, contrario al desenlace de ese escenario —en el que el grupo inconforme fue empujado al exterior de la institución— este caso podría ser diferente debido al tamaño y relevancia del grupo Jalisco respecto al partido. El bastión de Movimiento Ciudadano es el estado de Jalisco, que aglomera gran parte de sus posiciones y apoyo electoral. En ese sentido, una ruptura con el territorio central es un choque de trenes que perjudica todos los objetivos de la institución política.

Ahora, a manera de ejercicio hipotético, ¿cuáles son los caminos y las implicaciones de una u otra postura interna del partido?

Por el lado de la dirigencia, se apuesta a competir de manera independiente el próximo proceso. La intención de proyectar una imagen de partido competitivo desde la independencia, es una meta alta para una institución política que ha estado, salvo en casos particulares, sujeta a la competitividad a partir de alianzas planeadas. Liberarse de la carga de partido satélite requiere de perfiles sumamente competitivos, acompañados de acuerdos interpartidistas, estrategias electorales-comunicativas eficaces y unidad en el interior; puesto que la apuesta tiene consecuencias para el triunfo o para la derrota.

Si se compite en solitario y se triunfa, se sientan las bases para consolidarse como una fuerza política competitiva e independiente, pero si el resultado es una derrota en las urnas, se solidifica la imagen de la que se quieren deshacer, y el electorado puede ver al partido naranja como uno más entre los llaveros de los “partidos grandes”.

Por el momento, podemos ver a Luis Donaldo Colosio como la figura que competiría por la presidencia de la República. Es un perfil en crecimiento, con una buena imagen pero que se encuentra aún lejos de alcanzar su potencial y madurez política. No gana, pero, con una buena campaña, podría atraer los votos que el partido necesita para crecer en el escenario nacional. Ello, a costa de un desgaste político que podría mermar su desempeño en una futura contienda.

Por otro lado, está la opción más segura de sumarse al grupo opositor en un intento de cerrar filas para derrotar a morena y a sus aliados en el próximo proceso electoral. La participación de MC en la coalición sería un gran acierto para la coalición que, al unirse, podría abarcar el apoyo de la totalidad de quienes se oponen a Morena y a la llamada Cuarta Transformación.

En este caso, la persona que competiría por la silla presidencia sería quien gane el proceso interno del Frente, que se encuentra en la recta final para decidir entre las senadoras Xóchitl Gálvez, del PAN, y Beatriz Paredes, del PRI. La primera se posiciona como la virtual ganadora, pero en política todo se encuentra en el aire hasta el momento de la definición final.

Ojo, la demora en las definiciones al interior del partido respecto a la persona que competirá por “la grande” en el año próximo, podría obedecer, también, a una pausa estratégica para observar el desenlace de los procesos internos de Morena y la oposición. Una espera para tener toda la información sobre el escenario por venir para, así, tomar una decisión informada sobre las condiciones y las fichas disponibles para jugar.

El contexto presente ha acrecentado el valor electoral de MC para la fiesta electoral del 2024. La decisión de este partido tendrá repercusiones en el tablero y las posibilidades de triunfo de cualquiera de los bandos. Ya sea que se defina por una carrera en solitario, que fracturaría el voto opositor y, en menor medida, el morenista, en detrimento principalmente del Frente; o que se sume a la coalición opositora, cerrando filas y sumando los votos en contra la 4T. Habrá que estar atentos a las decisiones que se tomen desde el Movimiento Naranja.

Por cierto

En Morelos, el tablero está repleto de manos alzadas rumbo a la definición de candidaturas. Tan solo en Morena hay 4 hombres y 3 mujeres en busca de competir por la gubernatura en 2024. Aunado a ello, habrá que agregar las manos del grupo opositor, así como de aquellos partidos que a nivel federal se sumarán a los bandos antes descritos, pero que en el plano local podrían jugar de manera independiente.

La relevancia de las candidaturas opositoras dependerá de la rentabilidad de la o el abanderado que designe Morena. Si bien el partido presidencial cuenta con una preferencia electoral superior a la de sus contrincantes, no es invencible. Una candidatura no competitiva por parte de Morena pondría en riesgo el triunfo en la entidad. Esto, en un contexto electoral en el que el Congreso de la Unión, gubernaturas, alcaldías y la Ciudad de México estarán en juego. Ese es un peligro que no se puede correr.

Tic, toc:

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