El Tercer Ojo - “Los Heraldos Negros” Otra vez el Perú.

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - “Los Heraldos Negros” Otra vez el Perú.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, / la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

César Vallejo, Los Heraldos Negros.

A: Juan Jesús Güere Porras, Ugo Velasco y Edgar “Fabulinka”

Cuando “El Inca” Garcilazo de La Vega escribió su Historia General del Perú (1617) se propuso construir una narrativa sobre la conquista del Perú, las guerras civiles entre los conquistadores y la instauración del Virreinato del Perú, además de contar sobre la resistencia de los incas de Vilcabamba, la cual culmina con la ejecución del último dirigente, Túpac Amaru I, en la plaza del Cusco, en el año de 1572. Como se sabe, antes escribió y se publicó su obra Comentarios Reales de los Incas (1609), la cual se dedica a relatar el tramo que antecede a la conquista del Perú.

Cuando se publica el libro de José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana (1928), el cual da comienzo con su ensayo Esquema de la evolución económica, el autor, sin atisbo de duda escribe: “En el plano de la economía se percibe mejor que en ningún otro hasta qué punto la Conquista escinde la historia del Perú. La Conquista aparece en este terreno, más netamente que en cualquiera otro, como una solución de continuidad”. Es decir, que la historia del Perú podría escindirse en dos grandes periodos, antes de la conquista y a partir de la conquista. Tal vez sea conveniente resaltar el hecho de que Garcilazo de la Vega y Mariátegui conciben que la Historia del Perú puede interpretarse a partir de esta primera demarcación.

Poco más de un lustro antes del nacimiento de Mariátegui, Manuel González Prada en su famoso “Discurso de Politeama” (1888) expresaba que: “Hablo, señores, de la libertad para todos, i principalmente para los más desvalidos. No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos i estranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico i los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años há que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro i sin las virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer i escribir, i veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A vosotros, maestros descuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, del gobernador i del cura, esa trinidad embrutecedora del indio (…)”. (así escrito en el original).

Para el tiempo que le corresponde vivenciar a Maríategui, el Perú de la primera mitad del siglo XX (1923-1930), vive bajo un importante Movimiento de Reforma Universitaria y un Movimiento Obrero que, desde 1919, impulsa sendos actos huelguistas; para ese entonces Víctor Raúl Haya de la Torre participaba como dirigente estudiantil en el Movimiento de Reforma Universitaria.

Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en el año de 1924, bajo los siguientes criterios: 1) Acción contra el imperialismo yanqui; 2) Por la unidad política de América Latina; 3) Por la nacionalización de tierras e industrias; 4) Por la internacionalización del Canal de Panamá y, 5) Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. A partir de esta alianza, posteriormente, el mismo Haya de la Torre funda el Partido APRA del Perú.

Sin embargo, a la vuelta de algunos pocos años, Maríategui se diferencia nítidamente de Haya de la Torre y decide, junto con otros compañeros suyos, fundar el Partido Socialista del Perú (PSP) en el año de 1928, muy claramente orientado hacia el socialismo, a diferencia del APRA.

Según expresa Aníbal Quijano: “Mariátegui muere en un momento crucial de la historia peruana (…1930…), cuando los conflictos sociales acumulados desde comienzos de siglo estallan, bajo el impacto local de la crisis económica internacional, en la más grave crisis política antes de la actual. Durante ella, revolución y contrarrevolución dominaron la escena nacional por primera vez de manera abierta, hasta la derrota de los movimientos revolucionarios”. Una vez muerto Mariátegui el PSP cambió de nombre y adquirió el de Partido Comunista del Perú.

A partir de ese entonces, hasta ahora, se ha venido consolidando, nuevamente, el poder oligárquico, a través de sucesivas dictaduras militares y civiles que fueron confrontadas por el moviemiento guerrillero de Sendero Luminoso, el cual fue derrotado durante el gobierno de Fujimori.

De nueva cuenta, a partir de este suceso, las oligarquías y el imperialismo injerencista han impuesto su poder como instancia gubernamental, descrita nítidamente por González Prada.

En el mismo primer ensayo de Mariátegui se expresa que, a partir de la conquista es posible interpretar la historia del Perú, sin embargo, agregará páginas más adelante: “Como la primera, la segunda etapa de esta economía arranca de un hecho político y militar. La primera etapa nace de la Conquista. La segunda etapa se inicia con la Independencia. Pero, mientras la Conquista engendra totalmente el proceso de la formación de nuestra economía colonial, la Independencia aparece determinada y dominada por ese proceso”.

Empero, como lo expresa en su segundo ensayo, El problema del indio, “Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos –y a veces sólo verbales–, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema (…) La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo (…).

He aquí la esencia del problema que atraviesa al Perú — pero no únicamente—, el “problema del indio” que atraviesa la historia de los conflictos a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI en esta nación andina. Es una cuestión de racismo de los grupos oligárquicos que, además de detentar el poder económico, quieren mantener los poderes político, jurídico, “moral”, ideológico y mediático.

Ello trasciende, sin duda, la narrativa de ahora que defiende el golpe de estado contra Pedro Castillo quien, tratando de impedirlo, decidió solo y solitario, un autogolpe. El imperialismo estadounidense y la OEA, avalan el golpe contra un presidente electo democráticamente y obtaculizado y golpeado durante su breve gobierno.