Cuando sea demasiado tarde… - Agresividad y Violencia

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Agresividad y Violencia

Enhorabuena, preciado lector. Ha llegado usted nuevamente al sábado, que en cosa de nada llegamos a la mitad de marzo, lo cual implica que ya se terminar de ir la primera cuarta parte del año. Seguimos en algún lugar entre 5 y 10 muertos diarios en el glorioso estado de Morelos, el Commander in Absence parece que ya apareció, aunque suena por ahí que la ex se divorció, entonces igual y retoma sus actividades extracurriculares en Ciudad de México, asumiendo que la doña vive en aquellos lares. En lo personal no me amerita mención especial porque hay intereses más importantes, como mi novia, por ejemplo… o tal vez ¡Kate del Castillo! Perdonen ustedes. Es posible su servidor tenga que dormir en el sofá, o algún método de tortura más medieval.

            Esta semana, la Dirección de Educación Media Superior y la Escuela de Técnicos Laboratoristas, tuvieron a bien organizar las Jornadas de la Ciencia para Nivel Medio Superior, y tuve el privilegio de ser invitado como tallerista para platicar con algunos grupos de estudiantes al respecto de mi trabajo y qué es lo que hacemos en la Facultad de Psicología en materia de investigación. Dado que mi línea de investigación principal es Agresión y Violencia, opté por hablar un poco de el fenómeno de la violencia en nuestro estado, la gloriosa ciudad de Cuernavaca, y pues por supuesto nuestro amado México. Fueron charlas muy amenas e interesantes, la verdad es que estaba muy nervioso porque nunca había hablado frente a un grupo de chicos de preparatoria, y me daba un poco de inseguridad lo que me pudiera encontrar, pero tales preocupaciones estaban infundadas. Los chicos que me tocaron fueron geniales, al principio les daba pena participar, pero conforme fue pasando el tiempo, la cosa agarró velocidad.

            Hablamos al respecto de cómo la violencia no sólo ha afectado nuestra sociedad, también ha afectado nuestras mentes. La cosa empezó con ¿Quién ha sido víctima de la violencia? Lo cual requirió una breve explicación al respecto de la diferencia entre Agresión y Violencia. ¿Cuál es? Pues bien, es un debate añejo del que no se sale nunca, pero mi opinión profesional es que son dos caras de la misma moneda. La Agresión es un fenómeno psicológico, hay muchas teorías de interpretación al respecto, pero el consenso radica (aproximadamente) en esa fuerza que nos mueve para obtener la satisfacción de nuestras necesidades. Aunque pensamos que el ser humano es un ser racional e inteligente, en realidad somos primates que metabolizan y funcionan de manera muy similar a los demás de los primates. Para poder cazar al mamut, había que organizarse y armarse de bastante valor para enfrentar tal empresa, y para eso la naturaleza nos proveyó de la agresividad. Sin embrago, dado que hoy en día no hace falta agredir al cajero de la tienda de conveniencia para que nos facilite bienes y mercancías (aunque hay mucho morelense que hoy en día lo desconoce), no sabemos muy bien cómo manejar esa fuerza, y por lo tanto, interviene en la manera en la que nos comportamos.

            La violencia, por otro parte, la define la Organización Mundial de la Salud (y voy a resumir y parafrasear en gran medida) como la pérdida de bienestar de uno o unos por la acción directa de otro u otros, aunque tal acción puede no tener intención de obtener beneficio, o el beneficio está en la pérdida de bienestar del otro. Es una aproximación más bien Sociológica, habla del colectivo, de las relaciones entre los individuos y más bien la suma de todas las partes del fenómeno, más que mirar hacia adentro del individuo. ¿Cómo afectan tales menesteres a la mente del individuo? Pues en gran medida.

            Los talleres terminaron con un gran destello, la última actividad fue muy asombrosa: consistía en sostener una taza llena de agua, e invitar a los participantes de hacerse de ella sin derramar el agua. Varios chicos lo intentaron, de hecho uno me persiguió por el salón tratando de averiguar cómo quitármela, pero fue hasta el tercer intento que una chica bajita levantó la mano, se acercó al frente del salón y con voz callada y tranquila me preguntó “¿Pudiera usted darme la taza, por favor?” Todo el salón explotó en risa, y una de las personas organizadoras del evento me subrayó su propio asombro al ver tal cosa. Disculpen que no me deshaga en nombres, pues no me siento en confianza con casi nadie de los organizadores y ya ve usted que luego uno se anda disparando en el pie por querer andarse adornando. Sin embargo, fue muy grato conocer a otros profesores de otras disciplinas que también hicieron grandes trabajos en la realización de sus talleres. Enhorabuena a todos los participantes, fue una mañana muy enriquecedora.

            Por lo demás, cierro el argumento con un hallazgo bastante oscuro. Al preguntar a todos los participantes cuántos habían visto un cadáver embolsado en la calle, casi la totalidad del salón levantó la mano. Hay una generación entera de morelenses que no conoció una vida sin cadáveres tirados en la banqueta. Así es como la violencia afecta nuestro pensamiento, palabras más, palabras menos.

Porque Morelos no ha muerto, pero ya no requiere de fosas clandestinas, ya es sólo cosa de embolsar y tirar.