Escala de Grises- Tenemos que hablar
En opinión de Arendy Ávalos
Alerta de género
El pasado jueves, la jefa de gobierno de la Ciudad de México decretó la Alerta por Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), con el objetivo de hacer más visible este problema estructural al que nos enfrentamos todos los días.
La razón por la que se tomó esta decisión fue que, en comparación con la carpeta anterior del mismo periodo en 2018, aumentaron las denuncias por delitos sexuales, violaciones y agresiones contra las mujeres en espacios públicos y privados. Según cifras del INEGI, en la Ciudad de México, seis de cada diez mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia.
La CDMX es la entidad número 19 en contar con esta Alerta, la primera fue el Estado de México y a la lista se añaden Morelos, Michoacán, Chiapas, Nuevo León, Veracruz, Sinaloa, Colima, San Luis Potosí, Guerrero, Quintana Roo, Nayarit, Zacatecas, Durango, Campeche, Oaxaca, Puebla y Jalisco. Así es. Más de la mitad del país ha recurrido a este mecanismo de protección. En otras palabras, las mujeres de 19 entidades viven en una permanente situación de emergencia.
¿Y en qué consiste la AVGM? Supuestamente sus acciones se concentran en prevenir, tipificar, detectar y sancionar todas las expresiones que atenten contra los derechos humanos de mujeres y niñas; es decir, se basa en tratar de enfrentar y erradicar el problema.
Claudia Sheinbaum también declaró que enviará una propuesta de ley al Congreso Capitalino para crear un Registro Público de Agresores Sexuales con sentencia firme para que “sepamos quiénes son los violadores”. Aunado a esto, exhortó al Congreso de la CDMX para aprobar la Ley Olimpia, misma que sanciona el acoso y la violencia digital.
A pesar de la buena intención que Sheinbaum y su equipo tienen al realizar estas acciones —y complementarlas con mayor presupuesto para los Centros de Atención Integral a las Mujeres en el 2020—, hay muchas cosas que debemos observar detenidamente.
Por ejemplo, que el gobierno de la CDMX está reduciendo el enfoque de su estrategia únicamente a delitos sexuales y hay otros tipos de violencia para tomar en cuenta, tales como la violencia psicológica, emocional, política, sexual, patrimonial, económica, laboral y física. ¿Qué se hará para enfrentar los diferentes niveles de cada una de ellas? No nos ha quedado claro.
La capacitación de las autoridades es el primer paso, pero también habría que analizar en qué consiste dicha capacitación. ¿Cómo se sensibilizará a las personas para atender las denuncias sin juzgar a las víctimas por motivos de clase o raza? ¿Quiénes darán dicha capacitación? ¿Sucederá —como en otras tantas ocasiones— que recurrirán a los expertos para explicar lo que es la violencia de género?
Respecto a la propuesta de Ley para crear un Registro Público de Agresores Sexuales, ¿cuáles son las implicaciones? Primero habría que garantizar un seguimiento bajo el debido proceso para todas las denuncias por agresiones sexuales que se presenten. Un proceso en el que no se criminalice ni se violente (más) a las víctimas. Después, se deberían tomar acciones legítimas en donde la impunidad o la corrupción no tengan cabida. Sólo así, sólo después de eso, podríamos contemplar la opción de crear un registro. Antes no.
Cruzada con Nosotras
El domingo 24 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la[s] mujer[es], se llevó a cabo la campaña viral “Cruzada con Nosotras”, la cual busca denunciar y visibilizar el problema de feminicidios en México.
Dicha campaña, a cargo de la organización El Día Después, convocó a que las personas colocaran una cruz rosa en señal de apoyo a las víctimas de feminicidio y sus familias. Con motivo de esto, colectivos e integrantes de la sociedad civil pintaron una cruz rosa gigante a los pies del Monumento a la Madre, a pocos pasos de Paseo de la Reforma.
Las fotos de la protesta circularon por plataformas digitales con la etiqueta #NiUnaMenos, acompañada de comentarios en donde algunas usuarias expresaban su hartazgo por la violencia y la impunidad.
La campaña está acompañada de “Nosotras”, un documental que, en 20 minutos, relata la historia de mujeres sobrevivientes a la violencia de género, familiares de víctimas de feminicidio y el impacto que estos acontecimientos han tenido en su cotidianidad.
Usted podrá pensar que ya mucha gente está hablando de lo mismo y que, incluso en este espacio, el tema de violencia de género y feminicidios ha formado parte de muchas ediciones; sin embargo, tratar el tema, aunque podría parecer desgastante, es necesario. Tenemos que hablar, porque este problema se debe visibilizar de alguna manera. En México se asesinan, en promedio, 10 mujeres todos los días.
Ni una más
En pleno Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, miles de mujeres alzaron la voz y acompañaron a las madres de las víctimas de feminicidio, desaparición y violencia. Se convocó a una marcha separatista a la que no se le permitió el acceso a ningún hombre, con excepción de los padres de las víctimas.
Las consignas en la marcha se escucharon desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo capitalino, recorrido en el que, previamente, fueron protegidas algunas sedes institucionales, con vallas de seguridad y monumentos, con plástico para emplayar.
Para “evitar conflictos”, a la protesta se enviaron mujeres policías, mismas que formaron una fila frente a edificios como la Catedral Metropolitana y Palacio Nacional para protegerlos. Las policías, para alejar a las mujeres de dichos espacios, activaron extintores y las rociaron con ellos, situación que fue mediatizada, pero que no pasó desapercibida ni para las asistentes ni para quien escribe esto.
Independientemente de si son o no las formas de protestar, de si “ni feminismo, ni machismo, humanismo” o cualquier otro debate explicado hasta el cansancio que pueda pasar por su cabeza, el tema de este apartado es mi incredulidad ante las acciones del gobierno y la cobertura que los medios le dieron a la marcha.
Resulta doloroso comprobar que las prioridades de las “autoridades” se enfoquen más en proteger “el patrimonio” que a las mujeres —no digamos todos los días— al momento de la marcha. Provoca angustia que la mayor parte de la cobertura mediática se centró en lo que, a su criterio, se trató de “vandalismo y destrozos”; pero no en cubrir los más de 3142 asesinatos de mujeres en México el último año. Es preocupante que el mismo gobierno que “no cae en provocaciones” fue quien autorizó el uso de extintores para agredir a quienes protestaban.
¿Gobierno feminista?
Después de la marcha del 25 de noviembre, el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, publicó un mensaje por medio de su cuenta oficial de Twitter en la que celebraba la pulcritud del Hemiciclo a Juárez; monumento que fue limpiado tras el paso de la manifestación.
“Nuestros mayores lo decían: lo que el viento a Juárez”, fue lo que escribió, seguido de un reconocimiento al gobierno de la CDMX y a Claudia Sheinbaum. Así como lo lee. Esa fue la misma persona que aseguró en la Asamblea General de las Naciones Unidas que “el gobierno de México se considera un gobierno feminista”.
Usted ya sabe que las palabras no son inocentes. ¿Cómo deberíamos interpretar lo que dijo Marcelo? ¿Como una felicitación para quienes dejaron intacto el monumento o como una confirmación de que las protestas en contra de la violencia no provocan efecto alguno en el gobierno?
Horas después de su lamentable error, tras las críticas de las y los usuarios de Twitter, Marcelo escribió: “Avancemos todos los días como lo que somos: un gobierno feminista” y —por si a usted no le parecía suficiente— complementó su timeline con lo siguiente: “Respecto al Hemiciclo solo añadir: soy y he sido feminista. Ahí los hechos hablan por cada cual”. El cinismo. Tienes razón, Marcelo; los hechos hablan.
Lo único que me queda por agregar, después de tales acontecimientos, es que, para proteger a nuestras niñas y mujeres en contra de la violencia, se necesitan mucho más recursos que discursos y propuestas sin sustento.
Para erradicar un problema tan grave, necesitamos salirnos de los lugares comunes, comprender las causas y tratarlas desde la raíz. Necesitamos empatía. No porque tengamos mamás, hermanas o amigas; sino simplemente porque es lo correcto, porque merecemos la garantía y respeto de nuestros derechos. La lucha es por todas.
Mande sus comentarios (emplayados, por supuesto, no se nos vayan a romper) a:
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