Cuando sea demasiado tarde… - Será un año muy largo.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Una vez más nos encontramos con otro mes que se nos va, ya pasaron diez días de junio y a penas alcanzamos a saborear el final de semestre. Comienza a sonar la última campana de la escuela y los estacionamientos cada vez lucen más vacíos. El verano ya está aquí y nos lo ha dejado ver con este clima tan bizarro en el que puede llover hasta tres veces el mismo día, y de todas maneras se queda uno con las ganas de haber tendido la ropa del sol que llega a hacer. Parecería que la vida nos trae buenas noticias, pero lamentablemente debo informarle que la cosa cada vez se va a poner peor en este país. ¿Ya olvidaron que ganó Morena la gobernatura del Estado de México? Pues bien, por ahí vamos a empezar el argumento de esta semana.
Los que estuvimos al pendiente de la elección del domingo 4 de junio, observamos con horror cómo el presidente nacional de Morena, Mario Delgado (alias el Dismorfofobias) anunció con bombo y platillo a las 18 hrs de tal día, justo al cerrar las casillas, que Delfina Gómez ganaba la silla grande con una diferencia de más de 18 puntos. Ya todos estamos acostumbrados a tales menesteres, una de las razones por las que los debates cada vez se vuelven más insípidos e innecesarios es porque la cancha donde verdaderamente se disputan es en los medios al terminar el evento. ¿Quién gana un debate? El que compra más medios que anuncien que fue ganador, ya da igual la calidad de los argumentos o la fidelidad de las propuestas. Pues igual, se ha impuesto la estrategia de anunciar con bombo y platillo la victoria de tal candidato inmediatamente cerradas las casillas, para comenzar a enrarecer el ambiente y pavimentar el camino para las inconformidades electorales. Gómez, según Delgado, había ganado ¡por más de 18 puntos! Inmediatamente pensé que dicha cifra, en caso de ser cierta, tendría que ser de cuando mucho, la mitad.
Una victoria electoral, en este país, por una cifra cercana a los 10 puntos, es abismal. Si la fórmula electorera es precisa, Morena había ganado la elección del Estado de México por 10%, lo cual indica una victoria orgánica. Se supone que el operativo mapache y demás menesteres pertinentes al folclor democrático mexicano, son capaces de mover el resultado 5 puntos para un lado o para el otro. Tal vez 6, pero no 7. Si ganaron por 10 puntos es porque, aún contando con la ayuda de los mapaches, tuvo fuerte empuje por parte de la ciudadanía, aunque es preciso subrayar que dicha elección tuvo una participación del 47%, lo cual, por estándares internacionales, la hace espuria y carente de validez. Sin embargo, desde el fecalísimo Felipe Calderón, impera la ley del “haiga sido como haiga sido.”
Varios días más tarde, los números cambiaron un poco. Se reporta una participación de a penitas el 50%, y el PREP del Instituto Electoral del Estado de México declara como victoriosa a la candidata de Morena por una diferencia de arribita del 8%, número que coincide con mis observaciones (cuando uno es ninja de la estadística, aprende a encontrar entretenimiento en los menesteres electorales). Sin embargo, no he sido capaz de encontrar los resultados finales verdaderos, el “voto por voto, casilla por casilla” del mismísimo López. Al parecer los números son confirmados por todos los actores y al poco rato (y diría que hasta con celeridad), Alejandra del Moral anuncia su propia derrota y acepta los resultados de la elección. No dude usted que el resultado duro sea más bien cercano al 5% de una candidata sobre de la otra.
¿Qué se desprende de tales resultados? Que el país desciende a un perpetuo estado de FORNICATUM EST. Lo primero que debe usted de observar es que para tal elección las opciones verdaderas eran la candidata de Morena (que no vamos a ahondar en el tema), y por el otro, la candidata postulada por una “coalición” (la RAE define tal término como una “unión transitoria de personas, grupos políticos o países con un interés determinado”) entre el PRI, el PAN, y el PRD, quienes, hasta hace 15 años, eran los top contenders de las elecciones en este país. Explíqueme usted, apreciado lector, ¿cuál es Guatemala, y cuál es Guatepeor?
Luego, Marcelo Ebrard anuncia su renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores con el fin de contender por la candidatura de su partido para aspirar a la silla grande. Se arma el merequetengue y al parecer este domingo se van a establecer parámetros hacia adentro de Morena para ya terminar de corcholatear a las corcholatas, que parece que hasta Fernández Noroña quiere también poner su sello de garantía sobre la mesa. Todo apunta a que la carrera fuerte estará entre Sheimbaum, Ebrard, Drácula, y (por favor no se ría usted) Ricardo Monreal. Aquí lo interesante, y cómo señala Leonardo Kourchenko en su columna de esta semana (2023, 08 de junio), no sólo vamos a tener que enfrentar el problema del vacío de poder que significan 4 renuncias de alto nivel a un año de terminar el sexenio, sino también vamos a terminar viendo cómo los mismos se reacomodan en el gabinete para 2024.
Así que como siempre, apreciado lector, vaya usted preparando su credencial de elector, porque ya viene el 02 de junio de 2024 y le prometo que la cosa más bonita, no se va a poner. Ya ve usted qué tipo de democracia nos queda, que más bien parece un zombie radioactivo.