Cosas y Casos de Morelos - La capacitación de Cuauhtémoc
En opinión de Sergio Dorado
No sé, pero se me va haciendo hábito eso del análisis discursivo de Cuauhtémoc, pero ahora a partir del marco teórico del vienés Ludwig Wittgestein, célebre lingüista quien aseguraba que la lengua se quedaba corta para interpretar la realidad de nuestro entorno. Y alguna razón debe haber tenido el vienés, porque a veces, al escribir uno, ocasionalmente descubre una palabra que se quiere usar para expresar algo personal en un texto, pero ésta no existe en el diccionario, quedándose el escribano montado en la disyuntiva de si obedecer religiosamente con el espíritu hincado ante la REA, o mandarla a ver si ya puso la marrana y crear un neologismo a pesar de la desaprobación castiza de la España medieval de Sancho Panza.
De inicio, bien se puede advertir que el discurso de Cuauhtémoc es primario e inducido. De hecho, si existiera un test diagnóstico antes de asumir un cargo para gobernador en México, el mandatario no haría honor a los niveles supremos de Bloom, quien colgó en el pináculo del esquema a la creatividad. En cambio, ha declarado Cuauhtémoc ante los medios que para que la cuña apriete y la Guardia Nacional funcione de acuerdo al plan, debe haber coordinación estrecha, porque a falta de ésta, el sistema… ¡va a valer hostia la puta que nos parió! –ha de haber sido instruido otra vez el Ejecutivo con el castellano de Sanz.
Y bueno, si la excusa anterior de Cuauhtémoc fue la herencia criminal que plantó en Morelos el padrino del chamuco, Graco Ramírez; hoy en día, si asumimos la coordinación requerida (acaso habrá sido nuevamente instruido el mandatario en su curso de capacitación sobre Discurso Pragmático I), puede dejar ya en paz la primera excusa del chamuco y empezar desde ahora a culpar a la “Coordinación”, aunque exista o no; porque para ello, los tres niveles de gobierno, en especial las plataformas estatal y municipal, deben marchar con paso corto, con himno nacional de fondo y uniformados con la misma gorra combativa…y conforme a reloj, con tic tacs más precisos que preciosos o mundanos, y la Patria depositada en el cielo hasta acabar tanto con la última cucaracha del hogar Morelos como con las que se nos cuelan del vecino.
Y bueno, como suena la contundencia de la proposición, uno se imagina al Cuauh con shorts de tirantes y sentado en una butaca ante la instrucción conductista de Sanz, quien con moño de maestro antiguo atado al cogote con propiedad, como los de a de veras, no como los de ahora, demanda con disciplina de aula: Chavo, firmes y repite después de mí: “Si no hay coordinación va a valer pura puta chingada el modelito”; aunque sugiere, desde luego, ya en corto y echando mano de su ilustrísimo origen español -y como coach experimentado en el comercio de las patas sin pie de atleta-, que use palabras aprobadas por la RAE; es decir, con registro de lengua según University of Cambridge y no puros chingados como acostumbra; y esto como intento a la vez -hay que remacharlo en la teoría-, de atar apretado y completar de poca el esquema procedimental del modelo; es decir,con el objeto de desfruncir el ceño adusto cada vez que el mandatario siente una grabadora cerca de los ojos. (Todavía se salen unos chingados, pero va mejorando).
Y está re bien cambiar ahora de culpable -dicen los fifíes del barrio (con hiato adecuado según palabras agudas terminadas en “i”)-, que ya están cansados de estigmatizar al chamuco, a la chamuca y al chamuquito amarillentos de la historia reciente de Morelos; y qué bueno que ahora –añaden doctos-, la “coordinación” se humaniza de más y se asume como víctima, para arrojarle lanzas con punta de fuego por culpable y en donde caiga, y para que haga muecas de dolor en caso de que no entienda su inédita pero primordial función dentro del nuevo esquema de seguridad gubernamental.
Solamenteque los fifíes, siendo como son por naturaleza, sí le recuerdan a Cuauhtémoc no eche en saco roto el objeto último de la estrategia de seguridad:
Y esto lo expresó así el fifí más mamón del barrio, pero vocero de la grada, quien vive cerca del estadio Centenario, -aclaro-, porque con eso de que la generalización se pone más impertinentemente de moda, hay que liberar los límites desde el principio. Porque los del Lienzo del Charro son menos mulas y lengua largas que los que entrenan en estadio y no en plazas para ganado. Y eso hace diferencia en gradación de fifí.
A pesar de lo palurdo del autor, por ello, el fifí más destacado del barrio referido, tiene un derecho de expresión garantizado por Andrés Manuel López Obrador en su código de ética y moral revolucionaria; y con ello, el derecho para exigirle al Cuauh, gobernador del hermoso estado “soberano”de Morelos, que no se olvide que la coordinación del estado le corresponde a él, antes de que se vaya a echar otra “cascarita” a Veracruz o al Vaticano. Porque si no, será él el blanco de las lanzas.
De donde, según la Pragmática de Ludwig Wittgenstein, se puede confirmar que en materia de discurso sí es cierta la cortedad de la lengua de Cuauhtémoc, aunque éste no es el componente único del atrofio lingüístico -tome usted nota de ello-, pues también habría que sumar a Howard Gardner en el esquema, para emitir finalmente un juicio más chido y mejor armado en materia psicolingüística.
Y bueno, ya con base en el binomio teórico planteado, fácilmente se puede deducir que si la “coordinación” humanizada falla en el combate contra el cucarachón criminal del estado de Morelos, que está más gacho que un pinacate caquívoro al que le apesta el hocico a pura cola humana, estamos perdidos. Por eso de cualquier forma hay que superarlo.
Y según el meollo del creativo modelo bordado con hilo áureo en cuero de águila y serpiente en amasiato, Sanz habrá conseguido el objeto de la lección de hoy, para que Cuauhtémoc, con ronquido dominado por el sofisma apropiado, siga soñando cuauhtemiñas por la noche, en vez de ocuparse en gobernar Morelos. Y así, pues se ha de sentir bonito ser entrenador. Se ha de sentir un poco el tufo de Hernán Cortés, ¿o no? O sea, un modelo con corte europeo muy peninsular. Así a lo mejor quiere hasta Malinche para soñar más que cuauhtemiñas. Digo, si todavía hay fuego amigo