Cuando sea demasiado tarde… - Juanito llega marchando a casa.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Juanito llega marchando a casa.

 Muy buen día, apreciable lector. Nuevamente nos encontramos por aquí, una semana más que sobrevivimos a esta vida llamada acoso laboral. ¿En qué momento se hizo normal el hostigar permanentemente a los subalternos que no te agradan? Pues ya me quitaron una clase y ya se entrevistaron con los estudiantes de mi otra clase para ver si no había alguna queja que quisieran comentar. ¿Alguien sabe decir “cacería de brujas”? La cultura laboral en mi lugar de trabajo rápidamente se fue hacia el sur. Alguien alguna vez me dijo que pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores era una gran hazaña, que era una gran distinción. Pues este año subí a su tercer nivel, que lleva por nombre “2.” ¿Sabe usted de qué me ha servido? De nada. Paso más tiempo manteniendo mi empleo que haciendo mi trabajo. Tengo que usar mi tiempo libre para poder atender mis cosas de trabajo, pues uso mis horas de trabajo para contestar un mar de oficios y cartas y cosas que simplemente ya no tiene mucho sentido. ¿Ha leído usted “El Proceso” de Franz Kafka? Pues esta semana se me acusó, se me juzgó, y se me condenó, y yo ni lo sabía. Me avisaron como tres días más tarde, y usted disculpe que se lo acaba de cargar el payaso. Muchas gracias por su participación.

 Este es el nuevo mundo en el que vivimos. La ley y la reglamentación ya son papel de baño. Lo dijo el líder supremo, ¿no? “A mí no me vengan con que la ley es la ley.” Sólo necesitas subirte en un ladrillo y sentir que puedes observar hasta el infinito. Hasta creo que la gente comienza a sentirlo. Hoy estuve dos horas en un embotellamiento de no más de quinientos metros. ¿Creerá usted que la gente se cedía el paso? Todos nos mirábamos con cara de “pues pásale.” Ya no sé si la gente está tan desilusionada que va a salir más barato ayudarnos entre nosotros. No se escuchó un solo claxon, nadie se agredió. La circunstancia fue tal que fue más fácil ayudarnos que pelearnos.

 No tuve tiempo ni fuerzas de ver las noticias. Supe que van a renunciar los ministros de la Suprema para dar paso a la renovación, pero no lo pude leer (ni entender) muy bien. Acapulco sigue hecho un desastre, aparecen cadáveres por decenas todos los días. Mi amado estado de Morelos aparece en el top three de estados más violentos del país. Al buen Cuauh le dieron un macro huesote, aún habiendo dejado mi casa hecha pedazos. Este mundo simplemente se está yendo al excremento. Estuvo circulando un video de dos ruteros que se agarran a golpes atrás de palacio de gobierno. En virtud de que la movilidad es mi tema favorito (me salí de violencia buscando refugio en la movilidad para atender asuntos menos horroríficos, y mire usted) muchísima gente me estuvo mandando el video. Hay hasta quejas de que la persona que graba la acción no lo hace debidamente. Dos conductores de transporte público… bueno, la verdad es que uno le propina una golpiza al otro. Profesionalmente le hace llegar de manera personal su progenitora a base de puñetazos. ¿Cree usted que esto tendrá repercusiones? Es el segundo video que veo de conductores de transporte público comunicándose eficientemente entre sí este año.

 Lamento mucho no tenerle buenas noticias, apreciado lector. Esta semana no nos fue bien a nadie. Sin embargo, aquí seguimos. Hay que darle, hay que no quitar el dedo del renglón. Nadie nos va a sacar de ésta si no somos nosotros mismos, y la manera en la que vamos a salir adelante va a ser dándonos la mano, no permitiendo que nos tengan divididos.

 Así que, si no tiene a qué salir, le ruego que no lo haga. Este fin de semana es puente y lo mejor va a ser quedarnos en casa para disfrutar de los nuestros. No vaya a ser que el día de mañana ya no estén con nosotros. Desde aquí les digo a todos que los quiero mucho, y esta vida vale la pena ser vivida. Principalmente con aquellos a quienes apreciamos.

Que los malos se revuelquen en su odio, a ver a dónde van a parar.