Aún hay vestigios dañados por sismo
Se trata de una serie de la colección Leof-Vinot -que resguarda el INAH Morelos
Una de las piezas es una jarra cerámica con aplicación de una capa de estuco
Tras los sismos de septiembre de 2017, una serie de objetos de la colección Leof-Vinot -que resguarda el INAH Morelos- resultó afectada y fue sometida a un proceso de restauración.
Una de las piezas es una jarra cerámica con aplicación de una capa de estuco, la cual fue pintada con una paleta de colores negro, verde, rojo, rosa y blanco, cuyas dimensiones son 20.55 cm. de alto y 18 cm. de diámetro máximo.
Raúl Francisco González Quezada, colaborador de la revista “El tlacuache”, informó, en una de sus recientes colaboraciones, que “es altamente probable que la pieza haya sido recuperada de su contexto original ya fragmentada, y para coleccionarla la hayan unido con un pegamento que felizmente resultó ser reversible a la postre”.
Asimismo, describió que para la restauración de la jarra, los especialistas a cargo de la “Restauradora Krista Patricia Velarde Bernal” se enfrentaron además de los efectos del sismo, a afectaciones acumuladas por décadas. “La pieza mostraba desequilibrio, pequeños faltantes cerámicos y una capa pictórica friable. Se retiraron años de adherencias de polvo, se descartó el inapropiado adhesivo que ya había cedido en gran parte de las uniones, se recuperaron volúmenes y cromatismos cerámicos perdidos, y se consolidó por inmersión e impregnación de adhesivo la capa de estuco y la pictórica, asegurando su conservación por mucho tiempo más. Con esta restauración la pieza adquirió un aspecto que permitió con mayor claridad la descripción e interpretación de los signos que contiene su proyecto pictórico”.
En ese sentido, acotó que la jarra pertenece al período Clásico (200- 600 años de nuestra era) y procede de Teotihuacán. “La pieza pertenece al tipo cerámico Anaranjado Delgado y fue producida en las inmediaciones del río Carnero en Tepexi de Rodríguez, al sur del estado de Puebla. Con este tipo de vasijas se mantuvo un intenso intercambio comercial en el sistema teotihuacano y en toda la urbe teotihuacana se tuvo acceso a estos artefactos, fundamentalmente a los cajetes con base anular, mientras que otras formas como los vasos cilíndricos y las jarras, se encontraban más orientados al consumo de los grupos hegemónicos. Estas vasijas estaban fuertemente asociadas a rituales funerarios y a ofrendas constructivas, donde se han localizado en abundancia. (Rattray 2001:306 y ss.)”.