Cuando sea demasiado tarde… - No vamos a comprar motocicleta.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Buen día, apreciado lector. Le comunico que ha sobrevivido usted al inicio de la tercera ola de calor que azota al centro/sur mexicano. Hemos tenido temperaturas por encima de los 40° centígrados con sensación térmica de puede usted cocinar unos huevos con chorizo sobre la plancha de la banqueta. He visto que en Turquía y Brasil se han suscitado inundaciones que han causado decenas de muertos. Por aquí llovió el miércoles (creo) por más o menos una hora, y refrescó un poquito, pero al día siguiente se reavivó el calor. Al parecer sólo somos pollos en esta rosticería llamada “Morelos.”
He decidido que no voy a comprar la motocicleta (lo siento Miguel Ángel, Lúz, Ian, Gerardo, y demás personas que se entusiasmaron con la idea). El sábado pasado tuve una conversación con una amiga de hace mucho tiempo y me contó de la muerte de otro amigo con el que yo ya no tenía contacto desde entonces. Su servidor cree en algo que yo denomino las “señales.” ¿Se acuerdan cuando un templete se colapsa en el Campo Marte y le rompe toda su crisma a mi amada Bandera de México durante el sexenio de Henry Monster Peña Nieto? Algo así como el templete que se cae allá por el norte y el candidato a la presidencia empuja a una doña para escapar con vida él primero. La vida te da señales de muchas cosas. Pues bien, ya llegó la señal y no me voy a comprar la moto que quería, porque simple y sencillamente es muy probable que muera. Ya hubo quién me llamó cobarde por ello, pero llevo cerca de dos años estudiando el tema de las motocicletas, leyendo textos, viendo videos de gente volar por los aires, y creo que lo que va a pasar es que sucumbiré al conductor cuernavacense. Cada vez son más y más las motocicletas que circulan por las calles de este estado y cada vez se vuelve más intolerante el conductor de auto particular. Además, considero que sólo los inocentes son incapaces de sentir el miedo.
Creo que el problema somos todos. Ya olvídese usted de la ley, el señor justicia ya es sólo un brazo más del crimen organizado. La maña tiene control de más de la mitad del territorio del país, y al gobierno sólo le interesa sifonear presupuesto. En algún momento de este año entrevistaron a Ricardo Salinas Pliego para preguntarle por qué no paga las decenas de miles de millones de pesos que le debe al fisco, y el señor se limita a contestar “¿Para qué? ¿Para que se lo queden esta banda de bribones? Mejor me lo quedo yo.” Lamento mucho la postura de tal individuo, pero sí entiendo la sensación de andar regalando el dinero para que viva la familia de alguien más. Es muy difícil rascarle a la vida el ingreso como para que haya vividores que disfruten de lo que no han trabajado. Esto ha hecho que la vida en este país se complique en gran medida. El cobro de piso está por los cielos, observe usted cuántos negocios han cerrado nada más del miedo a la maña. Al rato van a empezar a cobrar piso por tener auto, o como en tiempos de Santa Anna, por tener ventanas en su casa.
Por un lado, la gente está muy molesta. La vida en este país cada vez se vuelve menos real, menos entendible. Por salir a la calle, puedes perder cuando menos el celular o la cartera, cuando no el automóvil (la motocicleta) o la vida. Se escuchan balaceras todas las noches, diario mueren ¿qué? ¿diez personas en el glorioso estado de Morelos por fierro o plomo? El problema tiene dos aristas importantes. La primera de ellas es la falta de empatía. Cuando uno sale a la calle, es raro que le cedan el paso a uno, la gente se estaciona dónde se le da la gana, todos circulan en sentido contrario. La ley vial se ha convertido en verdaderamente papel de baño. Los policías de tránsito sólo están consternados por la cuota que tienen que cubrir durante el día. ¿Ha notado usted que no hay policías de tránsito durante la noche o los fines de semana? La segunda arista tiene que ver con la probabilidad. La expectativa de vida de un motociclista a largo plazo es de cero. Patatero. Son demasiados los factores y demasiadas las variables que influyen en andar en motocicleta de tal manera que vamos a suspender la misión de andar en moto por tiempo indefinido. Principalmente porque no le quiero dar a mi mamá el disgusto de perder a un hijo. Ya le he dado suficientes disgustos y creo que ya estoy en edad de andar pensando más en tenerla contenta.
Porque la motocicleta no ha muerto, pero va a ser el problema de la década.