Escala de Grises - ¡Ay, Jalisco!

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - ¡Ay, Jalisco!

 

#JusticiaParaJonathanSantos

La madrugada del 11 de agosto, el cuerpo sin vida de Jonathan Santos fue encontrado en la colonia Cantera, a dos cuadras de su casa, en Zapopan (Jalisco). La Fiscalía del Estado confirmó que la causa de su muerte fue una herida de bala en la cabeza.

Las primeras horas del pasado miércoles, el Fiscal General del Estado, Gerardo Octavio Solís Gómez, ofreció un conferencia de prensa para declarar sobre la investigación. Dijo tener tres principales líneas: crimen de odio, “crimen pasional” (término completamente erróneo, por supuesto) y robo.

Sin embargo, además del error mencionado, el Fiscal declaró lo siguiente: “Dadas las condiciones y circunstancias propias de los hechos, se decidió iniciar con el protocolo de feminicidio. Dadas las preferencias de este joven”. ¿Escuchó eso? Fue mi suspiro de rabia e impotencia. Una disculpa por los inconvenientes.

Por su parte, el rector de la Universidad, Ricardo Villanueva Lomelí informó sobre el asesinato del joven; afirmó que fue “víctima de la inseguridad y la violencia”. El 13 de agosto, compañeros, amigos y familiares de Jonathan Santos le rindieron homenaje en las instalaciones de la escuela donde estudiaba. El colectivo diverso UDG también condenó el asesinato de su compañero y exigió una investigación con perspectiva de diversidad sexual en la que se considere el crimen de odio.

A pesar de que Solís Gómez añadió en su lamentable declaración que la Coordinación Especializada para la Atención de Delitos por Diversidad Sexual acompañaría el caso, usted y yo sabemos que —por lo menos hasta ahora— eso no implica que se harán las cosas bien. Empecemos por el primer error.

El término “crimen pasional” ha sido utilizado para referirse a crímenes en los que sentimientos como el dolor o los celos impulsan a las personas (hombres, en la mayoría de los casos) a cometer algún tipo de delito (asesinato) en contra de sus parejas; es decir, se usa como un justificante de la violencia que ondea el “amor” como bandera.

En realidad, no hace más que esconder al agresor y culpabilizar a las víctimas; además de asumir que el amor (o la pasión) y la violencia van de la mano. ¿Te mató, pero le rompiste el corazón? Entonces no es un criminal, es un hombre que en realidad te amaba y no pudo con tanto dolor.

El fondo es mucho más complejo, pues implica que las personas o sus cuerpos pertenecen a sus parejas, que no pueden tomar decisiones por sí mismas o hacer lo que deseen, porque son propiedad de las personas con las que comparten un vínculo sentimental. Así de normalizado. Así de absurdo.

Resulta sorprendente que en pleno 2020 se use este término para investigar el asesinato de cualquier persona. Ninguna justificación será suficiente para defender la violencia. La pasión no mata, el machismo sí.

Bajo esta misma línea, pretender que el asesinato de Jonathan Santos se investigue con el protocolo de feminicidio es una de las muestras más graves de discriminación, machismo e intolerancia. Me explico.

Lamentablemente, en el imaginario colectivo, los hombres [heterosexuales, obvio] son superiores y —como este mundo se compone de dicotomías— las mujeres somos inferiores. El silogismo queda de la siguiente manera: Un hombre homosexual es menos hombre, es decir, es inferior; y si es inferior, entonces es mujer. Si sus preferencias sexuales lo colocan en el “mismo nivel” que las mujeres, entonces un crimen de odio hacia él se debe investigar como feminicidio. El feminicidio es el asesinato de una mujer por razones de género. ¿Se da cuenta?

La respuesta de la Fiscalía de Jalisco es una muestra más de los problemas estructurales que tenemos en el país. El problema de investigar el asesinato de Jonathan como feminicidio, además de todo lo que ya le dije, es que refleja la ausencia de protocolos que siguen sin establecerse.

De acuerdo con el Informe Especial sobre la situación de los Derechos Humanos de las personas LGBTI en México, en 2019, los delitos principales en contra de la comunidad fueron discriminación, homicidios y lesiones. No obstante, la falta de tipificación e investigaciones al respecto dejan como consecuencia el desconocimiento de la cifra total de crímenes.

Ignorar lo anterior es invisibilizar los diferentes tipos de violencia[s] que sufre la comunidad LGBTTTIQ+ en una sociedad que no deja de reproducir estereotipos vinculados al “deber ser” de lo masculino y lo femenino, de reafirmar la “normalidad” como una virtud para justificar la discriminación y la permanencia de discursos morales, religiosos y misóginos. Los crímenes de odio deben ser tipificados, investigados y resueltos. La intolerancia a la diversidad y la injusticia ya no son una opción.

 

Las niñas no se tocan

Cinco días antes de que julio terminara, el jefe de recursos humanos de la Dirección de Seguridad Ciudadana de Puerto Vallarte (también en Jalisco) fue encontrado dentro de un auto con una niña de diez años desnuda.

El juez encargado del caso, Jorge Luis Solís Aranda (perteneciente al Centro de Justicia para las Mujeres) vinculó a Luis Alonso “N” a proceso por “abuso sexual infantil”, pero rechazó imputarlo por “corrupción de menores” porque, aunque la menor lo señaló como su agresor, no sintió placer. ¡Hágame el favor!

Al respecto, mediante una campaña en las plataformas digitales con la etiqueta #LasNiñasNoSeTocan se exigió la destitución inmediata de Solís Aranda y la detención de Luis Alonso, pues se pensaba que lo habían liberado.

El pasado domingo, Enrique Alfaro (gobernador de Jalisco) informó que el juez fue “separado del cargo y pagará las consecuencias de su inmoralidad”. Del mismo modo, aclaró que el abusador seguía detenido por el delito de abuso sexual infantil.

Como se imaginará, hay muchas cosas qué decir. En febrero de este año, 24 de las 32 entidades del país carecían de la tipificación de la pederastia como un delito. Otra vez, ignorando uno de los problemas más graves que se viven en el país. Tan grave que, en repetidas ocasiones, ha puesto en peligro la vida de la periodista y activista Lydia Cacho, por documentar los testimonios e investigaciones sobre uno de los pederastas más peligrosos del mundo, literalmente.

Los derechos de la niñez y un mejor futuro para las próximas generaciones son un tema recurrente en las campañas y estrategias políticas de todas las administraciones, pero ¿qué hay de delitos como estos? ¿Qué hay de la responsabilidad que tienen las y los funcionarios para garantizar la seguridad de las niñas y niños? ¿Qué se está haciendo al respecto?

¿Por qué un hombre pedófilo formaba parte de un grupo de funcionarios públicos que, hasta donde yo entiendo, deben estar dedicados a proteger a todas las personas? ¿Por qué un juez machista y negligente forma parte del grupo que, se supone, imparte justicia?

Las violencias estructurales están en todos los niveles. Abramos los ojos, rompamos la cadena de voltear la mirada hacia otro lado. Enfoquemos nuestros sentidos para darnos cuenta de los errores que cometemos, que cometen las personas a nuestro alrededor, para nombrarlos, para solucionarlos, para denunciarlos.

 

Para, desde nuestras trincheras, seguir exigiendo justicia.

arendy.avalos@gmail.com

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