Casos y Cosas de Morelos - La Guardia Nacional, ¿la solución para Morelos?
En opinión de Sergio Dorado
Esta vez el gobernador de Morelos sí se dignó a asistir a la ceremonia oficial del inicio de operaciones de la Guardia Nacional, que se llevó a cabo el domingo pasado en el Campo Deportivo Militar Marte. Esta vez no se le atravesó una “cáscara” como sucedió en la reunión de Tijuana, cuando Andrés López Obrador convocó a una celebración por el aplazamiento momentáneo de la imposición de aranceles que Donald Trump amenaza con aplicar a México en cuanto se le pegue la gana. En aquella ocasión, el exfutbolista prefirió celebrar un partido de futbol con los veteranos del Club América, equipo donde militó por muchos años en el deporte profesional de las patadas, en vez de asistir a Tijuana.
Y es que de la patada se le pone también el escenario morelense al gobernador donde el crimen común y organizado no guarda ya respeto alguno a la autoridad por su fallida estrategia de seguridad. Tanto lo ha rebasado la inseguridad que desde siempre se ha declarado incompetente y su única esperanza es que la Guardia Nacional llegue al estado para salvarlo de un problema que se comprometió solucionar, pero que a la postre, como todas sus promesas de campaña, se suma al fracaso de este gobierno a nueve meses de haber asumido la gubernatura de Morelos.
Cuauhtémoc se cuelga de una solución que sin embargo no está garantizada. Está por verse que la llegada de la Guardia Nacional a Morelos y otros estados de la república, apacigüe el abuso y la crueldad del crimen. Esto lo sabemos desde el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, en el sexenio 2006-2012, donde el presidente menospreció la fuerza del crimen e inició una guerra loca contra la maña que dejó decenas de miles de víctimas circunstanciales que él bautizó como “daño colateral”. La Guardia Nacional de López Obrador no se diferencia mucho de la calderonista, pero al tiempo sabremos sobre su eficiencia.
El acierto del gobernador de Morelos en materia de inseguridad pública es que, a diferencia de Calderón Hinojosa, él ya detectó que los malos son “un chingo” y no un puñito como lo asumió el presidente referido al inicio de la aventura. Aunque claro, este dato había sido percibido por la sociedad desde hacía mucho tiempo, no obstante que la autoridad, como es costumbre, intentaba convencer a la población civil que la estrategia era un éxito, antes que finalmente se destapara la infesta de fosas clandestinas comunes hoy en el país para interpretar el éxito.
Cuauhtémoc Blanco pende de un hilo en cuanto a aceptación social. Su gobierno se distingue por el empeoramiento del estado. Prometió la justicia sobre la corrupción y Graco Ramírez y sus secuaces han de pitorrearse desde la “clandestinidad” con unos whiskies. Morelos es campeón en denuncias desde que Gerardo Chávez de Hita asumió en cargo de fiscal Anticorrupción, pero hasta ahí…hasta ahí ha llegado todo a casi un año de gobierno cuauhtemiño; los peces gordos siguen en libertad y Cuauhtémoc hundiéndose en el fracaso.
Nada se menciona en Morelos sobre una revocación de mandato a mitad de sexenio. A Andrés Manuel López Obrador, por un lado, le urge que el Congreso federal le autorice ya una fecha para este evento, que incluso quiere adelantar para antes de mitad de sexenio. Pero al paso que va Cuauhtémoc, por el otro lado, debe ser una bendición que no se toque el tema, pues lo más probable es que el pueblo de Morelos lo desecharía por inútil.
Personalmente pienso que Cuauhtémoc trae en la cabeza un balón de futbol ya desinflado y sigue donde está porque le pagan por no hacer nada. Y su segundo de abordo, José Manuel Sanz Rivera, sabe de política lo que su servidor de astronomía.
¡Pobre Morelos