Consideraciones para el regreso a clases
En opinión de Amador Ocampo Flores
A medida que van pasando los días y poco a poco se acerca la conclusión del ciclo escolar tanto maestros, alumnos y padres de familia experimentan diferente nivel de agotamiento, pero con el empuje necesario para finalizar el ciclo escolar. Sin embargo, en el ambiente se siente la tranquilidad que antecede la tormenta, se escucha una máxima en todos lados “el siguiente ciclo escolar”. Lo cual ocasiona que todos estén vivenciando diversidad de sentimientos, emociones, miedos, expectativas y deseos que se movilizan como una montaña rusa en movimiento.
Esto ocasiona que varias ideas ronden como fantasmas en los pasillos de nuestro pensamiento: la conclusión del ciclo escolar, el inicio del ciclo escolar, las expectativas del regreso a clases, los propios miedos y deseos, y por supuesto la familia. Lo cual consume o desgasta nuestra energía y nos lleva a los terrenos de la incertidumbre donde no hay esquemas de actuación. Por consiguiente, se desconoce que hacer. Sin embargo, la incertidumbre es un terreno donde existen dos posibilidades: actuar o paralizarse, conllevando a la recuperación o pérdida del control de la situación.
Debido a eso, en el planteamiento del regreso a clases existe una figura primordial que es capaz de articular a todos y cada uno los integrantes de la comunidad educativa y esta figura es el docente, al cual se le presenta un momento único de resignificación de la función docente y con su guía, dirigir a sus alumnos y padres de familia en un terreno desconocido. Por ello, desde mi perspectiva es necesario considerar los siguientes puntos y realizar un plan de actuación.
En primer lugar, analizar las condiciones personales en las que se está terminando el ciclo escolar es decir, volver a nosotros mismo y desde una postura crítica ver en qué condiciones me encuentro. Esto es, examinar de forma objetiva y realista qué factores fueron los que me movieron y me ocasionaron inestabilidad, cuáles fueron los que me apuntalaron y sostuvieron, y por supuesto qué necesidades se tiene, con la finalidad de fortalecerme y visualizar en qué condiciones quiero regresar, lo anterior se plantea debido a que el docente ha sido y será una figura que sostiene y apuntala a toda la comunidad educativa.
En segundo lugar, considerar las expectativas sociales y las condiciones reales de la comunidad educativa ante el regreso a clases, considerando que existe una probabilidad de que no sean cumplidas, es decir, que el regreso a clases no sea como lo habíamos visualizado. Por lo que debemos considerar los siguientes elementos: que exista en los alumnos mayor diversidad tanto en los aprendizajes como en las condiciones familiares; buscar nuevas formas de socialización y relación entre los alumnos, ellos han estado alejados de un sistema de interacción en el que aprenden; tratar de recuperar la estructura que brinda la escuela, todo nuestro mundo ha girado en relación a ella; y realizar un análisis de los contenido básicos que debe dominar el alumno para estar en condiciones de igualdad con sus compañeros.
Si bien es cierto que estos planteamientos representan un desafío histórico para el docente, también es histórico que el docente en México se ha caracterizado por no quedarse quieto ante la adversidad.