Cuando sea demasiado tarde... - El de todos los años.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Lamento mucho haber trasladado esta costumbre a esta plataforma. La idea siempre ha sido comunicar lo que yo denomino “el aprendizaje del año”, y ahora que se supone que soy columnista, el Regional me permite llegar a más personas. Más o menos al tiempo cuando empecé con esta tradición, comencé a pensar que el conocimiento es como el agua: no sirve de nada acumularlos, e intentar hacerlo sólo deviene en más problemas; paradójicamente, no nos es posible sobrevivir sin ellos. Es por eso que, aunque el tono y el contenido tuvo que cambiar puesto que he tenido que crecer (más allá de la talla del cinturón) para encontrarle lugar a este gran placer que muchos llaman escribir, les plasmo aquí lo que aprendí durante mi sobrevivir al 2020.
La mente (lo que sea que eso sea) es algo maravilloso. Incluso, en un afán de redescubrir el agua tibia, diría que hay partes importantes de su funcionamiento que no operan bajo nuestro conocimiento. De la misma manera que nuestros corazones siguen latiendo y nuestros hígados siguen tratando de expulsar el Bacardí de nuestro sistema, nuestra mente nos ayuda a darle significado a una realidad que no lo tiene. Parafreseando y extendiendo un poco a Malcolm Gladwell (2007) y a Steven Pinker (2003), le invito a que piense usted, amable lector, en un limón. ¿Cómo sabemos que un limón es un limón? Lo sabemos porque en algún lugar de nuestras mentes tenemos una especie de lista de requisitos básicos con los que tiene que cumplir un limón para ser un limón, porque de lo contrario no sería un limón, ¿cierto? Esto pasa para que cada vez que acuda usted al mercado (portando un vital cubrebocas, por las vidas de nuestros padres y nuestros hijos) se pueda usted concentrar en la calidad de las piezas, el costo de las mismas, y lo inútil que es el gobierno para controlar los precios del limón, y no en el eterno cuestionamiento sobre si un limón es limón, o si un limón es más limón que los demás limones. Es un limón, Gabriel. Deja de hacer preguntas necias.
Ahí empieza el camino de la lección que me llevé este año. Es imposible que un individuo sea plenamente consciente de las razones por las cuales piensa las cosas que piensa, y hay otra serie de selectos individuos que se aprovechan de tales circunstancias. Para ello, un ejemplo que observamos este año: el estado de derecho en este país. El concepto de la aplicación de la ley en su estado más puro nunca ha existido en ningún lado, pero en México es en sí mismo una gran cortina que nos han puesto dentro de nuestras cabezas para que no pensemos al respecto de la evidencia presentada, o para que no pensemos en la evidencia que no es presentada. ¿A qué me refiero? A que la misma semana que echan a andar la planta termoeléctrica de Huexca (esa planta que el presidente López vino a Morelos a prometerle a los morelenses que no permitiría que se activara, siempre y cuando lo eligieran a él como presidente), se interrumpe el suministro de electricidad por horas en varios estados del país. No sólo eso, que el presidente mismo se celebra la capacidad que tiene el titular de la CFE para reconocer que se le caen los sistemas, y las escusas que pone para justificarse. Encuentro sumamente preocupante que la capacidad de convencimiento del pelmazo en turno está bajando, porque cuando la pierda, ¿quién nos va a decir cómo interpretar las señales? Piensa que es la oposición que me quiere deslegitimizar, y no te preocupes más por ello, campeón. ¿Por qué habríamos de preguntarnos si un limón es un limón? El presidente miente, eso no es una sorpresa. Todos los presidentes que hemos tenido desde que tengo uso de una supuesta razón, mienten. Lo maravilloso de ello es que el actual lo hace mucho mejor que sus antecesores, o tal vez sea que yo ya no me trago los cuentos tan fácilmente. Tal vez, con el afán de ser justos con el argumento entero, tal vez soy yo, que me gusta “buscarle chichis a las serpientes”, y ver cosas que no necesariamente están ahí, aunque la evidencia esté ahí, y sólo yo la vea.
Este año me enseñó que cuando dicen que al gobierno le interesa una población ignorante para poderla manipular, es porque al gobierno le conviene una población ignorante para poderla manipular. No sólo eso, que tras 20 años de observar diferentes aristas y aspectos del sistema educativo de varios países del mundo, han conseguido hacernos verdaderamente MÁS ignorantes y MÁS manipulables. ¡Llegaron las vacunas a México! ¡Qué gran logro! Hasta fue el Ebrard al aeropuerto para tomarse la foto mientras recibe UNA SOLA HIELERA de vacunas. Hasta nos presentan un esquema de vacunación para que los 130,000,000 de mexicanos podamos tener acceso a una vacuna para principios de este año que comienza. ¿Qué fue lo que pasó con las 50,000 vacunas que llegaron? Ahí está otra vez la lección que yo me llevé este año y que ahora quiero que tengan todos ustedes: no permitan que el individuo que está escribiendo estas líneas (invariablemente de su coeficiente intelectual) los convenza de nada. Vayan ustedes y pregunten a sus amigos y familiares que sean médicos, que hayan vivido en carne propia el proceso de vacunación. ¿Cómo fue el control que se llevó de las vacunas? ¿Quién lleva el registro de las personas que ya han sido vacunadas? ¿Cómo se centraliza tal información? Estados Unidos reporta haber vacunado a cerca de tres millones de personas para el 31 de diciembre de 2020. ¿Cuántos individuos vacunados hay al día de hoy en México, y QUIENES SON? Si no se sabe quiénes son, ¿QUIÉN CREE USTED QUE SEAN?
Al ser humano le gusta hacer que los demás individuos piensen cosas o no piensen cosas, y gusta de beneficiarse de ello. Por eso le ruego, amable lector: la próxima vez que alguien le indique qué pensar, asegúrese primero que al hacerlo no esté usted obedeciendo a los intereses de terceras personas. Quién sabe, tal vez llegue usted a verse envuelto en una trama en la que usted no quería participar, que perjudicó a muchos y sólo benefició a algunos. El hecho de que usted no esté al tanto de las motivaciones detrás de sus propias acciones no lo exime de afrontar sus consecuencias. No dejemos que el 2020 muera en el olvido, pues sólo morirá si elegimos no aprender de las lecciones que nos dejó, especialmente cuando nos dio la oportunidad de demostrar quiénes somos como individuos, como centro de trabajo, y como cultura. La única cosa inteligente que dijo Enrique Peña Nieto durante su mandato (y probablemente en toda su vida) fue que la corrupción es parte de nuestra cultura. Por supuesto que no lo debió de haber dicho (otra inmerecida oportunidad de guardar silencio desperdiciada), pero les invito a que me indiquen que estoy equivocado, ante la evidencia de los apagones, las vacunas, y el acoso laboral.
El 2020 ha muerto, larga vida al 2020.
Gladwell, M. (2007). Blink. EU: Blackbay Books.
Pinker, S. (2003). The Blank Slate. EU: Viking.